Debemos entender que la discapacidad no empieza con la discapacidad sino con “la discapacidad cultural” de todos aquellos que opinan sin saber de estos temas.
No se tiene más o menos discapacidad si sos de un partido político u otro, tampoco si tenés dinero o sos pobre, si vivís en el centro de una ciudad o en la periferia, si sos de izquierda o de derecha, si sos profesional o analfabeto, si estás en una casilla o en un country; o como pasa actualmente en nuestro país, si estás de un lado u otro de la llamada “grieta”.
La discapacidad la tenés o no, la discapacidad puede ser permanente (síndrome de down, discapacidad visual, discapacidad motora, discapacidad auditiva, etcétera) o temporal (mujer embarazada, persona que transporta un cochecito de bebé, persona con muletas, etcétera).
Además la discapacidad puede ser física, sensorial, intelectual, cognitiva o una unificación de éstas.
Tenemos que entender de leyes, leerlas y ponerlas en práctica, aunque no nos guste como arquitectos.
Leyes nacionales tales como la Ley Nacional de Discapacidad Nº 24.314, Ley Nacional Nº 26.378 de los Derechos de las Personas con Discapacidad (esta ley adhiere a la Convención Internacional de Los Derechos de las personas con discapacidad), Ley Nacional Nº 27.044, que declara el rango Constitucional de la ley 26.378; y la Ley Nacional de Tránsito Nº 24.449.
Ahora bien, ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver la Ley de tránsito con las demás leyes que son específicas de las discapacidades? Paso a contarles brevemente. En el espacio urbano de las calles y avenidas que contemplan nuestras ciudades tenemos que pintar, según la ley de tránsito, las sendas peatonales y ésta nos dice, cómo y dónde; mientras que la ley Nacional de Discapacidad nos dice cómo y dónde deben hacerse los vados y las rampas (Ley Nacional Nº 24314: Art: 20 Inciso A.2.1. Vados y rebajes de cordón).
La ley Nacional de Discapacidad no debe tener como destinatarios sólo a las personas con discapacidad. Esta ley nos debe tener como destinatarios a todos y cada uno de nosotros. ¿Por qué? Porque construir para todos no es mucho más caro. Diseñar una vivienda accesible es un 7{85a194220a6f266c1dcbe2543ff9c92416dafb994710ce8988807bdc6e23f4c8} más caro y posee más superficie que una diseñada para algunos. Diseñar una ciudad para todos (tal el nombre de mi página en Facebook) es eso, tal cual el nombre lo indica “para todos” y cada uno de los ciudadanos que la habitan. Estos 2 diseños bien aplicados pasan a ser, como sucede en la ciudad de Barcelona, por ejemplo, “una accesibilidad desapercibida”.
Esto de la accesibilidad puede hacerse de 2 formas o unificando ambas:
Accesibilidad al medio físico es todo lo que estamos acostumbrados a realizar en la Argentina, como ser vados, rampas, planos hápticos, baldosas podotáctiles, aros magnéticos, automotores adaptados, etcétera.
Accesibilidad cognitiva, como su nombre lo dice, es aquella que desarrolla la accesibilidad desde lo cognitivo del individuo. Esto en Argentina no está muy desarrollado aún. Por lo general este modo de hacer accesibilidad ayuda a personas con síndrome de down, personas con parálisis cerebral, etcétera.
Si como profesionales del diseño no tenemos en cuenta las leyes antes mencionadas debemos saber que nos atenemos, aparte de las posibles acciones en nuestra contra por mal desempeño del ejercicio profesional que será juzgado dentro del Consejo Superior del Colegio Correspondiente, a leyes mucho más duras e importantes que son de índole internacional he impartidas por entidades como por ejemplo La Corte Interamericana de Derechos Humanos (ejemplo Caso Furlán y Familiares Vs. Argentina Sentencia de 31 de agosto de 2012).
Ahora, creo que nos debemos algunas preguntas.
¿Cómo arquitectos estamos preparados? ¿Estamos preparados para diseñar y dar igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad y promover la igualdad de oportunidades y convivencia? ¿Estamos preparados para diseñar o mejorar un hábitat para todos?
Yo creo que muchas veces no. Muchos de nosotros nos creemos hijos de Apolo o Afrodita (dioses griegos de la belleza y la perfección) o hijos de Zeus (principal dios griego). No tenemos en cuenta que somos unos mortales más. Que la discapacidad puede tocarnos directa o indirectamente en cualquier momento de la vida. También creemos que por ser profesionales del diseño sabemos diseñar todo y no es así. Muchas veces nos tenemos que poner a estudiar el tema o consultar a otro colega especialista. Debemos tener mayor humildad y más cuando se trata de este tema y no decir que “estamos entre los mejores 10 del mundo”. Siempre se aprende en todos los órdenes de la vida, pero debemos dejar que nos enseñen.
Debemos saber que, como dije anteriormente, no es mucho más caro realizar un proyecto accesible desde cero y que si nos toca hacer accesible algo ya construido (por ejemplo edificios de valor patrimonial), existe lo que se llaman ajustes razonables. Estos últimos son los diseños o todo lo necesario para que la vida del que lo necesita se vea mejorada.
También debemos saber que la accesibilidad no son solo rampas o vados. El mundo de la accesibilidad es muy amplio. Tan amplio como personas tenemos con discapacidad. Como profesionales sabemos que nunca un diseño es igual para un cliente que para otro por un montón de variables. Voy a dar algunos ejemplos diarios: no es lo mismo la Lengua de Señas Argentina (LSA) que la Lengua de señas Española (LSE), por más que sea el mismo idioma. En España las pendientes de las rampas son distintas en cada provincia; acá son iguales en todo el país y distintas a las de España. Las baldosas podotáctiles de Argentina son diferentes a las de Europa.
Para esto, como CAPBA Distrito VIII, hemos conformado la comisión de Discapacidad y Derechos humanos, mediante la cual asesoramos y dictamos charlas para concientizar a los profesionales y al público en general en cuanto a leyes y diseño universal. Saber todo lo necesario sobre discapacidad es una tarea que nos compete a todos.
FUENTE: José Luis Arguiñena – clarin.com