El refrán que dice “en casa de herrero, cuchillo de palo” podría ejemplificar el caso de Bravo Motors, la compañía californiana de origen argentino que acaba de firmar un acuerdo multimillonario en Brasil para la instalación de una mega fábrica para producir autos eléctricos y baterías de litio.
El acuerdo, oficializado por el gobernador de Minas Gerais, Romeu Zema, es por una suma de 4.000 millones de dólares (25 mil millones de reales) y contempla la producción de 22.790 vehículos eléctricos por año (serán taxis, combis y buses) a partir de 2024 y de 43.750 packs de baterías de litio.
Esta inversión fue posible gracias a los 750 socios y dos fondos de inversión con los que actualmente cuenta la empresa cuyo CEO, Eduardo Muñoz, también es argentino.
De esta maneara, el estado de Minas Gerais, gran productor de litio en Brasil, se convertiría en el primero de Latinoamérica en instalar un clúster de baterías y vehículos eléctricos, que llevará el nombre de “Colossus Cluster Minas Gerais” y generará uno 13.800 nuevos puestos de trabajo, de manera directa e indirecta.
La ventaja de ser la única empresa californiana de origen latino, con acceso a las tecnologías y a gran parte de las inversiones, fueron motivos suficientes para que Bravo Motors, que buscaba un lugar donde hacer realidad sus desarrollos, fuera convocado por las autoridades brasileñas.
“Es un emprendimiento que abre un escenario muy positivo para el futuro. Sabemos que en las próximas décadas, la industria del automóvil tendrá que reinventarse por completo, pasando del tipo actual de motorización a los motores eléctricos. Iniciaremos este proceso en Minas Gerais y Brasil. Haremos todo lo posible para que estas raíces sean muy consistentes y que esto prospere tanto como sea posible”, declaró el gobernador Zema en un comunicado.
¿Cómo fue que una compañía de origen argentino terminó desembarcando con tal envergadura en Brasil?
La historia de Bravo Motors (BMC) y del arquitecto Miguel Ángel Bravo, tiene sus raíces en La Paternal. Allí, en su taller, fabricó hace más de una década el Nach-One, el primer prototipo de auto eléctrico desarrollado íntegramente en el país.
El objetivo del arquitecto Bravo fue el de llegar a ser el primer fabricante argentino de autos eléctricos. Por eso al Nach-One le siguieron otros vehículos cero emisiones como el Buggy Tecnópolis (2011) y el Rod On (2012), un city car para dos personas y 120 kilómetros de autonomía pensado para el carsharing, un servicio de movilidad del cual casi ni se hablaba en aquel entonces.
Emprendedor incansable, Bravo también desarrolló el proyecto Auto Popular Argentino (APA), un vehículo de uso específico para taxi, flete, flota o auto familiar que contaba con mecánica de Fiat Powertrain Technologies.
Aquellos tiempos fueron una paradoja para BMC. La compañía logró ganar dos Premios Innovar, un concurso promovido por el gobierno nacional desde 2006 que impulsa la cultura innovadora en diferentes ámbitos productivos. Con premios y propuestas de desarrollo, el arquitecto Bravo recibió un revés tras otro se quienes también habían reconocido su trabajo.
Jamás pudo obtener la licencia que lo habilitara como terminal automotriz. Por eso cansado de tantas negativas del Gobierno, aquel entonces presidido por Cristina Kirchner, Bravo mudó sus proyectos y desarrollos a los Estados Unidos, donde fue seleccionado por el Departamento de Comercio de Washington y tuvo el apoyo de la oficina del gobernador de California.
“Esto nos permitió dar un salto cuali cuantitativo y entrar en lo que se denomina Movilidad como Servicio (Mobility as a Service); es decir, vehículos eléctricos, compartidos, conectados y potencialmente autónomos. Ahí vimos una gran oportunidad en la región, porque es de las que más consume vehículos de transporte público”, comentó Miguel Ángel Bravo a Clarín.
Bravo nunca vio la posibilidad de competir con Tesla, el gigante eléctrico creado por Elon Musk. Si no de ocupar un sector de nicho como el del transporte público, para nada desarrollado en lo que a electromovilidad se refiere dentro de Latinoamérica.
“De más esta decir que mi única relación con Elon Musk, es que soy uno de sus fans”, dijo alguna vez Bravo, que ahora en su equipo tiene a José Marquez, un ex Tesla, a varios diseñadores de renombre, entre ellos Pedro Campo, un hombre importante en la historia del automovilismo nacional y creador del famoso “Trueno Naranja”. Campo es quien desarrolla los chasis de los BMC.
“Nuestro equipo sumará próximamente al mejor diseñador argentino de la actualidad. Aunque aún no estoy autorizado a decirlo”, comentó Bravo.
Constituida como empresa estadounidense BMC volvió a probar suerte en la Argentina en otras oportunidades durante la gestión de Mauricio Macri y también tras la asunción de Alberto Fernández. Así y todo sus planes siempre fueron ignorados.
“Hace ocho años ofrecimos en la legislatura traer buses eléctricos para comenzar con las pruebas y hace más de una década presentamos proyectos para comenzar a fabricar baterías de litio. El objetivo fue autoabastecerse y poder exportar”.
A pesar de todo, el arquitecto Bravo sigue viviendo en el país, donde continúa como profesor universitario e investigador. “Aunque ahora viva prácticamente arriba de un avión, mi lugar y mi vida están acá, en Argentina”, sentenció.
FUENTE: Hernán Oliveri – www.clarin.com