Vecinos y vecinas del barrio de Palermo, agrupados en el colectivo Palermo Resiste, presentaron en la Legislatura porteña un proyecto de ley para limitar las alturas y capacidades constructivas habilitadas por el nuevo Código Urbanístico (CUR). Se suman así a la experiencia de otros barrios de la Ciudad como Belgrano, Núñez, Villa del Parque o Villa Ortúzar, que ya presentaron iniciativas para intentar frenar el avance inmobiliario impulsado por la normativa aprobada por el oficialismo porteño en el año 2018. Según el relevamiento que realizaron los vecinos y vecinas, sólo en los dos polígonos que abarca el proyecto hay más de 180 nuevas construcciones o emprendimientos inmobiliarios a futuro.
El fenómeno se expande en los barrios porteños. Los vecinos y vecinas se organizan en colectivos, asambleas, conforman comisiones, se hacen cargo de relevar la situación del barrio, y con todo ese trabajo a cuestas llevan sus proyectos a la Legislatura. En el caso de Palermo Resiste, la iniciativa presentada tiene un total de 110 páginas, que incluyen mapas, gráficos comparativos que muestran el efecto del CUR o casos concretos de patrimonio perdido o en peligro. “En el relevamiento se detectaron más de 180 edificaciones o nuevos emprendimientos, más de 50 demoliciones y aproximadamente 130 casas en venta de vecinos que, frente a esta situación, están decidiendo abandonar el barrio”, cuenta a Página/12 Andrés, integrante del colectivo.
El proyecto abarca dos polígonos dentro del barrio de Palermo, uno pegado al otro. El primero, en la zona conocida como Palermo Viejo, está delimitado por las avenidas Córdoba y Scalabrini Ortiz, y las calles Guatemala y Godoy Cruz. El segundo, a un costado, por Paraguay, Mario Bravo y Avenida Coronel Díaz, también hasta Córdoba, Scalabrini Ortiz y Guatemala. “El proyecto propone volver a lo que establecía el Código antes de 2018, limitando las alturas de edificación. Por ejemplo, los edificios que antes podían tener tres pisos en algunas manzanas ahora pueden tener siete”, precisa Andrés sobre el principal punto de la iniciativa.
Otro de los ejes radica en los pulmones de manzana. Según explican desde Palermo Resiste, el nuevo CUR desreguló la obligatoriedad de los pulmones permitiendo a las desarrolladoras mayor constructibilidad en metros cuadrados hacia adentro de las manzanas. Además de ser una tentación para la construcción, la falta de pulmones atenta contra una característica tradicional de las edificaciones del barrio que cuentan con espacios abiertos en los que predomina la luz y el verde, con sus respectivos beneficios ambientales. Sobre este punto, el proyecto propone “limitar la ocupación del suelo edificable hasta un cuarto de manzana, preservando los pulmones y aumentando la capacidad ambiental”.
“Todas estas cuestiones también hacen que sea mucho más redituable comprar una casa patrimonial entera y demolerla para construir un edificio, cosa que antes no pasaba”, sostuvo Andrés sobre la flexibilización constructiva habilitada por el nuevo CUR. Según otro estudio difundido por los vecinos y vecinas, el Código habilita potencialmente una constructibilidad que “cuadruplicaría la capacidad habitacional del barrio”. Desde Palermo Resiste advierten en este sentido que no se llevaron a cabo las obras de infraestructura necesarias para solventar un crecimiento exponencial de este tipo, y alertan especialmente sobre la situación del servicio de agua y electricidad, así como la capacidad de estacionamiento del barrio.
La iniciativa también prevé retrotraer los usos permitidos del suelo a lo que la normativa establece como “Baja mixtura de usos N°1”, es decir, área residencial con comercios minoristas. El CUR de 2018, en tanto, dividió partes de los polígonos en cuestión en las áreas 2 y 3 de “Media mixtura de usos”, con comercios de “mediana afluencia”. “El barrio está saturado de nuevos negocios gastronómicos. La nueva mixtura tendría que ser equitativo entre lo residencial y lo comercial, pero no es así. Según el relevamiento que hicimos hay aproximadamente 280 decks gastronómicos instalados, que quedaron de la pandemia y que además incluyen una ocupación enorme del espacio público”, advirtió Andrés en este sentido.
El proyecto de los y las vecinas de Palermo se suma a varias otras iniciativas presentadas por agrupaciones barriales de diversos puntos de la Ciudad. Hasta ahora, sólo en Núñez y Belgrano tuvieron éxito. El septiembre del año pasado la Legislatura aprobó límites a la construcción en la zona de Lomas de Núñez y un sector del Bajo Belgrano. Vecinos y vecinas de Villa Ortúzar, Villa del Parque, Villa Devoto y Chacarita también presentaron iniciativas similares pero aún no fueron puestas en consideración en comisiones. “Palermo Resiste nace de la necesidad de recuperar el barrio para los vecinos, porque nos estamos viendo expulsados. Nos fuimos organizando puerta a puerta, de manera apartidaria, y nos contactamos con otros barrios en la misma situación”, cuenta Andrés sobre el surgimiento del colectivo.
El proyecto también es acompañado por la ex legisladora y ex titular del INADI, María José Lubertino, también vecina de Palermo y directora de la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos. “Soy damnificada directa por una demolición al lado de mi casa que ha determinado daños irreparables y también porque caerán las sombras sobre la terraza y mi patio, afectando la vista que he tenido durante más de cuarenta años a la Plaza Armenia”, advirtió Lubertino, quien aseguró que el proyecto cuenta con el acompañamiento de “centenares de firmas”.
FUENTE: Santiago Brunetto – www.pagina12.com.ar