Todos recordarán el grito de guerra de Mauricio Macri de “no se inunda más”, en el que describió que en sus primeros años como jefe de Gobierno la Ciudad se seguía inundando hasta que concluyeron las obras. Lamentablemente, la realidad se viene ocupando de refutarlo una y otra vez. Lo saben los vecinos de Saavedra, Villa Urquiza y otros barrios que vieron como el agua tapaba autos y formaba ríos bajo la lluvia copiosa de la semana pasada. Ni las pérdidas en un hospital inundado, ni los autos que tuvieron que rescatar, ni los pasos a nivel anegados completamente ni los cortes de luz movilizaron un mea culpa por parte de la fuerza que gobierna la Ciudad desde 2007. A lo sumo, hay un encogerse de hombros y decir que es un problema de la naturaleza, que no se ocupa de que llueva menos.
Fue el domingo de la semana pasada, cuando cayeron 60 milimetros en tres horas, que se puso a prueba la promesa de Macri. Y spoiler: no la pasó. Las lluvias afectaron sobre todo a la zona norte y oeste de la Ciudad, donde los vecinos y vecinas apuntaron contra el Gobierno porteño por las obras adeudadas o por el impacto climático del avance inmobiliario. Tanto cemento en las plazas no es gratis.
Las zonas de Saavedra que se inundaron son las mismas que en 2013 sufrieron lo peor de la inundación porteña, en la que fallecieron ocho personas (fue de la mano con las muertes en La Plata). Desde aquella inundación los vecinos y vecinas vienen reclamando por la construcción de un segundo reservorio en el Parque Sarmiento, obra que está prevista desde ese año pero que aún no comenzó y estamos en noviembre. Y que, a la luz de lo ocurrido, se demuestra urgente. Dato: el proyecto estaba planificado en el ex Golf de Parque Sarmiento, parte de los terrenos que Larreta concesionó al club de rugby Belgrano Athletic.
No fue Saavedra, no obstante, el único barrio inundado. En Liniers hubo entre 40 y 50 milímetros de agua, mientras que entre Villa Ortúzar, Villa Devoto y Villa Urquiza, por ejemplo, cayeron 48 milímetros y las imágenes de la inundación fueron elocuentes. En el paso bajo nivel Luis Alberto Spinetta de Congreso al 3900, entre Villa Urquiza y Coghlan, los bomberos debieron rescatar a un vehículo que había quedado flotando en un río de agua de lluvia. El conductor del auto, por suerte, no requirió asistencia médica.
En Devoto, en tanto, los vecinos y vecinas difundieron imágenes de la calle Fernández de Enciso, una de las principales del barrio, que conecta la estación del Ferrocarril San Martín con la Plaza Arenales. En las imágenes se podía ver a los autos circulando entre la inundación en torno a una calle que en los últimos meses sufrió una transformación total por parte del GCBA pese a encontrarse dentro de Área de Protección Histórica (APH). Se removieron adoquines, se nivelaron las veredas con la calle y hasta se colocaron decks gastronómicos. Nadie escuchó las quejas de los vecinos.
Quizás otra imagen elocuente –en semanas en el que el sistema de salud porteño consiguió una victoria en la lucha por los salarios- fue lo que ocurrió en el Hospital Durand. En un video publicado en las redes sociales de la junta de delegados del hospital se podía ver a los enfermeros y enfermeras sacando agua del interior del lugar con secadores de piso. El agua llegaba incluso hasta abajo de las camas de las salas de guardia. Y se perdió una cantidad todavía no calculada de insumos: sueros, gasas, alcohol, jeringas y algodón, entre otros elementos sanitarios, fueron alcanzados por las aguas.
En Twitter, el periodista Fernando Duclos, más conocido como Periodistan, escribió: “No estoy en India; estoy en la ciudad de Buenos Aires. Esperando el 127 en Villa Urquiza me agarró el diluvio. Ahora, esperando en la casa de un vecino, que me abrió las puertas para protegerme del río”. El legislador bullrichista Juan Pablo Arenaza le respondió: “Después de la sequía qué hay tendrías que estar bailando en pelotas agradeciendo esta lluvia cómo seguramente están haciendo ahora en el campo y no chillando porque te mojas los pies”. Aunque fue un poquito más que solo “mojarse los pies”.
De nuevo, este escenario pone en discusión la política del Gobierno porteño de permitir torres y más torres y de llenar las plazas con cemento y árboles de plástico. El legislador porteño del Frente de Todos, Javier Andrade, advirtió que “en los últimos 10 años aproximadamente se construyeron 1.500.000 metros cuadrados por año, y en CABA somos 3 millones de habitantes y eso no varió. ¿Para quién se construye? Casi el 65 por ciento de esas construcciones son lujosas”. Hay que replantearse para quién es la Ciudad y si nos conviene seguir por el camino pavimentado de cemento, que termina en un paredón y después, más allá la inundación.
FUENTE: Werner Pertot – www.nueva-ciudad.com.ar