El turismo y el cambio climático ponen en riesgo el patrimonio de la humanidad
La Ruta de la Seda no era una sola senda, sino que era una frágil red de caminos intercontinentales que atravesaban varias de las montañas más altas de Asia y los desiertos más inhóspitos. Una ruta comercial que abarca algunos de los sistemas más fascinantes y complejos de la historia de las civilizaciones del mundo.
Su atractivo es indudable. Debido a ello, lugares como Luang Prabang, centro budista y ciudad de la Ruta de la Seda, en el norte de Laos, fue declarada Patrimonio Mundial en 1995.
La inclusión en la Lista trajo consigo un considerable aumento del turismo. El número de visitantes pasó de 14.400 en 1990 a 4,9 millones en 2018 y se prevé que alcance los 6,9 millones en 2025.
Pero la ciudad, cuyos orígenes se remontan al siglo VII, tiene cada año más probabilidad de sufrir precipitaciones extremas e inundaciones debido al cambio climático. Una exposición que se agrava si tenemos en cuenta la dificultad que tiene este lugar para adaptarse al calentamiento global debido a la proliferación de las diferentes infraestructuras turísticas.
Los efectos del cambio climático -aumento en el número y gravedad de los incendios, pérdida de biodiversidad, proliferación de los fenómenos meteorológicos extremos, sequías, etc- afectan a todas las regiones del planeta. Y el turismo, como vimos en este artículo, puede agravar estos efectos. El aumento global de las temperaturas pone en riesgo no solo la riqueza natural del planeta, sino también el patrimonio cultural.
En los últimos tiempos, hemos sido testigos de cómo lugares de gran valor han sufrido incendios forestales, inundaciones, tormentas, etc. Sin embargo, tal y como destaca la UNESCO, el patrimonio vivo también está en peligro. Hablamos de las tradiciones orales, las artes escénicas, las prácticas sociales, los actos festivos y los conocimientos tradicionales. A medida que el cambio climático provoca desplazamientos y migraciones forzadas, se corre el riesgo de perder formas enteras de vida para siempre.
¿Pensando en unas vacaciones campestres?
La naturaleza es fuente de vida y de belleza, un refugio que nos ayuda a desconectar de las vidas ajetreadas de la ciudad. Por eso, suele ser una de las opciones más demandadas a la hora de reservar unas vacaciones. La Tierra alberga ecosistemas que son dignos de ver al menos una vez en la vida. ¿Te imaginas viajar a las Grandes Montañas Azules de Australia o al Parque Nacional Morne Trois Pitons de Dominica?
Pues me temo que, después de haber sufrido graves incendios y un huracán, respectivamente, estos lugares se han degradado considerablemente. Tanto es así que, durante estos acontecimientos, dejaron de ser sumideros de carbono debido a la alta cantidad de emisiones que produjeron.
Otros ejemplos destacados son los incendios forestales que asolaron el lago Baikal de la Federación Rusa en 2016 y el desierto de Tasmania de Australia en 2020. Cada uno de estos incendios forestales generó emisiones de gases de efecto invernadero por encima del equivalente a 30 millones de toneladas de CO2 en un solo año, lo que supera las emisiones nacionales anuales de combustibles fósiles de más de la mitad de los países del mundo.
Además, de acuerdo con el informe de la UNESCO, Bosques del Patrimonio Mundial: sumideros de carbono bajo presión, el 60% de los bosques del patrimonio mundial están amenazados por eventos relacionados con el cambio climático.
¿Eres más de playa?
Pues el cambio climático también afecta al turismo en los espacios marinos. Dos tercios están experimentando actualmente un alto riesgo de degradación. De hecho, si no se toman medidas, el coral puede desaparecer en los sitios del patrimonio natural a finales de siglo.
Según la UNESCO, los cambios químicos en las aguas oceánicas afectan a 16 de los 50 sitios marinos y costeros evaluados en 2020. Los efectos pueden ir desde la acidificación de los océanos hasta la alteración de las cadenas alimentarias. Asunto que pondría en riesgo el funcionamiento de los servicios ecosistémicos.
El aumento del nivel del mar debido al cambio climático es otra amenaza específica para los lugares costeros y marinos. Sus impactos se observarán, por ejemplo, en el archipiélago español de las Islas Canarias. Según un reciente informe, en 2050 desaparecerán 148 playas pertenecientes a estas islas. En total, al menos 140 kilómetros de litoral están en grave riesgo por las inundaciones.
“Hay dos tipos de inundación que se pueden producir en la costa. La primera, una de carácter permanente derivada del aumento del nivel del mar. La segunda, las que están asociadas a temporales”, declaraba uno de los coordinadores del informe, Gustavo Herrera de Lamo, en el diario.es.
El IPPC ya lo advirtió en uno de sus últimos informes. Si mantenemos los niveles actuales de emisiones, el nivel del mar podría aumentar hasta 60 centímetros. Una medida que pone en riesgo lugares que, año tras año, atraen a millones de turistas. Hablamos de sitios como Venecia, Ámsterdam, Maldivas o el sur de Vietnam, entre otros muchos.
¿O estás pensado en un crucero por los fiordos noruegos?
Atravesar en barco la espectacular naturaleza de los fiordos noruegos es un sueño para muchos, pero una pesadilla para este bello paisaje. Durante los últimos 150 años, incontables cruceros han llegado a los fiordos con millones de visitantes. Como consecuencia, grandes nubes de contaminación empezaron a cubrir la zona.
Su aparición provocó que se estableciesen estrictos requisitos locales de emisiones para los barcos y la decisión de frenar por completo las emisiones de los cruceros y transbordadores. El objetivo es conseguir que los fiordos noruegos sean un espacio libre de emisiones para 2026.
“El objetivo es conseguir que los fiordos noruegos sean un espacio libre de emisiones para 2026.”
Por suerte, Noruega no es una excepción. Cada vez son más los lugares que toman medidas para gestionar mejor los riesgos del calentamiento global y elaboran planes de adaptación al cambio climático. Aunque, según la UNESCO, se trata de un número reducido. Todavía se puede hacer mucho más. El cambio climático no es solo un problema para el turismo, sino que es el problema que define nuestro tiempo, y una de las mayores amenazas a las que se enfrenta el patrimonio cultural y natural en la actualidad. El momento de actuar es ahora.
FUENTE: www.sostenibilidad.com