Como muchos eventos en este año, el séptimo encuentro anual de DarA (Diseñadores de Interiores Argentinos Asociados), debió migrar al plano virtual. Pero lejos de opacarse por eso, utilizó los recursos digitales de forma enriquecedora, aportando un ritmo y una edición muy dinámicos. El resultado fueron dos jornadas virtuales, el pasado 22 y 23 de octubre, de valiosas charlas con arquitectos y diseñadores de todo el mundo, haciendo alcanzable lo inalcanzable en un año inédito.
De luz y arquitectura social
El tema en debate fue la identidad del diseño. Y en pos de lograr hipótesis lo más cercanas posibles a nuestra realidad argentina, los disertantes fueron tanto locales como de raíz latina, de puntos tan diversos como México, Paraguay, Chile, Perú o Italia.
En ese camino, la primera entrevista fue a Gonzalo Mardones, arquitecto oriundo de Chile que presentó junto a sus obras más memorables los preceptos que lo rigen. Entre esos lineamientos se destacó la fidelidad a la propia estética del material en uso y el aprovechamiento del espacio en distintos planos, desde el techo y el subsuelo a la medianera. Asimismo, Mardones compartió una idea que parece obvia pero no siempre se toma en cuenta en su disciplina: la opinión del mandante. Es decir, la de quien habitará ese espacio y cuyo conocimiento es vital para un desarrollo funcional de la obra. Y por sobre todo, este arquitecto reitera en cada proyecto un entusiasta elogio de la luz, “el material más importante de la arquitectura, que puede ser vertical, diagonal, horizontal, y debe ser interpretado contemporáneamente”. En su caso, se lo hace a través de patios interiores que respiran con haces de iluminación natural, lucarnas en baños o profusión de hormigón blanco que rebota la luz, entre otros recursos que vuelven luminosos cada uno de sus trabajos.
En charla con Julio Oropel, otra arquitecta que cautivó con sus lineamientos fue la mexicana Frida Escobedo, cuya intención de diseño cala hondo en el plano social. “La arquitectura tiene un lado muy oscuro, pues depende del capital y por ende tiene propósitos muy específicos. Eso es perfectamente comprensible, pero me pareció agotadora esa dinámica en la que la preocupación mayor es generar mejor regreso de inversión antes que calidad de los espacios”, sostuvo. Para ella, para que el diseño sea radical y de verdad tenga impacto, debe construirse también desde la legislación, los planes urbanos y otras cuestiones no tan ligadas a la volumetría y el espacio. De hecho, considera que “no es necesario tener un material muy lujoso para lograr una sensación o estado de ánimo sofisticado”, y así lo demuestran sus obras con ladrillo a la vista tanto en viviendas como en locales de la marca de cosmética Aesop.
La naturaleza potencia el diseño
La relación de la arquitectura con la naturaleza fue otro punto vital en estos encuentros. Así lo abordó por ejemplo Martín Dulanto, arquitecto peruano de la camada más joven, quien compartió trabajos en los que el respeto por el entorno fue un concepto focal. “Siempre hacemos un análisis previo; así identificamos las fortalezas y las aplicamos al proyecto de manera que naturaleza y arquitectura puedan potenciarse en lugar de competir”, ilustró. La “Casa Topo”, en las afueras de Lima, hecha con materiales en su estado más rústico, formas orgánicas y un carácter topográfico que se mimetiza con el terreno fue uno de los ejemplos más contundentes. Asimismo, exaltó los materiales nobles a la altura de aquellos considerados de lujo, asegurando que un porcelanato para él está en el mismo nivel que una piedra rústica. “Tratamos de llevar los materiales a lo más simple y concentramos nuestras energías en el espacio en sí, que es lo que posee alma y el verdadero lujo”, sentenció.
Presentada como una “papisa del diseño”, la galerista italiana Rossana Orlandi fue el broche de oro de estas jornadas. En charla desde Milán, levantó nuevamente el guante sobre este fuerte vínculo entre arquitectura y naturaleza, calificando a esta última de inspiración permanente. Influida por la cuarentena, presentó la más reciente exposición de su espacio, en la que aunó entorno natural, tecnología y arte, con obras que ponen de relieve problemáticas como la desertificación o la deforestación, incluyendo una escultura realizada a partir de una colmena, en el que las abejas van moldeando la obra en tiempo real. “Tenemos que producir menos y mejor, con el concepto de hacer cosas que duren en el tiempo y sean auténticas. Que tengan una historia y una conciencia de su utilidad y hasta una segunda vida cuando ya no tengan razón de existir”, apuntó la gran mecenas del diseño, que aseguró que en los últimos tres años hubo una evolución muy grande del reciclado del plástico, con materiales fascinantes y terminaciones nuevas que nacen a partir de él.
Consciente de la incidencia del diseño en la contaminación y los desechos, la presentación que Orlandi había creado para el Salón de Milán, que no pudo hacerse este año por obvias razones, constaba de una vivienda hecha por completo de material reciclado. “Seguramente lo presentemos en 2021 con incluso más tecnología y materiales, porque por suerte cada año hay más soluciones en este sentido”, finalizó la especialista, aportando el toque de esperanza necesaria para vislumbrar un futuro del diseño tan brillante como humano y funcional.
FUENTE: Vicky Guazzone Di Passalacqua – noticias.perfil.com