Mateo Bonnin llegó a estas tierras en el año 1887 al quedar huérfano de padre y madre en Mallorca. Mucho de sus primeros años no se conoce, pero a partir de sus veinte años, aproximadamente, se sabe que se unió a una compañía teatral, la de Mariano Gale, con la que realizó giras por todo Sudamérica. Se casó con una de las sobrinas de Gale, que era cantante de ópera, y vivieron algunos años en Perú y Chile. En el año 1900 volvió al país y, al año siguiente, falleció su mujer y él comenzó su trabajo como fotógrafo de sociales.
“Luego se encamina hacia ser corresponsal gráfico de diferentes diarios y revista del país, como La Razón, La Nación, La Prensa y revistas como Caras y Caretas o Fray Mocho y El Mosquito. Después, en el año 1905, con su nueva pareja, que era la hermana de la cuñada de mi abuelo, decide venir a Mar del Plata”, se entusiasma contando Mercedes Monteverde, sobre su familiar, a quien ya le ha dedicado dos libros con su biografía y sus obras.
Ya instalado, Mateo Bonnin escribía obras de teatro que fueron presentadas en Buenos Aires y era representante artístico de varias compañías que se presentaron en el teatro Colón de Mar del Plata. Mercedes agrega, “En Mar del Plata, en 1906, estableció su primer estudio de fotografía y un biógrafo en San Luis y Avenida América (actual Avenida Luro), en el centro de Mar del Plata. Ahí empezó a pasar las primeras películas, cortos documentales y de familia. Luego instaló dos biógrafos más, uno en la rambla frente al balneario Playa Bristol en Mar del Plata en 1907 y otro en 1908 en la localidad de Bahía Blanca. Pero ahí no se detiene, en 1913 volvió a abrir un local en la recién inaugurada Rambla Francesa, el número 125, llamado Cinematografía y Fotografía Bonnin. Esta rambla, construida al estilo Art-Noveau, fue la más hermosas de la ciudad, con una arquitectura similar a los balnearios europeos de la Biarritz francesa y Brighton inglesa”.
Con una personalidad inquieta y curiosa, Bonnin logra convertirse en el fotógrafo oficial del Mar del Plata Golf Club en el año 1915. Ahí logra fotos de Alvear, Irigoyen, Dardo Rocha y una gran cantidad de personalidades del espectáculo y de la política nacional.
– Más allá de ser su sustento de vida, ¿cómo vivía él la fotografía?
– Como un arte. Él publicó cuatro álbumes de fotografías que yo estoy de a poco reconstruyendo y volviendo a editar. Fueron en 1912, 1913, 1915 y 1924, para el cincuentenario de Mar del Plata. El álbum de 1915 lo llevó a Estados Unidos a exponer en el Pabellón de las Artes de la feria de San Francisco (California) y ganó un premio como fotógrafo. Él hacía fotomontajes, algo que se veía muy poco. Después, él tenía su local en la rambla justo entre los dos diarios, La Prensa y La Nación. Ese local salía directo a la playa Bristol, desde ahí tomaba imágenes de toda la vida social que pasaba por la ciudad en la temporada. Luego, tenía fotografías de los hombres practicando el tiro a la paloma en el Torreón del Monje o en remates de ganados. Fuera de la temporada, entre mayo y octubre, viajaba a la provincia de Salta para trabajar como fotógrafo en el Hotel Termas de Rosario de la Frontera. Retrataba la vida social y también todas las noticias que ocurrían. Era una persona muy curiosa.
Mateo Bonnin murió a los 63 años, el cigarrillo le ganó la pulseada, y muchos aseguran que vivió como un bon vivant. Dicen que ganó mucho dinero en su vida, pero también que lo gastó, lo disfrutó en viajes. “Su dinero lo gastaba en viajes. Viajaba mucho a España, a Barcelona, siempre volvía a Mallorca para visitar a sus familiares. También compraba ahí material fotográfico para traer”, comenta Mercedes.
A sus tantos emprendimientos también hay que sumar el de un hotel balneario frente al mar junto con su hijo, la realización de documentales cinematográficos y la primera película de ficción completamente marplatense. Entre sus documentales se destacan los cortos del temporal de 1944; uno turístico, donde colaboró con el mismísimo Federico Valle y el que realizó sobre Ramón Franco, piloto del avión Plus Ultra que unió por primera vez España y Sudamérica, hermano del general Francisco Franco.
– ¿Él era conocido ya como el fotógrafo de la rambla? ¿O ese reconocimiento vino después?
– Él era ya muy reconocido, a él le decían el “fotógrafo de las señoritas de sociedad”. Era muy simpático y muy galante, era un español con chispa. Se lo reconocía por su trabajo, cuando recibió el premio en 1915, en la revista Caras y Caretas y en los diarios más importantes salieron muchas páginas con saludos para él.
En 1920 organizó los primeros Juegos Florales en Mar del Plata, festivales donde se competía por premios a las mejores odas y poesías. También se elegía a la reina de los Juegos Florales y se entregaban medallas como reconocimientos (Mercedes hoy cuenta con un libro donde están todas las odas de aquel momento). Luego los juegos continuaron con Lugones y Alfonsina Storni a la cabeza, pero el precursor de la iniciativa fue Mateo Bonnin.
-Para alguien que viajaba y había viajado tanto, ¿cuál era su lugar en el mundo? ¿Qué le pasaba con Mar del Plata?
– Mar del Plata era su lugar en el mundo. La eligió como residencia, le encantaba la ciudad, pero era un trotamundo. Era un tipo al que le gustaba viajar, buscar la noticia. Esa era su vida. Su familia ya estaba acostumbrada a no verlo por algunos meses.
– ¿Murió en Mar del Plata?
– Sí. Su última casa fue sobre la calle Moreno, justo donde hay una casa de venta de artículos de electricidad hoy. Ahí estaba la última casa de Mateo, donde luego vivió su hijo. Dio la casualidad que un primo de mi suegra hizo la demolición de esa casa. En ese momento, encontró que había un sótano de 6×6 que era su laboratorio. Tenía claraboyas que daban a la vereda, esas típicas casas con claraboyas de la época. Tenía divisiones y las aprovechaba para los utensilios del laboratorio. Estaba todo forrado con mayólica, pero también todo lleno de escombros y ahí se encontraron algunas partituras de piano de la esposa y otros tantos recuerdos.
Mercedes Monteverde logró recuperar y digitalizar una gran cantidad de fotografías de Mateo. Luego hizo un relevamiento importante en el Mar del Plata Golf Club y logró completar 8 álbumes con ellas, los que tiene tematizados en forma de libro: Paseos turísticos, Vida social, Transporte, Mansiones, entre otros.
“Me gusta recordarlo como un genio. Él tenía una personalidad multifacética, hizo de todo y todo relacionado con el arte”, aclara Mercedes. Y agrega, “Tenía una mente muy avanzada, el fotomontaje, el colorear algunos fotogramas de las películas, era increíble”.
Las latas originales de Agradable Despertar se encontraron, entre tantas otras, en el Museo Histórico Municipal Roberto Barili de Mar del Plata. Fue cuando Mercedes Monteverde pudo hacerse de ellas y viajó a Buenos Aires a intentar transferirlo en un reconocido laboratorio. Lamentablemente, dada la condición del soporte, solo se pudieron rescatar brevísimos fragmentos y fotogramas sueltos, ya que, al tratar de procesarla, la cinta no resistía el arrastre y se fragmentaba. Al menos alcanzaban para verificar que se trataba de Agradable despertar, producida por Mar del Plata Film Company de Mateo Bonnin. “En el laboratorio me dijeron que no se podían convertir, entonces, al volver, yo me puse con la pincita y con una lupa a sacarle fotografías a los fotogramas para que quedara testimonio. Todo eso lo puse en mi primer libro”, recuerda.
El sueño de Mercedes es ver la vida de Mateo Bonnin en un documental. Reconoce que los recursos no acompañan, pero está segura de que el legado y la vida del propio Bonnin lo merecen. “Mi sueño es que sea como una de esas películas de Fellini, seguirlo cuando se subía al tren por 40 horas para llegar hasta Salta, por ejemplo. Yo quiero algo dedicado a él, un corto, algo, esperemos que se pueda hacer”, dice.
Mateo Bonnin falleció a los 63 años a causa de un enfisema pulmonar en 1935. Actualmente es considerado un gran pionero de la fotografía y cinematografía argentina. Hoy sus ganas y su entusiasmo deberían ser ejemplificadores.
FUENTE: Bernabé Tolosa – www.0223.com.ar