Los hermanos Massimiliano y Miguel Bencich –dueños de la icónica empresa constructora que lleva de nombre su apellido– erigieron a comienzos del siglo pasado algunas de las joyas arquitectónicas mejor preservadas de la Ciudad de Buenos Aires, estructuras eclécticas pensadas como residencias u oficinas que conservan el espíritu de aquella época.
En Avenida Roque Sáenz Peña 616, se alza una de ellas: el edificio Miguel Bencich, ejecutado en 1927 por encargo de la familia al arquitecto francés Édouard Le Monnier, que recientemente integró uno de los últimos proyectos urbanísticos que el Gobierno puso en marcha para revitalizar las fachadas y los interiores de emblemas porteños. El mismo que ahora se buscará explotar con el negocio de coworking, que consiste en el alquiler de oficinas compartidas.
Hace 15 años, una sociedad conformada por dos socios adquirió el inmueble, que, en aquel momento, se encontraba en manos de un banco. Desde entonces, permaneció desocupado. Sin embargo, meses atrás, los dueños decidieron que era hora de abrir sus puertas. En los cuatro pisos de la cúpula –nombrada Patrimonio Histórico de la Ciudad–, montaron Workey, un exclusivo espacio de oficinas compartidas que empezó a operar este mes, donde ya asentaron sus actividades dos empresas. El mismo requirió una inversión de u$s 250.000 para su puesta en valor y posee una capacidad para 100 puestos de trabajo.
“Aspiramos a diferenciarnos con una propuesta deluxe. Nuestras tarifas parten desde $ 5500 mensuales + IVA. Por precios similares a los de la competencia, y hasta inferiores en algunos casos, brindamos servicios de alta calidad, desde el clasicismo y el glamour que caracterizan a este entorno inigualable hasta la oferta gastronómica que se puede degustar en él”, afirma Diego Belli, CEO y cofundador de Workey, mientras deja en claro que la remodelación del sitio estuvo acompañada de la instalación de equipamiento de primer nivel.
Es por ello que la apuesta tiene como target a empresas, y no a profesionales individuales. “Si bien contamos con zonas comunes y mesas individuales donde se puede trabajar en forma aislada, apuntamos a que las oficinas sean ocupadas por organizaciones. Como el espacio es reducido, queremos que haya pocos clientes con poca rotación en él, y que el área abierta sea el lugar de expansión natural de estas compañías cuando tengan que incorporar personal por un período determinado”, comentan desde la firma.
Proyecciones futuras
Situado en un punto neurálgico del microcentro –frente al ex Bank Boston y en diagonal al edificio mellizo Bencich, donde nació el escritor Roberto Arlt, los socios cofundadores de este proyecto ponen el foco, sobre todo, en corporaciones financieras que deseen hacer uso de sus comodidades.
“Creemos que por la ubicación, este público puede ser el que más nos frecuente”, dice Belli, mientras adelanta que, a medida que vayan cubriendo la tasa de ocupación en el Miguel Bencich, planean abrir dos locaciones más: una en el microcentro y otra en el distrito financiero de Montevideo, Uruguay. “Estamos considerando dos edificios antiguamente destinados a oficinas que actualmente están vacíos”, asegura.
Asimismo, los empresarios están negociando un join venture con firmas de coworking extranjeras. Más precisamente, los socios cofundadores buscan acordar una alianza para que los socios de Workey puedan, con el abono de su membresía, visitar oficinas de este tipo en Nueva York y Miami, los Estados Unidos.
FUENTE: www.apertura.com