La subasta de 10 vagones de subte en desuso se concretó con una cifra muy superior a lo que se pedía en la base. Los coches se vendieron este jueves a un promedio de $ 2.000.000 cada uno, lo que significó un total de $ 21.290.000 que la Ciudad invertirá en obras en la red del transporte.
La base era de $ 20.000 para los vagones sin motor, y de $ 25.000 para los motorizados. Pero se sabía que se iba a obtener bastante más. De hecho, en 2017, cuando se hizo otro remate similar, se habían sacado $ 800.000 por seis coches.
Hubo 37 oferentes, que compitieron online. La subasta superó las 23.000 visitas en la página web. Los compradores fueron empresas y particulares de Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, aunque también participó gente de Mendoza, La Pampa y Córdoba.
A lo pagado este jueves hay que sumarle otro gasto muy importante: el del traslado de los vagones desde el depósito hasta el destino final. En la firma Narvaezbid, encargada de la subasta, calculan que ese servicio puede rondar los $ 500.000.
Se trata de los primeros 10 coches de un lote de 45 que irán a remate. Son vagones modelo Siemens Schuckert, que fueron fabricados en Alemania entre 1934 y 1944. Aquí circularon en todas las líneas de la red, menos en la B.
Subterráneos de Buenos Aires (SBASE, la empresa estatal porteña que controla la red), los tuvo que sacar de circulación debido a su antigüedad. Es que, tras décadas de servicio, ya sufrían demasiadas fallas técnicas, su mantenimiento era complejo y además no se los podía adaptar a nuevas tecnologías, como el sistema de señalamiento que funciona en la red.
Por ejemplo, en SBASE explicaron que estos coches reportaban 27 fallas cada 100.000 kilómetros recorridos, cuando los modelos Alstom 300, los más nuevos, sólo tenían dos inconvenientes técnicos en esa misma distancia.
Por eso, los separaron de la flota y los depositaron en el taller Magaldi, que SBASE tiene en Barracas.
El dinero recaudado, tanto en esta subasta como en las de los próximos 35 coches a ofrecer, será utilizado por SBASE en distintas obras en la red, desde el recambio del sistema de señalizaciones hasta alguna inversiones en infraestructura en marcha, como la ampliación del “Nodo Obelisco”, los túneles que conectan las líneas B, C y D debajo de Carlos Pellegrini y Diagonal Norte.
¿Cuál será el destino de los vagones? Dependerá, lógicamente, de sus nuevos dueños. En 2017, por ejemplo, uno de los coches lo compró la cadena Hard Rock Café. Los vagones que se subastaron ahora tranquilamente podrían convertirse en un bar, un restaurante o un food truck. También, en parte de la decoración de alguna propiedad privada, en un atelier o un estudio, o bien ir a la colección de algún fanático del transporte o al inventario de algún museo.
Otro destino posible es que los desguacen y los vendan como chatarra. Lo único seguro es que ya no podrán volver a funcionar como un transporte, dado que agotaron su vida útil.
El destino de los vagones en desuso es un desafío para las ciudades. Muchas optaron por venderlos a privados y conservar algunos en museos o instituciones educativas.
Eso hizo Buenos Aires con los recordados vagones de madera La Brugeoise, que corrieron en el subte A desde su inauguración en diciembre de 1913 hasta su salida de servicio en 2013: algunos coches fueron cedidos a instituciones o vendidos, pero otros se mantuvieron en el patrimonio porteño, y hasta fueron exhibidos y volvieron a circular en viajes recreativos en varias ocasiones, como La Noche de los Museos.
En otros casos, se los vende cuando todavía tienen cierta vida útil. Eso pasó cuando Madrid le vendió a Buenos Aires parte de su flota de vagones CAF.
La Ciudad de Nueva York, en cambio, apostó por una solución más original y ecológica: en las últimas dos décadas, puso en marcha un plan para tirar unos 2.500 vagones metálicos al mar y así formar arrecifes artificiales para la vida marina.
FUENTE: Pablo Novillo – www.clarin.com