El historiador rosarino Miguel Angel De Marco (h) ingresó esta semana como miembro de número de la Academia Nacional de Historia de la República Argentina. Y a pedido del presidente de la honorable institución presentó una disertación sobre las explicaciones que la Historia puede dar acerca de la actual coyuntura de Rosario en materia de inseguridad, incendios en zona de islas y demandas sociales y económicas insatisfechas.
El también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Núcleo de Ciudades Portuaria del Idehesi-Conicet replicó, en un mano a mano con Rosario3, algunos de los ejes con los que intentó explicar el estado de situación de la ciudad. De Marco habló de los años de atraso que tiene el país y aún Rosario, y sobre la falta de herramientas políticas-institucionales para que la región se convierta en un verdadero polo de desarrollo. Insistió una vez en la necesidad de reformar la Constitución provincial y pensar en un nuevo esquema de gobernanza.
Algunas definiciones que la clase dirigente deberá leer con detenimiento:
–¿Cómo se explica desde la Historia la actual coyuntura de la ciudad?
–Rosario es una ciudad portuaria disruptiva del proceso histórico argentino de los siglos XIX y XX. Es un caso singular: se trata de una urbe portuaria de gran magnitud del país y del Cono Sur que nunca fue capital estadual y es uno de los pocos casos mundiales donde una metrópoli con un desarrollo ferroportuario como tal no es capital del país.
Fíjense hasta qué punto es la falta de desarrollo institucional del sector público que impacta sobre la actualidad. Hay un condicionamiento político institucional pese a que la ciudad es el eje económico de la región, productor de divisas, ciudad portuaria expuesta a las rutas que conectan con países y otras provincias. Y resulta ser la más afectada para solucionar los problemas. Un ejemplo de ello es la Justicia federal: los juzgados federales a mitad de siglo XIX se crearon a partir del perfil que iban adoptando ciudades como Rosario.
Es más, los juzgados federales de la ciudad de Santa Fe se constituyeron después para ayudar a Rosario. Y resulta que cuando se creó el primer juzgado había 10 mil habitantes, hoy hay cuatro juzgados federales y dos dedicados al narcotráfico cuando somos un 1,5 millón casi en el área metropolitana. Entonces no nos puede sorprender para nada lo que sucede hoy. La Historia demuestra que Rosario corre a destiempo y con décadas de atraso.
–¿Rosario podría ser de otra manera si fuera capital de provincia?
–Es que cuando Urquiza impulsa a Rosario y al surgir como una urbe nueva, Buenos Aires y Santa Fe tienen una reacción muy negativa. Cuando se piensa a Rosario también se la pensaba como capital de la República. En tres oportunidades a lo largo de la Historia, el Congreso votó para que Rosario fuese la capital del país y eso fue vetado por Mitre y Sarmiento en favor de Buenos Aires. Y de ahí pasamos de ser la posible capital de país a ser dependiente de un gobierno provincial.
Santa Fe y Buenos Aires tienen tiempos y realidades distintas en relación a Rosario. Somos una ciudad susceptible de recibir las crisis del capitalismo. La dinámica de Rosario fue muy buena hasta la Primera Guerra Mundial y después de la Segunda Guerra tuvo un enorme golpe. Cada gobierno que asumió en el siglo XX se quejó del atraso de tres décadas que tenía la Argentina y Rosario aún más. Todos los gobiernos esperaron que Rosario y su región productiva fueran los que pudieran iniciar un camino de recuperación. Pero nunca le dieron las herramientas políticas para constituirse en un nuevo polo de desarrollo, eje de un nuevo federalismo, ciudad cosmopolita y de enorme receptividad a idea innovadoras de alto impacto internacional, y ser la llave para recuperarse de ese atraso crónico.
–¿Se puede salir de esta situación o ya es una cosa juzgada?
–El actual ordenamiento constitucional limita al desarrollo de Rosario y lo que estamos viviendo es porque llegamos a un ciclo final de agotamiento. Estamos en un momento histórico. Aunque no veo por dónde va a despuntar un proceso que tienda a revertir la actual situación.
Con el actual esquema es imposible que se salga del actual laberinto. Hubo intentos de salirse de estos esquemas de control político desde su creación. Rosario se plantó varias veces frente al poder central y lo que pudo obtener fue con el apoyo de representatividad de sus fuerzas públicas y privadas. Eso se dio a principios del siglo pasado cuando éramos una sociedad más chica, con una elite dirigente que había nacido con la ciudad y había crecido en un lugar que pasó de ser villa a una ciudad cosmopolita.
–¿Se empieza con una reforma de la constitución provincial?
–Primero hay que decir que no siempre los grandes partidos nacionales contribuyeron a que podamos resolver la salida de este laberinto. Habría que hablar de una reforma constitucional que avance, dejar de lado los actuales departamentos que fueron concebidos con la realidad del siglo XIX y que Rosario sea jerarquizada como capital estadual de una región sin salirse de la provincia.
Rosario es una ciudad portuaria y tiene un Hinterland propio, es decir un conjunto de relaciones económicas, productivas y sociales, y a través de sistema de comunicaciones, se constituye en una cabecera del sur de Entre Ríos, sur de Córdoba, norte de Buenos Aires y centro-sur de Santa Fe. Esa es la gran región real de Rosario que nada pudo alterar, que existe y que la ciudad es la cabecera productiva, universitaria, económica y social.
Hoy Rosario no puede intervenir sobre su Hinterland porque hay jurisdicciones que se le escapan. Es lo que demuestra que si seguimos con el modelo actual será de mayor decadencia y abandono.
–¿Cómo lo hacemos, refundando el país?
–El gran problema es que nosotros hemos concebido la historia de un país con pujas políticas, como los unitarios versus los federales, que nos han corrido el eje de la verdadera discusión ignorando la realidad de las regiones.
Como historiador ya en el año 2000 planteaba la necesidad de la reforma de la Constitución provincial, ya pasaron más de veinte años y seguimos con la misma Carta Magna. Es un tema que tiene que estar en una agenda inmediata, dentro de las principales discusiones. No se puede cambiar la estructura del país, pero sí empezar por la provincia, discutir su Constitución, revisar algunas cuestiones para potenciar el norte, a Rosario y cómo afrontar las tres provincias que somos, en una con las distintas realidades que atraviesan a la bota santafesina. Tratar de avanzar de alguna manera sobre la coyuntura que siempre nos pasa por arriba y seguimos poniendo parches a una agonía.
Las posibilidades de Rosario están vinculadas a la innovación, el desarrollo, las universidades, el conocimiento, el potencial agroindustrial. Nos falta fortaleza para nuestros gobiernos. Cuando hay mayor nivel de gobernanza, hay mayores posibilidades de desarrollo. Falta una instancia superadora para lograr un mayor nivel de gobernanza. Por ejemplo, ya no se puede hablar del Puerto de Rosario, hablamos de un complejo portuario del Gran Rosario que requiere de soluciones ambientales, de seguridad y de vialidad, comunes a las diferentes localidades. Tiene que haber un órgano que consensue esos intereses.
–¿La actual clase dirigente podría llevar a cabo ese gran cambio, qué condiciones debería. tener los políticos para avanzar en un paso así?
–Deben entenderlo primero. En la actual situación lo más apropiado es empezar de cero, generando construcciones en función de intereses estratégicos y no partidarios. Rosario necesita cada vez más pensar que los partidos deben elegir sus candidatos locales, no con la verticalidad tradicional que impone el poder central. Eso habilitaría la posibilidad de la autonomía propia y de una gobernanza que genere un movimiento tal que los partidos verticalistas deberán adaptarse al poderío de la articulación pública-privada local.
FUENTE: Sergio Roulier – www.rosario3.com