Volver a transitar por el interior de la Confitería del Molino para quienes pudimos disfrutarla antes de su cierre en 1997, tiene un valor inconmensurable, pero si además en esa experiencia se conjugan recuerdos familiares y el placer de desarrollar una tarea periodística, es un combo casi perfecto.
Su significación histórica para quienes nos atrae la historia política de nuestra Argentina, nos retrotrae en el tiempo y casi podemos ver desfilar por sus por aún fantasmales mesas a incomprobables habitués como Alfredo Palacios, Lisandro de la Torre y hasta Juan Domingo Perón, según aseguran distintas leyendas vernáculas. A ello se suma, la propia historia personal de este cronista, ya que mi abuelo materno Don Manuel Llana fue Director de Seguridad de la Cámara de Senadores durante más de 30 años, y era común escuchar sus anécdotas de la historia política argentina en el Congreso y su extra oficial “anexo” del Molino.
Pero en esta ocasión, fue la tarea periodística la que me dio la oportunidad de visitar el edificio y el actual proceso de restauración en marcha, aún pandemia mediante. La majestuosidad de su planta baja, recuperando su brillo histórico, hace crecer geométricamente la ansiedad por la futura reapertura. Parte de ese “ejército” de restauradores, en sus múltiples especialidades, en medio de su minucioso y casi religioso trabajo de reconstrucción se detiene un instante ante la curiosidad de los ocasionales e inquisidores visitantes.
Así, con la avidez de un niño ante la vidriera de una juguetería, avanzamos por las imponentes escaleras hasta el primer piso para encontrarnos con el espléndido salón que fue escenario de tantas fiestas de casamientos, como también del experimento cinematográfico de Madonna en la piel de Evita. La visita continuó a través del 2 al 5 piso, desafiando al barbijo y los pulmones que sobrevivieron por la curiosidad de seguir recorriendo cada rincón de esa obra del arquitecto Francisco Gianotti y su tarea ciclópea y exitosa de unir tres edificios en uno.
Luego de ver aquellos departamentos con laberínticos ambientes, llegamos a la terraza y su magnificente visión de la cúpula del Molino junto a la del Congreso Nacional. Y venciendo cualquier atisbo de vértigo el ascenso por una infinita escalera caracol con la impactante vista del palacio de las leyes, la Plaza de los dos Congresos, y los gigantes autómatas que conforman la torre reloj de la actual Auditoría de la Nación Dr. Raúl Ricardo Alfonsín.
Los vitrales de colores fulgurantes y los leones alados que fueran reconstruidos por modelaje 3D, son algunas de las postales que quedaran en la retina y memoria de estos ocasionales exploradores de una parte importante de la historia de la arquitectura y de la vida política de nuestra misteriosa Buenos Aires.
Sólo falta experimentar entonces, aquellas estrofas de Cadícamo, y susurrar en alguna mesa: “Tu copa es ésta, y nuevamente los dos brindamos “por la vuelta”… Pero eso será, material de otra historia.
FUENTE: Gustavo Schweitzer – www.urbanosenlared.com.ar