Ingresa Clarín y Cinépolis baja rápido la persiana. Si la deja arriba demasiado tiempo, la gente empieza a entrar, ávida de conocer el nuevo complejo de Plaza Houssay, que está casi listo. La inauguración es inminente. Días más, días menos, poco importa: ya la apertura viene demorada dos años por aislamiento, distanciamiento y otros retrasos. Ahora sólo queda ánimo de festejar por el cine construido íntegramente durante la pandemia.
Cinépolis es una empresa mexicana con 870 cines en 17 países. El de la Plaza Houssay será su décimo complejo en la Argentina y, además, el más pequeño. Pero también uno de los más esperados: iba a abrir en abril de 2020 pero la pandemia no lo permitió. La inversión para construirlo y equiparlo fue de 4 millones de dólares, y el contrato de alquiler, por 20 años.
Se entra por la punta izquierda del Paseo Houssay, inaugurado en julio de 2019 en la plaza del mismo nombre. Una vez adentro, hay un pasillo a lo largo del cual se disponen las cuatro salas, dos 2D y dos 3D. Al final del complejo el espectador terminará casi bajo la parroquia San Lucas. Y si desciende hasta la primera fila, casi junto a la pantalla, estará a una profundidad de nueve metros.
Pero, afortunadamente, no hizo falta hacer excavaciones: el complejo se construyó donde estaba parte de la cochera subterránea, que ahora es más chica y a través de la cual hoy también se ingresa la mercadería al cine y los locales gastronómicos del paseo. Con todo, hubo que atender filtraciones y otras cuestiones propias de edificar bajo tierra.
La ubicación del cine no es dato menor. No solo lo hace competir con las salas del Hoyts Abasto y, en menor medida, las de Cinépolis Recoleta y Cinemark Palermo. También configura un público especial, mezcla de familias en busca de planes, vecinos de ese y otros barrios que van a la zona a hacer compras o trámites, y estudiantes que vuelven a la presencialidad.
Es por ello que la elección de la programación “se irá ajustando de acuerdo a cómo responda el público”, explica Diego Bachiller, gerente comercial de Cinépolis. Serán siete títulos por semana -que en los cines arranca los jueves- de las películas más taquilleras. Pero los fans del cine menos comercial no deberían desesperar: si hay demanda, pueden sumarse algunas para ese segmento en particular.
Al haber sido construido desde cero en los últimos años, el complejo es el que tiene tecnología más nueva en la Ciudad: el proyector de cada sala está dentro de ella y no en otra habitación. Para que no se vea, está cubierto por una caja negra de la que baja automáticamente cuando debe limpiarse.
Eso evitó tener que construir ambientes aparte para los proyectores y permitió ahorrar superficie. Así es como en 2.000 metros cuadrados en total, todas en un mismo nivel, pudieron disponerse 727 butacas, divididas en cuatro salas. Quien pase apurado por el Paseo Houssay tardará en advertir que todo eso esté contenido bajo una plaza.
También ahorra espacio el hecho de que la mayoría de las boleterías sean electrónicas, tanto porque se espera un público joven como por el efecto pandemia que potenció la venta online. Solo habrá algunas ventanillas al lado del kiosco de pochoclos, las cuales no siempre tendrán en todos los casos a una persona detrás.
El trato para que Cinépolis desembarcara en el paseo se había cerrado en noviembre de 2018, pero el espacio para su instalación fue entregado recién un año después. Para marzo de 2020 el complejo ya estaba casi finalizado y le restaba apenas un mes de trabajo para su primera función.
Pero la pandemia metió la cola y recién hace pocas semanas el complejo fue terminado, aunque durante la visita de Clarín aún restaban detalles menores. Este cine es uno de los nueve en el mundo que los responsables de Cinépolis decidieron terminar en esta pausa pandémica.
Una plaza renovada en tres tramos
Las obras para transformar Plaza Houssay incluyeron la construcción de un paseo abierto bajo nivel con locales de comida y conexión con la línea D. Estuvieron en manos de la empresa Lamp Investments SA, la cual invirtió cerca de $ 77 millones. Arrancaron en enero de 2018 y debían completarse en su totalidad en 18 meses, pero terminaron sufriendo importantes demoras en el espacio destinado al cine.
La plaza ya había sido renovada en 2015, cuando el Gobierno Porteño la reinauguró bajo la definición de “Campus BA” y le dio un skatepark, mesas de ping-pong, juegos y Wi-Fi. Una conexión que hoy no llega a todos lados: en el paseo la única red abierta que funciona es la del local de McDonald’s.
Con la instalación del cine en el paseo se completa la transformación de esta plaza, proceso que tuvo aplausos de quienes ven el espacio más seguro, aunque también críticas por la proporción pasto y cemento y por la elección de restaurantes con precios no aptos para un bolsillo estudiantil.
FUENTE: Karina Niebla – www.clarin.com