Cuando Alejandro Bustillo se embarcó en un ambicioso proyecto para reemplazar a la Rambla Francesa no solo concibió un monumento urbano único e imponente como el complejo del Casino Central y el Hotel Provincial, una de las postales más distintivas de Mar del Plata, sino que también instaló un estilo arquitectónico que marcó un paradigma de referencia para muchas de las construcciones de la época que se llegaron a realizar frente a la costa.
El arquitecto finalizó la construcción de los edificios gemelos casi en el cierre de la década del ‘40. Para la magnitud de la obra, el tiempo de ejecución fue prácticamente récord: los trabajos para dar forma a la Rambla Bristol de Bustillo comenzaron el 15 de julio de 1938 y culminaron el 22 de diciembre del año siguiente, durante la gobernación en la Provincia de Buenos Aires de Manuel Fresco.
La postal de ambas construcciones con los frentes revestidos en piedra Mar del Plata, ladrillo visto y mansardas en pizarra negra fue tan novedosa como atractiva, y sirvió de disparador para que otros profesionales y empresarios intentaran imitar o replicar una estética idéntica con proyectos que se llevaron adelante en los años siguientes frente al Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos.
El arquitecto Miguel Bartolucci, autor de ensayos arquitectónicos y profesor de Historia de la Arquitectura de Mar de Plata en el Centro Cultural Teodoro Bronzini, precisa que el estilo que impuso Bustillo encuentra fuertes raíces y reminiscencias con el denominado “eclecticismo academicista”, importado desde Francia.
El uso como remate de las mansardas – es decir, los techos cortos e inclinados de pizarra negra – son una clara muestra de esta influencia: el nombre de las mansardas proviene de François Mansart, quien fue el arquitecto parisino que las popularizó en las viviendas del viejo continente. La popularidad no solo se fundaba en una razón estética sino más bien funcional: es que con un techo de características semejantes era más fácil que la nieve no se acumulara durante las etapas más crudas del invierno europeo.
Para Bartolucci, el “boom” del eclecticismo academicista que se vio en Mar del Plata también expone un ejemplo evidente del “brutal fenómeno de transculturización” que se dio tanto en Latinoamérica como en Argentina. “Especialmente esto se puede ver en la arquitectura porque así se han traslado arquitecturas que van desde las colonias francesas e italianas”, agrega.
El “estilo Bustillo” encontró naturalmente su auge en los ’40, una vez finalizados el Casino y el Hotel Provincial, y así se extendieron por varios años en ese sector de la ciudad las construcciones con basamento de piedra, desarrollo de ladrillo y remate de tejas francesas. Las recovas también fueron una característica propia de los proyectos de la zona pero su impulso estuvo forzado por los Códigos de Construcción que se reglamentaron en la época.
El crecimiento de esta clásica línea arquitectónica perduró hasta mediados de la década del ’50 y luego abrió paso a la etapa de “modernidad”. Allí, Mar del Plata experimentó un profundo proceso de transformación urbana y deja de ser una “ciudad chaletera” para consolidarse como una urbe moderna que intentaba compararse con los progresos de Estados Unidos y Europa.
A partir de los ’60, y mediante el amparo de la ley 13.512 de Propiedad Horizontal, en “La Feliz” se expandieron cientos de edificios de altura. La ciudad cambió radicalmente su perfil, sobre todo en la Avenida Colón, donde se generó un paisaje único para el país, con una una pantalla urbana de 10 pisos de alto a lo largo de casi tres kilómetros.
FUENTE: www.0223.com.ar