El predio ocupa un gran espacio en Parque Patricios y cuenta con una rica historia y diversos proyectos que fueron postergados y que hubieran cambiado drásticamente este sector de la Ciudad.
A pocas cuadras de Constitución, en el límite de los barrios de Parque Patricios y San de Cristóbal se erige uno de los espacios verdes de la Ciudad de Buenos Aires: el Parque Vuelta de Obligado.
En una ciudad que se encuentra en deuda con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que promueve un mínimo de 10 metros cuadrados de espacios verdes por habitante, los vecinos de Parque Patricios tienen el privilegio de contar con una superficie de nueve hectáreas al alcance de las manos para recrearse.
El predio delimitado por las avenidas Brasil y Garay y las calles Combate de los Pozos y Pichincha, tiene sólo dos tibias muestras de intervención estatal: el Polo Circo en la esquina de Pozos y Garay, inaugurado en 2009; y una modesta plaza con juegos, bancos y pista de skate frente a la Casa Garrahan, construida a mediados de 2015.
Pero su principal riqueza es haber sido testigo silencioso del paso del tiempo y del fracaso de distintos sueños y proyectos pensados para su transformación.
Allá por el 1700 las parcelas más alejadas de la ciudad eran otorgadas a las distintas órdenes religiosas. Así el sector comprendido entre las calles Garay, Pichincha, 15 de Noviembre y Combate de los Pozos, fue entregado a los betlemitas o barbones que se mantuvieron allí hasta principios de 1800.
En esa época el naturalista Aimé Bonpland -compañero de ruta y estudios de Alejandro Von Humboldt-, seducido por el paisaje se estableció en el lugar. Manuel Vila, presidente del Foro de la Memoria de Parque Patricios, revela que a Bonpland lo atrajo un gran ombú, que permaneció incólume hasta no hace mucho tiempo sobre la actual avenida Brasil.
Cuando Bonpland atravesó problemas económicos, se desprendió de algunas de sus tierras y partió rumbo a Paraguay. Luego se establecieron sucesivamente un Hospital, la sede de Sanidad, el Regimiento Nº 3 de Infantería y el Arsenal de Artillería Esteban de Luca a partir del 1900.
A principios de los 70, durante el gobierno de Alejandro Lanusse y la intendencia de Saturnino Montero Ruiz, se inauguró el Parque Vuelta de Obligado, del que los vecinos sólo añoran las piletas y los juegos de diseño avanzado para aquella época. Durante la última dictadura militar el predio pasó a ser propiedad del Ministerio de Justicia y se habló por primera vez de la construcción de una Ciudad Judicial.
A un lado del vistoso puente peatonal sobre la avenida Brasil, se construyó el Hospital Nacional de Pediatría Juan P. Garrahan, las restantes 9 hectáreas se las disputaron los ministerios de Justicia e Interior. Esa tensión tuvo como resultado la instalación de una playa de autos abandonados de la Policía Federal durante un tiempo y luego una pequeña pista de educación vial auspiciada por la empresa OCA.
Durante la segunda presidencia de Carlos Menem, se abortó el segundo proyecto de Ciudad Judicial en la zona y ante el retiro de la Policía, el lugar se deteriora hasta convertirse casi en tierra de nadie, simultáneamente a la aparición de las asambleas populares de 2001/2002.
Una huerta orgánica de 15 años
En la intersección de Pasco y Garay un grupo de vecinos frentistas con la colaboración del entonces director general del CGP Nº 4, Eduardo Sábato, dieron a luz a una huerta orgánica comunitaria para generar actividad en un sector ocioso del parque, y así evitar potenciales asentamientos, temor recurrente en aquellas jornadas aciagas de 2002.
Añorando cuando la participación era más intensa, Nélida Santamaría (Presidente de la Asociación Civil Vuelta de Obligado), fogonera de la huerta desde sus inicios, comenta: “cuando la producción era grande, la donábamos a los comedores comunitarios de la zona”; después revela que se dedicaron a la capacitación de chicos de escuelas primarias con la asistencia técnica del INTA.
Por aquella época pululaban las huertas orgánicas de la mano de las asambleas barriales que surgían en todos los espacios verdes de la ciudad. Pero a 15 años, la de Vuelta de Obligado es una de las pocas que sobreviven, y que tienen una actividad concreta en forma permanente.
Educación vial en dos ruedas
La titularidad del predio a principios de 2000 era del Poder Judicial, y ante la desidia de éste, el gobierno porteño decidió nivelar los terrenos, asegurar la limpieza el corte de césped, colocó iluminación interna y renovó la antigua pista de educación vial heredada de viejos tiempos.
Con la participación de jefes y jefas de hogar que dependían del CGP 4 y la Asociación de Ciclistas Urbanos, un grupo de vecinos creó un programa de educación vial para chicos, que constaba de prácticas con bicicletas prestadas por un comercio de la zona, y charlas sobre el uso responsable de las mismas. De la iniciativa perduraron algunos carteles con señales indicativas de tránsito hasta comienzos de 2015.
Sandra Framarini (integrante de la Asociación Civil Juntos por el Sur), sumó al proyecto la instalación de una Feria de Artesanías. “Por internas de los políticos de entonces, una propuesta que generaba recursos para gente desocupada de la zona quedó en la nada”, recuerda nostálgicamente la vecina.