La noticia de la venta del edificio donde a principios del siglo pasado funcionó el prostíbulo de Madame Safó abrió el debate. Durante una semana, especialistas, profesionales y amantes del patrimonio de la ciudad discutieron sobre distintos puntos relacionados con las políticas de preservación de los edificios declarados de interés histórico. Y el resultado fue un escrito con una centena de firmas que el grupo Basta de Demoliciones entregó en la Intendencia y en el Concejo Municipal. Entre otras ideas, proponen generar contenidos específicos para hacer conocer la historia de la ciudad, y difusión sobre el patrimonio local, habilitar el acceso público a los convenios urbanísticos que permiten la modificación de estas propiedades y ampliar los catálogos a edificios emblemáticos de los barrios o construcciones de arquitectura más recientes. “Poder valorar la arquitectura de Rosario es un paso necesario para hacerla habitable”, señalan.
La iniciativa llegó el miércoles pasado al Palacio de los Leones acompañado de unas 180 firmas. Según explicó el arquitecto Pablo Mercado, referente de Basta de Demoliciones, “se trata de una serie de observaciones, un punto de referencia sobre otra manera pensar patrimonio y ciudad” que no comprende las construcciones históricas como piezas de museo sino como espacios para habitar.
En Rosario, destaca, hay una larga historia de descuidos sobre el patrimonio. “Demoler edificios de valía es una forma de especulación sobre el suelo urbano. Quienes tienen el poder público deben procurar que la ciudad tenga edificios que sean un hábitat, no una inversión”, señala.
El escrito se divide en siete partes, una por cada día de la semana en los que transcurrió el debate a través de las redes sociales, y gira en torno a tres ejes: sobre las construcciones remarca la necesidad de difundir el rico patrimonio cultural de la ciudad, sobre las políticas de preservación propone facilitar el acceso a la información sobre las acciones del programa de preservación y, sobre todo, al uso de los fondos para la conservación de edificios y, finalmente, sobre los catálogos de construcciones protegidas propone extenderlos a los barrios y a las obras destacadas posteriores a la década del 50.
Punto por punto
“Entendemos que Rosario tiene un gran potencial para el turismo y la calidad de vida de sus habitantes”, señala el escrito y se pregunta ¿Cuáles son las campañas que se desarrollan para la identificación, la difusión de nuestro patrimonio y el fortalecimiento de nuestra identidad?. En este sentido destaca que falta generación y difusión de contenidos sobre el patrimonio local y tampoco existe apoyo a las actividades que emprenden organizaciones y grupos para promover el conocimiento sobre la historia local.
Además, proyecta la creación de un archivo municipal para conocer quienes han construido y construyen la ciudad, incluyendo la documentación de construcciones demolidas, manteniendo datos, planos y expedientes que hacen a la identidad cómo ciudad y paisaje.
El escrito también recuerda que Rosario tiene una larga tradición de políticas públicas relacionadas con el patrimonio. Por ejemplo cita la comisión asesora creada en 1984 conformada por representantes de diferentes instituciones y tres años después se creó el programa de patrimonio en el ámbito de la Secretaria de Planeamiento Municipal.
Sin embargo, advierte, “no sabemos quiénes son sus miembros, cuándo se reúnen, qué temas tratan, o a quiénes representan”. Y propone facilitar el acceso a información sobre los convenios urbanísticos que se realizan con el aval del Concejo Municipal o sobre el destino de los fondos que se destinan del 3 % de la tasa municipal para la conservación del patrimonio o las compensaciones surgidas por convenios urbanísticos.
También abre el debate sobre el inventario de obras a conservar “que excluye las obras de los últimos 68 años, privando a los ciudadanos del conocimiento sobre ese rico Patrimonio que incluye las obra de gran interés patrimonial y turístico de una extensa lista de profesionales reconocidos y premiados” y pone como ejemplo una decena de profesionales contemporáneos.
Pero no sólo eso, el inventario no da cuenta de lo que se construyó en los barrios. “Alberdi, Saladillo, Fisherton, Echesortu por nombrar algunos están fuera del catálogo y sus autores, constructores, se vuelven anónimos”, advierte.
Al fin y al cabo, el debate por el patrimonio es también el debate por la historia y la calidad de vida de la ciudad.
FUENTE: www.lacapital.com.ar