¿Qué es una ciudad? ¿Se han hecho alguna vez esa pregunta? Todos hemos estado en una ciudad y sabemos distinguir una cuando la vemos. Una ciudad es Nueva York. Una ciudad es Bogotá. Una ciudad es Río de Janeiro. Pero estos solo son ejemplos y no una definición en sí. ¿Qué hace a estos lugares ‘ciudades’? ¿Qué elementos presentes en ellos son los que asociamos con el concepto de ciudad? Edificios, gente, calles, carros, comercios… Muchos… aglomerados… densos…
Ah, Densidad. Ese concepto clave… O’Sullivan, en su texto “Economía Urbana” (2009), nos dice que una ciudad es “un área geográfica que contiene un gran número de personas en un área relativamente pequeña”. Ed Glaeser sigue esta línea al decir que las ciudades son la ausencia de distancia física entre personas. Entonces parece sencillo: una ciudad es mucha gente en poco espacio. Pero ¿qué tanta gente es mucha gente? ¿Qué tanto espacio es poco espacio? ¿Qué tan denso es denso? Cada 31 de octubre, las Naciones Unidas conmemora el Día Mundial de las Ciudades. En el marco de esta fecha, vale la pena tratar de dar respuesta a estas preguntas.
No existe un criterio universal del tamaño o densidad mínima de una ciudad. Para empezar, ni siquiera existe una definición única de lo que es un área urbana. Una mirada rápida a las estadísticas de urbanización de la ONU, base para el cálculo de la población urbana a nivel global, muestra que en algunos países el criterio para definir área urbana es centrado en el tamaño de la población en una unidad administrativa dada. Por ejemplo, en Dinamarca, área urbana se define como una localidad de más 200 personas mientras en Nigeria la población base para que una localidad sea considerada urbana es de 20,000. Nótese que las diferencias entre lo que se considera urbano en cada uno de estos países están no solo en el umbral de población sino en la definición misma de lo que se considera como localidad desde el punto de vista administrativo.
En otros países, la definición de área urbana combina población con densidad. En Estados Unidos, por ejemplo, área urbana es cualquier población mayor a 2,500 que tenga una densidad mínima de 500 personas por milla cuadrada (unos 193 habitantes por km2). Lo mismo pasa en Canadá donde la población debe ser de 1,000 personas y la densidad de 400 por km2. En China, por el contrario, el criterio censal más importante es la densidad, siendo considerada como área urbana cualquier población con una densidad media de 1,500 personas por km2.
Otras definiciones de área urbana privilegian conceptos políticos o la prevalencia de ciertos sectores económicos. Por ejemplo, Taiwán define área urbana como aquélla que cumple uno de tres criterios: a) Densidad de 300 habitantes por km2y al menos 70% de la población dedicada a actividades económicas diferentes a la agricultura; b) al menos 2,000 habitantes por km2; o c) presencia de un asiento de gobierno u otras funciones públicas.
De tal manera que cuando oímos que el mundo es 55% urbano o que América Latina y el Caribe es la región en vías de desarrollo más urbanizada (con 80% de la población viviendo en ciudades), estamos agregando diferentes definiciones del concepto de área urbana. En cierta forma estamos sumando peras y manzanas…
Varias metodologías han intentado superar estas limitaciones proponiendo una definición uniforme. Por ejemplo, el Banco Mundial propone que un área urbana es toda aquella que tenga una densidad de 150 habitantes por km2y que esté localizada a 60 minutos o menos de un asentamiento de al menos 50,000 habitantes. Pese a que esta metodología tiene la ventaja de utilizar criterios comunes, las variables incluidas y sus umbrales no dejan de ser arbitrarios: ¿Por qué 150 habitantes por km2? ¿Por qué al menos 50,000 habitantes? ¿Por qué al menos 60 minutos?
Esta relatividad es evidente al observar que otras metodologías utilizan definiciones diferentes. Por ejemplo, la OECD propone un método que combina factores censales para definir los límites de los centros urbanos y factores de movilidad para definir conurbaciones y áreas suburbanas que hacen parte funcional de una misma ciudad. Entre los primeros se incluyen densidades mínimas de entre 1,000 a 1,500 habitantes por km2 y poblaciones mínimas de entre 50,000 y 100,000 habitantes (dependiendo del país). Mientras que, entre los segundos, se incluye un porcentaje mínimo de 15% de desplazamientos por trabajo entre centros urbanos y su área de influencia.
Pese a que estas diferencias pueden sonar como algo muy técnico, lo cierto es que sus implicaciones pueden impactar fuertemente las políticas territoriales de un país. Por ejemplo, para el caso de México, la metodología del Banco Mundial suponía una tasa de población urbana en el año 2000 de 68% mientras que las estadísticas de la ONU indicaban que sería de 75% (una diferencia de más de 7 millones de habitantes). De igual manera, la metodología de la OECD estimó una tasa de población urbana de 58% para 2005 mientras la de la ONU estableció un 76% (una diferencia de 19.5 millones de personas).
Así las cosas, la ciudad parece ser uno de esos conceptos que se pueden distinguir, pero no precisar. Por eso tal vez sea mejor definir y celebrar la ciudad no por lo que essino por lo que hace en la vida de las personas. En ese caso, vale la pena recordar las palabras del gran historiador urbano Lewis Mumford que en su libro “La ciudad en la historia” (1961) escribió: “quizás la mejor definición de la ciudad en sus aspectos más elevados es decir que es un lugar diseñado para ofrecer los espacios más amplios para promover conversaciones significativas”.
Desde el BID estamos impulsando diversas políticas territoriales para impulsar densidades adecuadas e intervenciones urbanas que provean los equipamientos necesarios para que estas densidades funcionen bien.
FUENTE: Andrés G. Blanco B. – blogs.iadb.org