Se recibió de diseñador gráfico e ilustrador, pero hace años tomó las riendas del street art argentino llenando la ciudad con mensajes pragmáticos y optimistas a través de murales y paste up.
“Soy de Mercedes, una ciudad a 100 kilómetros de CABA. Si bien no crecí viendo street art o grafitis, había muchos carteles pintados a mano en los locales, hechos por cartelistas. Creo que eso tuvo mucha influencia en mí, tal vez más de lo que pensaba. Mis primeras acciones fueron ahí, en mi ciudad, pero aquellos murales no tenían esta estética tan tropical como ahora. Las frases con estilo letterpress sí las inicié en Capital hace ya seis años. Creo que tiene mucho que ver con todo el bagaje estético que vi en Mercedes y en mi influencia ya viviendo en CABA”, cuenta el Tano Verón. En realidad, su nombre de nacimiento es Luciano, pero a esta altura ya nadie lo reconoce con esa etiqueta, y agrega: “Mi crecimiento se fue dando paulatinamente. Soy diseñador gráfico egresado de la UBA y comencé a abrirme camino desde el rol de diseñador e ilustrador. Luego empecé a usar las paredes como lienzo y ahí cambió la historia. También las redes sociales, sobre todo Instagram, me ayudaron a darme a conocer más rápidamente. Pero fue gracias al trabajo constante y al uso de la repetición que logré un estilo marcado en la calle”.
–¿Por qué elegiste el espacio público para brindar tu mensaje?
–Lo elegí por ser amante desde chico del arte popular, del arte callejero. Es el medio ideal, porque es totalmente democrático y es para todo el mundo. Es un acto hermoso dejar algo para que lo pueda ver quien quiera de manera gratuita.
–¿Los espacios tienen que tener alguna característica en particular?
–Siempre empiezo a buscar paredes abandonadas o “muertas”, baldíos, casas en venta eternamente en silencio, obras en construcción o puentes. También estoy utilizando mucho los pisos, calles y veredas. Street art literal. Creo que esos son mis lugares preferidos. También es importante que sean zonas transitadas para que el mensaje llegue, pero igualmente tengo un proyecto que es, justamente, dejar arte en lugares casi anónimos y totalmente rurales.
–¿Qué función cumplen las palabras que plantás? ¿Cuál es su poder?
–Las palabras permiten que cualquier mural sea mío, para nadie pero, a su vez, para todos. Cada persona que lee y ve un mural mío reconstruye el mensaje y se lo apropia: si vos leés “Métale fichas a sus sueños”, es muy probable que te conecte con tus emociones y búsquedas, que seguramente el próximo espectador tenga sus propios anhelos. Creo que lo más poderoso de la palabra es que te obliga a reaccionar y tener un momento totalmente personal y único de introspección.
–¿Te considerás, de algún modo, un mensajero?
–Sí, de alguna manera los mensajes son mi medio. El soporte en la pared y lo que pinto tienen como intención llegar a un otro. Creo que la gente valora y entiende que es una búsqueda social desde el arte. El año pasado gané en México el premio Changemakers, entregado por MTV, por considerar que lo que hago es un puente desde el arte para mejorar la comunicación de los jóvenes. Esto hizo que realmente vea que lo que hago es más grande de lo que pensaba, la magnitud del alcance que tiene.
–¿Tenés una rutina establecida con la creación de los murales?
–Casi siempre arranco pensando un tópico: si quiero hablar sobre el amor, sobre el desamor, sobre la justicia. Pienso qué siento con esas máximas y voy anotando ideas para luego ir sintetizando y buscando la pregnancia.
–¿Qué ocurre con la elección del color y, en conjunto con las palabras, con poder generar una dinámica en la lectura?
–De a poco, gracias a haberlo hecho con mucho entusiasmo y haber pintado muchos murales y pegatinas, los colores y tipografías pueden ir mutando y aun así se entiende que es mi creación porque ya tengo un estilo personal. Si bien amo los colores saturados, los flúo y las tipografías en negro, ya puedo romper con ese código. La dinámica se generó gracias a pequeñas variables que fui modificando en el tiempo, siempre sin perder el eje estilístico. De hecho, pasa que escribo y posteo una captura de pantalla de mi celular y la gente, sin tener la estructura visual, reconoce que es un mensaje mío. Es muy gratificante.
–¿Reconocés cuál es el tópico más popular en los afiches?
–Es en general el crecimiento personal, el buscar lo que realmente te hace feliz. Suena a cliché y algo meloso, pero no me importa. Porque no hay nada más hermoso que lograr ser lo que sos.
–De las paredes pasaste a las prendas, ¿cómo fue esa transición de algo estático a brindar un mensaje que tendrá desplazamiento?
–Es un lindo pasaje, un buen desafío. Juega mucho el cambio de escala, las texturas, el movimiento de la prenda y las zonas importantes de lectura, pero está buenísimo lograr que el arte sea algo cotidiano. Creo que soy un artista callejero con una gran cantidad de herramientas de diseño gráfico; ya mi canvas dejó de ser una computadora. Ya no necesito de un comité o un cliente que me llame para mejorar o solucionar un problema específico de comunicación, sino que ahora yo soy el que comunica y dice lo que siente. Si a alguien le sirve, buenísimo.
–¿En qué te afectó la situación actual?
–Me afectó muchísimo. Hace más de 120 días que no puedo pintar ningún mural nuevo, ni en ámbito privado ni en la ciudad. A su vez, también se cancelaron eventos y recitales donde principalmente me contratan para intervenir. Pero lo bueno es que pude ponerme a trabajar en lo que va a ser mi primer libro y en crear obra pintada en formato chico para que la gente pueda adquirir.
–¿Cuál de todas tus frases nos podés regalar en función de lo que estamos viviendo?
–La frase que siento que es para esta pandemia es “El amor no tiene distancia”. Ahora toca guardarse y cuidar al otro, pero ya pronto vamos a poder abrazar a quien queremos.
FUENTE: elplanetaurbano.com