Todos aquellos que fuimos niños sabemos lo que es agarrar una pala y un rastrillo, una pelota o algún juguete, e ir a jugar, imaginar y crear en el arenero de alguna plaza cercana. De la misma manera lo hicieron nuestros padres, y así esperamos que puedan hacerlo nuestros hijos. Sin embargo, no es novedad que la arena es poco higiénica y un gran transmisor de enfermedades. Es por eso que el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad, a cargo de Eduardo Macchiavelli, hizo en los últimos años un trabajo de intervención para reemplazar el material en las plazas. ¿Qué implica este cambio?.
En la Ciudad, hay 418 patios de juegos en plazas y parques. Desde el año 2000, que se discute la conveniencia de mantener los areneros. Y es que a muchos les cuesta la idea de poner fin a un paradigma, ya que se trata de acabar con uno de los iconos más representativos de la infancia de muchos. Sin embargo, se ha descubierto que el 100 por ciento de los areneros de la Ciudad estaban contaminados por el parásito de Toxocaracanis, presente en las heces de perros y gatos. Teniendo en cuenta que los que frecuentan estos espacios son niños, que juegan en el piso y se llevan las manos a la boca, las consecuencias en ellos podrían incluir desde problemas cutáneos hasta ceguera.
La contaminación y la higiene no son los únicos factores determinantes a la hora de quitar los areneros. Por este motivo, el Gobierno porteño intervino todos los patios de juegos, unas 500 hectáreas de predios públicos, en 15 comunas, para reacondicionarlos y hacerlos más seguros e integradores para chicos con capacidades diferentes. Se han incluido no solo hamacas, sino también trepadores de distintas formas y tamaños, puentes, toboganes, paneles de TaTeTi, resortes, rotadores, livings para padres, juegos sensoriales y de vanguardia. Todo respetando las áreas de seguridad que requiere cada juego.
La arena ofrece a los chicos una diversidad de juegos que los nuevos pisos no tienen pero, conociendo la gravedad de este material, muchos padres están dispuestos a dejar las palas y los rastrillos. El resultado es el reemplazo de arena por baldosas antigolpes de goma o caucho. El material es drenante y absorbente para que la lluvia que podría acumularse en charcos no sea un impedimento para salir a jugar, ni otro almacenador de bacterias. Además, es fácil de limpiar y se pueden colocar baldosas de goma de varios colores y tamaños haciendo un espacio didáctico y lúdico.
La totalidad de las plazas de la Ciudad han terminado de ser intervenidas y reacondicionadas. De esta forma, los espacios son más inclusivos, seguros e higiénicos.
FUENTE: www.seccionciudad.com.ar