Esta semana se inauguró en Buenos Aires un nuevo parque con una historia que incluye una lucha vecinal de más de una década. Se trata de la Plaza Clemente, en el barrio de Colegiales. También esta semana el gobierno de la Ciudad le vendió el 35% de El Dorrego a Sancor Seguros -frente a la nueva plaza- por 20 millones de dólares. Predio que estaba dentro del plan de subastas de tierras públicas. Fuentes oficiales declararon que la venta de ese terreno se usó para las obras de la Plaza Clemente, que salió alrededor de 60 millones de pesos.
Los vecinos de Colegiales reclamaban que la manzana donde funcionaba un depósito de utilería de Canal 9 -que había sido tomado por Fundación Romay en 1991- se convirtiera en un espacio verde público. Sin embargo, recién en 2004, durante la gestión de Jorge Telerman, el predio pasó a ser público nuevamente y, en 2007, la Legislatura porteña lo catalogó como espacio verde y lo denominó “Plaza Clemente”, en honor al dibujante Caloi.
Entre 2007 y 2011 esa manzana albergó a los feriantes de el Mercado de Pulgas mientras esperaban las remodelaciones de dicho predio. Pero una vez que los feriantes volvieron al mercado, la Plaza Clemente se transformó en un terreno baldío. Hasta 2015, cuando Macri, Jefe de Gobierno en ese entonces, aprobó por medio de un decreto la explotación del predio como estacionamiento subterráneo. Una vez asumido Horacio Rodríguez Larreta, le agregó al proyecto algunos comercios y una “terraza verde”, concesionando el espacio por 30 años.
En ese momento empezó la lucha más intensa de los vecinos para que ese proyecto no se concretara. Después de muchas idas y vueltas, festivales y movilizaciones, en marzo de 2018 el gobierno porteño aceptó recibir a los vecinos y empezar a co-diseñar la Plaza Clemente, que finalmente se inauguró la semana pasada, en medio de una maratón de inauguraciones antes de que empiece la veda de actos de gobierno el 11 de julio próximo. Según los vecinos todavía había pintura fresca y detalles sin terminar.
¿Qué dicen los datos?
La escasez de espacios verdes es una problemática más compleja de lo que parece y se puede mirar de varias formas. La primera -y probablemente la más conocida- es la cantidad de metros cuadrados por habitante.
Un informe sobre medio ambiente de “¿Por CABA cómo andamos?” asegura que Buenos Aires está lejos de ser una ciudad verde porque tiene 4,6 metros cuadrados de espacio verde público por habitante. Para llegar a los estándares internacionales, recomendados por diferentes organismos, la ciudad debería, como mínimo, duplicarlos. Algo así como incorporar 5,2 reservas ecológicas nuevas. El informe también revela que esa cifra se mantiene estable desde 2008 y que la Ciudad tiene menos de la mitad de la cantidad de árboles recomendada por la Organización Mundial de la Salud (3 por habitante).
Además, compara los espacios verdes de Buenos Aires con los de otras ciudades. Los habitantes de Nueva York tienen 7 veces más verde público que los porteños y Madrid, 5 veces más. Dentro de la misma región, la comparación también deja mal parada a la ciudad gobernada hace casi 12 años por el Pro. Montevideo casi triplica los metros cuadrados por habitante de Buenos Aires.
Los promedios esconden algo sustancial: la distribución -desigual- de los espacios verdes entre barrios. Por eso, los mapas y gráficos que hizo Felipe González, un científico de datos dedicado a temas urbanos, en base a datos de espacios verdes del Gobierno de la Ciudad, resultan reveladores. Hay que tener en cuenta que en esa base están contabilizados canteros y bulevares como espacios verdes.
El indicador que tomó González ya no es la cantidad de metros cuadrados por habitante sino el porcentaje de población que está a una corta distancia -cinco minutos caminando- de un espacio verde. Y los resultados son reveladores. Sólo el 20% de los porteños están a ese tiempo caminando de una plaza de una manzana (10.000 metros cuadrados).
“Lo bueno de contar el porcentaje de población que vive a 5 minutos de distancia caminando de una plaza es que este indicador tiene en cuenta algo que la medida habitual de metros cuadrados por habitante no, que es la ubicación de esos parques”, precisa González, poniendo de relieve algo clave: alguien puede vivir en la Comuna 14, que tiene los Bosques de Palermo y por ende una cantidad de metros cuadrados de espacio verde por habitante muy alta, pero al mismo tiempo puede estar a media hora caminando de ese pulmón urbano.
Hay plazas y plazas
En las plazas que se diseñan después de luchas vecinales (Parque de la Estación, Plaza Clemente, Manzana 66, entre otras) existen tres elementos que las distinguen de las plazas diseñadas directamente por el gobierno porteño: no están enrejadas, tienen pocas baldosas y algunas tienen unas figuras extrañas que sólo pueden verse desde un drone.
Fabio Márquez, licenciado en Diseño del Paisaje, asegura que “una plaza con rejas no es un espacio público, es un espacio de uso restringido porque perdés el paisaje nocturno. Y la excusa no puede ser la inseguridad, un gobierno tiene que tener la capacidad de garantizar seguridad en una plaza”.
Sobre la abundancia de baldosas en plazas, apunta al oportunismo político: “Cuando trabajas con vegetación tenes que esperar. Si le ponés baldosas, en cambio, la plaza se termina más rápido pero sale más cara. Una plaza siempre es más barata cuanto más verde es, pero se tarda más en ver resultados”.
FUENTE: Fernando Bercovich – www.cenital.com