Es el anhelo más frecuente de todo el que se muda: salir de casa y, en tan sólo 15 minutos, encontrar todo lo que necesitamos, un supermercado, la escuela para nuestros hijos, el gimnasio, nuestra sucursal del banco, el médico y un lindo parque. ¿Quién necesita viajar horas apretado cuando puede tener todo al alcance? ¿Quién necesita gastar dinero en nafta cuando puede ir a pie o en bici a donde necesita llegar? En Buenos Aires, esta aspiración ha sido reservada para los pocos que pueden pagar el lujo de vivir en calles que habilitan una dinámica así. Y hasta ahora, en la ciudad de la furia, pocos se animaban a pensar en semejante disposición de recursos como un derecho. Esto podría, y más bien tendría, que empezar a cambiar.
El proyecto de planificación urbana europea del que más se habla en el viejo continente por estas horas, proviene de París y se llama “La Ville Du Quart d’Heure”, es decir: la ciudad del cuarto de hora. Fue creado por Carlos Moreno, un colombiano que trabaja como director Científico de la cátedra de Territorio e Innovación de la Universidad Sorbona. Moreno es uno de los expertos en ciudades inteligentes que guía a la alcaldesa de la capital francesa, Anne Hidalgo, en decisiones que conciernen al rediseño.
Moreno, quien lleva años trabajando en este proyecto inspirado en las teorías de Jane Jacobs, la divulgadora y activista estadounidense que desarrolló el concepto de “ciudad viva” en 1961, obtuvo un inesperado protagonismo este año durante la pandemia. No hizo falta ser un genio en planificación urbana para comprender que todo lo que la teoría postulaba era exacto lo que los ciudadanos necesitaron durante el confinamiento.
En búsqueda del bienestar
“Después de la Segunda Guerra Mundial, el urbanismo se concentró en una ciudad funcional y productiva y abandonó la noción de bienestar”, explicó en una charla que brindó para el Colegio de Ingenieros Civiles en México. “La vida urbana debe permitir que cada persona acceda a seis cosas fundamentales: alojarse dignamente, trabajar dignamente, aprovisionarse correctamente, tener acceso a la salud, aprender y divertirse”, detalló. Desde su punto de vista, la ciudad debe ser una aliada, una inspiración y no un obstáculo.
Aunque este punto de vista suena esperable a la hora de planificar en Europa, la gran pregunta es ¿cómo se aplicaría en Latinoamérica, en donde las grandes ciudades han crecido de manera totalmente desorganizada y caótica? Moreno comienza por aclarar que el principal obstáculo para aplicar una política urbana en la región es “su falta de coherencia política, la corrupción y la dificultad para pensar a largo o a mediano plazo”. Sin embargo, entiende que la estrategia no es imposible. “En Latinoamérica el concepto de barrio es muy fuerte y eso es algo a favor. Descentralizar las ciudades y alimentar la idea de los barrios, la cotidianeidad resuelta en 15 minutos, representaría mejoras en la salud física y psicológica y en la economía de los ciudadanos”, asegura.
Reconfigurar los espacios
En este contexto, la plasticidad de los barrios se deja entrever como fundamental. Lo explica con un ejemplo: “En Francia, tenemos escuelas en todos los barrios. Esas escuelas son republicanas, libres y gratuitas pero solo sirven para enseñar. Lo que queremos es abrirlas los fines de semana para que esos metros cuadrados sean ocupados para actividades culturales, con familias, con la comunidad”, describe. “También tenemos muchas infraestructuras deportivas que solo se usan para eso. Queremos que se abran para las asociaciones, para talleres digitales, para acoger impresoras 3D y momentos de creación artística. Además, hay lugares privados que pueden cambiar de uso como los cafés, que son muy frecuentados por los parisinos. Es muy fácil convertirlos, como se hace ya en algunas partes de la ciudad, en cursos de idiomas para el aprendizaje”, explica.
Aunque el impacto económico y ambiental de su modelo podría ser lo más seductor de su punto de vista, no es únicamente esto lo atractivo. La humanidad que contempla el plan denota un romanticismo que busca recuperar algo totalmente perdido en la vorágine de la vieja normalidad: la conexión humana. Lo que Moreno cree que se debe fomentar es la Topophilia, es decir, el orgullo y el amor de vivir en un barrio, como elemento importante de nuestra identidad. “Decir ´buen día´ es decirle al otro que existes, que estás ahí cerca de su hogar, que eres un par, hay un lazo que se establece y que todos necesitamos en la vieja y en la nueva normalidad”.
¿Qué tan posible es esto en Buenos Aires? Hace días nada más, el gobierno porteño participó de una reunión virtual sobre cambio climático del C-40 y se sumó a una red de 97 ciudades globales que están comprometidas a profundizar un modelo de proximidad para mejorar el impacto en el medioambiente y la calidad de vida. En esa reunión todos coincidieron en que el devenir de la pandemia acelerará procesos y obligará a tomar medidas más contundentes en dirección hacia la ciudad de los 15 minutos. Podés ponerle un timer a tu reloj para cumplir próximamente con el bienestar del cuarto de hora.
FUENTE: www.lanacion.com.ar – Denise Tempone