En los años 60 la socióloga inglesa Ruth Glass estudió la transformación de Londres y cómo en sus barrios populares comenzó un proceso de renovación urbana. Con esa transformación nuevos negocios poblaban sus locales y clases más acomodadas empezaban a vivir allí.
La contracara de este fenómeno, al que bautizó como gentrification -que luego sería hispanizado como gentrificación- era que a raíz del aumento en los costos de alquiler, los pobladores de esas zonas se veían desplazados y obligados a reinstalarse en lugares más alejados de sus trabajos.
En Buenos Aires se vivieron procesos similares en las últimas décadas. Tal vez el más destacado de todos sea el caso de Palermo Viejo a principios de los años 90. Antes de que las marcas de ropa y restaurantes se instalaran allí, el barrio estaba poblado de talleres mecánicos e, incluso, se lo consideraba una zona peligrosa.
Más cerca en el tiempo, San Telmo y Parque Patricios fueron testigos del impulso del mercado inmobiliario. El primero de ellos, gracias al turismo receptivo y el auge de Airbnb.
En Parque Patricios, la creación del Distrito Tecnológico acercó a empresas del sector. Y con ellos llegó una gran cantidad de nuevos negocios que buscaban a estos nuevos consumidores y más gente buscó vivir en la zona.
“Hoy no veo ningún barrio que esté pasando por este proceso. En algún momento se creyó que podía ser Barracas, pero por el momento no está sucediendo”, dice Miguel Di Maggio, director de la Inmobiliaria Depa.
En línea con esta apreciación, la mayoría de los permisos de construcción en la ciudad se concentran en el corredor norte. Allí están barrios de clase media y media alta ya consolidados.
“Si vemos lo que está pasando ahora, los barrios más buscados están en el norte. Saavedra, el bajo Belgrano y Núñez son las estrellas del momento en el mercado”, cierra Di Maggio.
FUENTE: www.cronista.com