La rehabilitación del transbordador Nicolás Avellaneda después de 57 años de inactividad estuvo signada por los percances desde el primer día, el 28 de septiembre pasado. En el viaje inaugural, la barquilla colgante solo pudo completar la mitad del cruce sobre el Riachuelo, entre La Boca y la Isla Maciel, en Avellaneda. Y desde entonces, hace nueve meses, nunca más volvió a funcionar pese a la expectativa generada.
La renovación, que tomó cuatro años y demandó una inversión de $220 millones, fue ejecutada por Vialidad Nacional. Según estaba previsto, al finalizar las obras el control del artefacto sería transferido al Estado porteño para que se encargara de operarlo. La intención era que “vuelva a desplazar su barquilla de orilla a orilla trasladando transeúntes y vehículos, como lo hizo entre 1914 y 1960, aunque ahora ya no se tratará de obreros fabriles y peones del puerto, sino de turistas ávidos de nuevas experiencias”, anunció la Ciudad antes de la fallida reinauguración.
Con ese propósito, la puesta en valor incluyó varias intervenciones: “Se reacondicionaron los dos motores originales y la cabina desde donde se controla la traslación de la barquilla. El sistema eléctrico se tuvo que hacer a nuevo. La estructura fue arenada y se la recubrió con pintura epoxi de última generación, que le devolvió el color gris plomo original”, detalló aquel día Juan Alberto Ruiz, jefe del primer distrito de Buenos Aires de Vialidad Nacional. También explicó que se reforzaron los tirantes de acero que unen la barquilla con el carril superior por el que corre.
El estruendo alegre de los bombos y platillos de la banda de música de la Prefectura Naval Argentina le dio un tono épico a la ceremonia del 28 de septiembre, cuando 30 anhelantes vecinos -elegidos por el gobierno porteño mediante un sorteo- abordaron la barquilla colgante para el primer viaje.
El vehículo dejó la orilla boquense, pero al llegar a la mitad del recorrido se detuvo. En el otro lado, el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi (Frente para la Victoria), había organizado un acto paralelo. El gobierno porteño desconfió de la cordialidad del recibimiento; para evitar eventuales desencuentros, la barquilla regresó a La Boca.
La ceremonia estuvo presidida por el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta; el vicejefe, Diego Santilli, y el secretario general de la provincia de Buenos Aires, Fabián Perechodnik.
Pero el transbordador no volvió a operar. Según pudo reconstruir LA NACION, el traspaso al Estado porteño hasta ahora no se concretó. Voceros de Vialidad Nacional dijeron que se está “trabajando en el cierre del convenio” con la Ciudad y que será esta la que decida el uso que se le dará al transbordador. Por su parte, fuentes del gobierno porteño no dieron ninguna precisión.
Decepción
“Pensamos que la puesta en funcionamiento sería mucho más ágil”, se lamentó Oscar Andreani, presidente de la Fundación x La Boca, que impulsó el proyecto como una forma de revitalizar el barrio. “No conozco las causas de la demora”, agregó, y consideró que la operación de la barcaza -que está en perfectas condiciones para funcionar- podría ser concesionada para hacer paseos turísticos.
Como Andreani, los vecinos de las dos orillas desconocen las razones de la inactividad del transbordador y expresan su desazón. “El día de la inauguración subí a la barquilla con mi abuelo Alejandro, que usaba el puente cuando era chico. Pero llegamos hasta la mitad del recorrido y nos hicieron volver -dijo Alexander Paz, de 14 años y vecino de La Boca-. No tengo ni idea de por qué nunca más funcionó”. En tanto, Sergio Sosa, de 52 años, vecino de la Isla Maciel, recordó: “Se había dicho que lo usarían para transportar turistas, pero desde la inauguración nunca más anduvo”.
De la verificación del estado de la imponente estructura metálica se encargó el Centro Argentino de Ingenieros (CAI), que dictaminó que estaba “en perfectas condiciones”, explicó el ingeniero Néstor Guitelman.
La empresa Eleprint se ocupó de volver operativo el sistema electromecánico que hace desplazar la barquilla. “El sistema quedó reutilizable y seguro”, explicó el ingeniero Sebastián Sarasqueta, que trabajó dos años y medio en el proyecto. “Para hacer la puesta en valor de toda la estructura del puente y para volver la barquilla operativa primero había que desactivar una bomba: un gasoducto que pasaba sobre la estructura del puente”, recordó. Así se hizo y ahora pasa por un túnel subterráneo que ya existía. “Para mí es una decepción gigante”, señaló Sarasqueta sobre la inactividad del transbordador.
Inaugurado en 1914, el puente tiene 77,50 metros de largo y 43,52 metros de alto. Una parte de su estructura fue construida en Inglaterra y traída a Buenos Aires en barco. Su barquilla colgante podía transportar unas 30 personas y cuatro coches, y tardaba cuatro minutos en hacer el recorrido. En 1940, se construyó a 100 metros un puente moderno, también bautizado Nicolás Avellaneda. Y en 1960 el transbordador dejó de funcionar.
En todo el mundo fueron construidos 20 transbordadores, pero solo ocho siguen en pie: algunos con fines turísticos y otros, de uso regular. El de La Boca es el único que queda en América. El día de la reinauguración, el ingeniero español Rafael Sarría, director gerente del transbordador de Vizcaya, fue concluyente: “Si a partir de hoy vuestro puente no empieza a funcionar, no lo hará jamás”. Los vecinos ruegan que se haya equivocado.
FUENTE: lanacion.com.ar