Aunque hoy constituye un tesoro arquitectónico, en su momento fue rechazada tanto por las autoridades como por los vecinos que consideraron que en el afrancesado barrio, cuyo entramado había sido diseñado por Carlos Thays, aquella casa de inspiración racionalista sería una nota discordante que lo afearía.
Al rechazo se sumaba la sorpresa, ya que Bustillo se caracterizaba por sus construcciones de estilo neoclásico francés. Sin embargo, Victoria Ocampo le había pedido que construyera una casa que respondiera a los lineamientos de Le Corbusier. Por esta razón, Bustillo concreta el deseo de Victoria, pero no firma la obra, a pesar de que en el interior coló algunos elementos de gusto clásico y omitió otros más vanguardistas como la planta libre, las dobles alturas y la ventana corrida.
La casa era de líneas rectas, volúmenes netos y sin ornamentación, con una fluida comunicación entre el interior y el exterior, estaba en un terreno de 900 metros cuadros y tenía tres plantas, lo que para el momento en que comenzó a construirse, en el año 1928, era de una modernidad casi extravagante y difícil de asimilar.
Solo en la segunda mitad de la década del 30 comenzó a haber en la ciudad de Buenos Aires edificaciones de ese estilo: el edificio Kavanagh, el Obelisco y el cine Gran Rex. Pero Victoria buscó tempranamente en las vanguardias arquitectónicas y artísticas europeas un diseño que aún no contaba con adeptos por estas latitudes. No solo fue la primera casa racionalista de la ciudad de Buenos Aires, sino que fue de las primeras de ese estilo en América Latina. Antes de mandar a construirla, ya había erigido otra diferente, pero de estilo moderno en Mar del Plata.
Aquella casa que generó rechazo y polémica en el momento de su construcción fue declarada recientemente Monumento Histórico Nacional. No solo se convirtió en algo digno de ser preservado por su estilo innovador, sino también por los acontecimientos culturales que tuvieron lugar allí.
En la década del 30, a instancias de Waldo Frank, José Ortega y Gasset y Eduardo Mallea, se funda allí la revista Sur, que dirigiría Victoria, aunque afirmó que a ella sola nunca se le hubiera ocurrido fundar una revista. El objetivo de la publicación era dar a conocer a los autores extranjeros del momento en el país y, al mismo tiempo, que los autores argentinos fueran conocidos en el exterior. La revista cumplió largamente su cometido y se convirtió en un emblema cultural.
En 1940, tras la muerte de su padre, Victoria se muda a la residencia de San Isidro, conocida como Villa Ocampo, que hoy administra la UNESCO. Desde ese momento, pasa a tener sucesivamente distintos dueños hasta que Amalia Lacroze de Fortabat, quien presidió el Fondo Nacional de las Artes entre 1992 y 2003, la compró en el último año de su gestión para que pasara a ser un patrimonio del Estado.
La casa debió se adaptada entonces para cumplir con su nuevo destino de espacio de uso público. La tarea fue encomendada a Luis Benedit y Alejandro Corres. Para ese entonces, la austera fachada había sido modificada y fue restaurada de acuerdo con los planes originales de Bustillo.
En 2005 fue abierta al público como Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes y puede ser visitada por quien quiera hacerlo..
El Gobierno Nacional acaba de declararla Monumento Histórico Nacional a través del decreto 30/2022. Esto significa que cuenta con protección jurídica para su preservación y exhibición. No podrá ser demolida ni modificada y estará libre de impuestos.
FUENTE: www.tiempoar.com.ar