Tanto la recolección de residuos domiciliarios (RSU) como su tratamiento constituyen hoy una preocupación acuciante en las grandes ciudades, por los volúmenes crecientes y por las modalidades de su disposición final. La ciudad de Mar del Plata no escapa a esta realidad, ya que con algo más de 750.000 habitantes residentes permanentes, produce una cantidad de residuos domiciliarios que, sumada al resto de los residuos asimilables generados por otras actividades, alcanza alrededor de 700 toneladas a disponer diariamente en temporada baja y llega casi a duplicarse o triplicarse durante el período estival.
Varios de los sitios de disposición final de RSU que utilizó la ciudad desde sus inicios no dejaron huellas ambientales significativas y fueron inutilizados a medida que se acercaba la urbanización y luego absorbidos por ella. Hasta 1965, la basura domiciliaria era recogida, transportada y depositada por la Municipalidad. A partir de ese año y hasta la actualidad, el tratamiento de los mismos ha pasado por distintas alternativas (incineración, recolección, separación manual y recuperación de materiales reciclables; relleno sanitario, planta de separación de RSU, entre otras) que no han dado los resultados ambientalmente esperados, debido fundamentalmente a su inadecuada localización, la deficiente operatoria y disposición final, la falta de campañas de concientización, minimización y separación en origen, etc., que llevaron a la contaminación del aire, los suelos y las aguas, tanto superficiales como subterráneas. En el medio siglo transcurrido, la Municipalidad de General Pueyrredon declaró en varias oportunidades el estado de emergencia en el servicio de disposición final de residuos sólidos urbanos ante el caos, colapso o complicaciones técnicas de los predios destinados a tal fin.
Esta historia pareció terminar con la inauguración del nuevo Centro de Disposición Final para los RSU en mayo de 2012, que cumplía con las normas técnicas más exigentes en materia ambiental, según se estableció en el llamado a licitación. La información oficial decía que “…la vida útil de las dos primeras celdas (prevista a 20 años) se extenderá, gracias al programa de separación de residuos en origen y recolección diferenciada, que comenzaría paralelamente…” y señalaba que “..al ponerse en marcha esta obra quedarán atrás más de tres décadas en las que el sistema de volcado de basura era a cielo abierto y sin tratamiento alguno, alimentando montañas de desechos en descomposición que han sido la postal negativa de la ciudad..”. Al cabo de 6 años, la postal negativa ha vuelto a aparecer, ya que la ciudad está con un relleno sanitario colmado, que es producto de una inadecuada operatoria, inexistente gestión integral de los RSU (a pesar de la tasa urbana específica que se cobra a los vecinos), difícil situación social y económica de los recuperadores, tanto los formales como informales y una compleja realidad ambiental del sector, que destaca aún más la falta de campañas de educación y concientización sobre estos temas.
Urge por lo tanto que los y las representantes de los vecinos de la ciudad tomen decisiones y gestionen eficientemente en el corto plazo. Hay que dejar de lado partidismos o personalismos y pensar en la salud, bienestar y calidad de vida de los que viven y visitan Mar del Plata; para ello se necesitan decisiones y gestiones concretas, integrales y social y ambientalmente sostenibles, sobre la base de las 3 R: Reducir para disminuir lo que genera residuo innecesario; Reutilizar todo aquello que sea posible y Reciclar utilizando los materiales como insumos para otros nuevos.
FUENTE: 0223.com.ar – Mónica C. García (Miembro de la Comisión Permanente de Seguimiento y Monitoreo Ambiental de Mar del Plata).