La década del 30 marcó un cambio fundamental en la Ciudad y en su hábitat construido. Hasta esos años, la escuela francesa del Art Nouveau dominaba la escena en la construcción de las grandes residencias, petit hoteles y palacios. Pero se acercaba una revolución tecnológica, social y artística que Buenos Aires exploró con un resultado que terminó por enriquecer su horizonte: el Movimiento Moderno. Uno de los íconos de este movimiento, el Safico, cumple 90 años.
Este edificio está considerado como la primera torre racionalista de la Ciudad y septiembre es su mes aniversario. Continúa perteneciendo a la misma familia que encomendó su construcción, los Weil.
Desde el minuto cero, este edificio es un compendio de singularidades. Lo dicho, se adelantó a la construcción de otras torres del mismo estilo -el Comega y el Kavanagh, por ejemplo- y su propietario, Pedro Weil, “vio” lo que otros no: entendía que la revolución automotriz, ya difundida en Estados Unidos, llegaría a la Argentina y encomendó al arquitecto Walter Möll la construcción de cocheras, las que le faltan al famoso Kavanagh.
Además previó algo que hoy es común pero no lo era en aquellos años, un uso mixto, de viviendas, tipo apart, y oficinas. Otras dos particularidades: tiene un triplex, considerado el primero de la Ciudad. Y todo el edificio se construyó en sólo 10 meses.
Siguiendo las premisas de este movimiento -que influyó en todas las ramas del arte, no sólo en la arquitectura-, Weil también encargó que se diseñara el mobiliario y todos los detalles de las oficinas y las viviendas, incluso la vajilla.
“El Safico, el Comega y el Kavanagh forman como una suerte de trípode de este movimiento en la Ciudad. Se construyeron los tres con pocos años de diferencia. El Moderno es un movimiento que surge como una reacción y marca un contraste muy importante con la arquitectura clásica. Su aparición tiene que ver con un marco social de evolución de las formas; llegó con el mandato de redefinir las maneras de vivir, habitar y construir”, aporta el arquitecto Emilio Rivoira, director y creador de Moderna Buenos Aires.
Moderna Buenos Aires es la biblia de este movimiento en territorio porteño. Es un programa del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) que difunde y visibiliza este estilo. Edificios de oficinas y de viviendas; fábricas y esculturas; infraestructura comercial, cultural y de salud. Incluso, casas bajas “ocultas” en los barrios. Todas estas construcciones se encuentran geolocalizadas en un mapa; además se publican fotos, plantas, biografía de los y las arquitectas. Y las casas de los barrios tienen una sección propia: Moderna en tu barrio, en donde pueden colaborar los vecinos y las vecinas que las descubren en inmediaciones a sus domicilios.
El arquitecto Miguel Jurado entiende que “el Safico, junto al Kavanagh y el Comega, jugaron el papel de estrella; pero en Buenos Aires se construyeron muchos otros edificios con esta estética que le dieron una forma absolutamente particular a la Ciudad. Y por lo cual concita el asombro, la curiosidad y la admiración de la comunidad arquitectónica internacional”.
“Los otros edificios -los que se encuentran en Barrio Norte, Belgrano, Caballito o Flores, por ejemplo- construyeron un telón de fondo que con sus frentes blancos homogéneos y sus coronamientos escalonados les dieron un carácter especial a los barrios”, remarca Jurado.
Volviendo al Safico, Rivoira explica que se construyó durante una década que estuvo signada por este tipo de obras, además con una particularidad: muchas firmadas por arquitectos argentinos. Möll (1881 – 1957) era de origen suizo, pero naturalizado argentino y se estima que construyó más de 40 obras en el país.
El mantenimiento de este tipo de construcciones es un desafío, justamente debido al valor patrimonial que poseen. El Safico luce impecable -la planta baja es de acceso público y se puede ver el estado en que se encuentran los detalles decorativos art decó-: “De alguna forma es acompañar la visión que tuvo mi abuelo. Hay un trabajo de hormiga, de mucho detalle y de todos los días. Por este motivo se lo ve tan bien”, revela Valeria, nieta de Pedro Weil y CEO del edificio. Orgullosa, cuenta que muchos de los empleados que trabajan en el mantenimiento tienen décadas de experiencia y son quienes conocen “las mañas” de esta mole.
Valeria creció escuchando las historias del edificio -“en el triplex de los pisos 23, 24 y 25 vivió Pablo Neruda cuando fue vicecónsul de Chile”- y disfrutando de las increíbles vistas desde el coronamiento. Durante décadas, sus oficinas concentraron las corresponsalías de los medios más importantes del mundo: Reuters, DPA, France Press, EFE, BBC, Financial Times, New York Times y Washington Post.
Ahora está ocupado por oficinas, ya no quedan viviendas. Y por el momento no está prevista la apertura para visitas.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com