Así como los coworkings -espacios colaborativos de trabajo- representan la última tendencia en el mercado corporativo; los colivings se perfilan como lo más novedoso del segmento residencial. Por supuesto, no es para cualquier público, pero tampoco es exclusivamente para los jóvenes, como se cree. Al contrario, los colivings pueden reunir a personas de diferentes culturas, incluso etarias, pero con hábitos similares.
Hasta el momento, Casa Campus es la única compañía en la Argentina que se dedica a la construcción y operación de estas residencias de alquiler temporario, en el que los espacios de socialización son claves.
La primera experiencia fue Casa Campus Pilar Suites, que también funciona como hotel. A partir de entonces, se construyeron seis edificios más en Capital Federal, sólo dedicados al co-living, y están en carpeta otros proyectos en la región. Juan Mora, CEO y fundador, explica el espíritu del negocio: “Parte de la idea de integrarse a una comunidad, como una especie de club. Por eso para nosotros es indispensable la estrategia sólida de fidelización. Y, de hecho, el 70% de los miembros llegan a través de referencias”.
Además de la gerenciadora, en los colivings existen dos grupos: por un lado, los inversores, que en el caso local pueden adquirir una unidad desde US$ 60.000 financiada y obtener, según datos de Mora, un 7% de renta anual en dólares. “El propietario obtiene una ganancia aunque su unidad no esté alquilada y, como los precios se revisan por semana, siempre se mantienen actualizados con respecto a la inflación”, sostiene el empresario. De la operación y el mantenimiento de los edificios se encarga la misma empresa que, además, se preocupa de que la construcción sea de buena calidad porque, como señala Mora, “no podemos permitirnos tener frenada una unidad”.
Por otro lado están los usuarios. Si bien no existen restricciones, el foco del negocio está puesto en los estudiantes extranjeros. Para acercarles la propuesta, la compañía establece vínculos con las universidades privadas -que garantizan a los padres la posibilidad de alojar a sus hijos a metros de su sede- y el Gobierno de la Ciudad, interesado en atraer nuevos residentes.
El alquiler es mensual, ronda los US$ 500 y le permite al usuario aprovechar todas las instalaciones e incluso hacer un “swap” con miembros de otros edificios. “Alguien de Pilar puede usar la piscina de San Telmo”, acota Fahad Siddiqui, el socio londinense de 30 años. La historia de los co-livings es en parte la suya. Mientras estudiaba en la London School of Economics creó una compañía de alquiler temporario que se gestionaba por internet y que ahora forma parte del grupo The Collective, el referente mundial en este mercado. Siddiqui entiende a la perfección los valores de sus congéneres, que prefiere experimentar la diversidad a la estabilidad laboral y no cerrarse a un perfil profesional tradicional. Muy por el contrario, los sub-35 eligen construir su camino a partir del cruce de conocimientos. “El core del negocio es la flexibilidad”, resume.
A tal fin, los Casa Campus ofrecen una serie de actividades lúdicas, académicas y solidarias para tender redes entre los miembros. Ramiro Julia, otro de los socios, grafica: “Sentimos que cuando se van, los miembros se llevan la camiseta puesta de esta experiencia a sus países”. En su opinión, esto se debe a que entre la operadora y los usuarios “la conexión es mayor y cuando se suman nuevos estudiantes lo tomamos como si se agrandara la familia”.
Siddiqui destaca el rol de la fundación, a través de la cual se realizan acciones solidarias. “La mayoría de los miembros son estudiantes que serán líderes de la región y que forman parte de una generación que tiene ganas de brindarse a la comunidad. A nosotros nos parece importante poder acercarles esa posibilidad”, concluye.
FUENTE: www.clarin.com