El rico patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires no solo incluye palacios, iglesias y monumentos. También abarca un conjunto de edificios de antiguos hospitales fundados hace más de cien años para atender inmigrantes. Lejos de su época dorada, muchos sufrieron cierres e intervenciones. Sus emblemáticos edificios se deterioraron con el correr de los años, denunciaron expertos en arquitectura sanitaria.
Es el caso del Hospital Español, el Israelita, el Francés y el Centro Gallego, construcciones en mal estado que aún conservan resabios de antiguo esplendor. En tanto otros, como el Italiano, el Alemán y el Británico, supieron conservar sus construcciones y modernizarlas de acuerdo con las necesidades de la medicina actual.
Uno de los principales testigos de la decadencia es el Hospital Español, una joya de la arquitectura modernista catalana. La institución ocupa casi una manzana en el barrio de Balvanera y está intervenida desde 2012. El sector antiguo, en la esquina de la calle Deán Funes, “fue clausurado y abandonado por desidia y falta de mantenimiento”, advirtió Carlos Vasallo, especialista en Gestión de la Salud. Si bien el edificio posee por ley protección estructural, más de la mitad fue demolido, su exótica fachada está descascarada, se observan manchas de humedad y hay plantas crecidas en los techos. Sin embargo, aún se aprecian la cúpula y los coloridos mosaicos y vitrales pertenecientes a su momento de esplendor. LA NACION intentó contactar a la actual intervención, pero no obtuvo respuesta.
El Hospital Español se inauguró en 1908, fruto de un proyecto de 1877 perteneciente a los arquitectos Juan Moliné y Julián Jaime García Núñez, autor de las Tiendas San Miguel, actual Palacio San Miguel, entre otras obras. “Los inmigrantes buscaban arquitectos especializados en hospitales y edificios públicos, pero que además tuvieran la impronta del estilo propio de la comunidad a la cual ellos pertenecían, de ahí que el Español eligiera a un catalán”, agregó Vasallo.
El común denominador de estos centros es que nacieron para sostener y brindar contención social a las comunidades. Algunos incluso alfabetizaban. Se crearon de la mano de sociedades filantrópicas, y luego fueron agrandándose gracias a las donaciones. Cada uno de los socios aportaba una cuota de acuerdo con sus posibilidades.
“La debacle comenzó a hacerse visible en la segunda mitad del siglo XX, fue multifactorial, y se mantuvo desde ese entonces hasta la actualidad. En parte fue provocada por la aparición de sanatorios de sindicatos, hospitales de las Fuerzas Armadas y de seguridad, y los de medicina prepaga, que ofrecían mejor hotelería y una serie de servicios con los cuales era difícil competir”, explicó Vasallo.
El Centro Gallego, en Balvanera, es otra institución alejada de su época dorada. “Está muy mal, son inmuebles de hospitales que eran lindísimos, pero hoy no son acordes a las prácticas médicas, tienen escaleras, entrepisos, no se adaptan a las necesidades”, dijo el doctor Héctor Garin, de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP).
La institución está intervenida judicialmente desde 2012, pero la decadencia comenzó en los años 90. A fines de 2017 la Fundación Favaloro y el Grupo Ribera anunciaron su compra. Sin embargo, la operación aún no se concretó. LA NACION intentó comunicarse con las autoridades, pero no obtuvo respuesta.
El centro nació luego de que los gallegos adquirieron el edificio de Belgrano 2189, inaugurándolo en 1920. Anexaron luego otras propiedades contiguas, formalizando en 1931 el solar actual. En 1950 fue la primera entidad mutualista de América, con 85.000 afiliados. A diferencia de otros hospitales de su época, con pabellones para separar enfermos, este no contaban con tanto terreno, de ahí que fuera en altura, con un acceso en ochava. El complejo posee 28.000 metros cubiertos, distribuidos en 9 plantas. Tiene una pinacoteca con más de 100 obras, 52 estatuas y esculturas, tallas de madera, joyas, y una biblioteca con 20.000 volúmenes dedicados a Galicia.
El Hospital Israelita
En Villa Santa Rita, el Hospital Israelita Ezrah, en su momento uno de los centros más prestigiosos y concurridos de la ciudad, fue directamente clausurado por su estado calamitoso. En noviembre pasado la Fiscalía de la Ciudad ordenó el cierre y la evacuación de pacientes. Según la Justicia, el ruinoso inmueble, a cargo de una cooperativa, representaba “un riesgo” para los allí alojados.
Surgió cuando en 1900 el rabino Henry Joseph creó la Asociación Israelita de Beneficencia y Socorros Mutuos, llamada posteriormente Ezrah (ayuda, en hebreo). Dieciséis años más tarde se fundó el Hospital Isaraelita, obra del arquitecto francés Jacques Braguinsky. Se trata de una construcción de cinco plantas, con valiosos detalles y coronamientos a punto de desprenderse.
Sin embargo, para la arquitecta Laura Tonelli, especialista en Recurso Físico en Salud, uno de los centros con mayor valor patrimonial es el antiguo Hospital Francés, también visiblemente deteriorado. En 2008, luego de la quiebra de la Sociedad Francesa Filantrópica de Beneficencia, el PAMI se hizo cargo del lugar bajo el nombre de Unidad Asistencial Doctor César Milstein.
“Son edificios centenarios, elefantes, difíciles de conservar correctamente. Si bien el PAMI lo modernizó, continúa teniendo falencias vinculadas a la renovación y actualización de los espacios de acuerdo con las nuevas tecnologías”, dijo la experta. Por su parte, PAMI adelantó a LA NACION que están llevando actualmente a cabo un master plan de reestructuración, remodelación y acondicionamiento que en su última etapa incluye la puesta en valor de los sectores catalogados como patrimonio histórico.
El edificio está ubicado La Rioja 951, San Cristóbal, y fue inaugurado en 1845, siendo uno de los más antiguos de la ciudad. Se destacan sus amplios jardines, con estatuas de la comunidad ubicadas en el coeur d’honneur (patio de honor). Junto con el Hospital Alemán, son centros de galerías al aire libre donde los pacientes podían estar al sol como parte de su proceso de sanación, en la llamada terapia climatológica.
Finalmente, el Sirio Libanés fue uno de los que lograron sobrevivir. Está ubicado en Campana 4658, Villa Devoto. Según el director de la institución, Ricardo Col Simes, “se trata del único de los hospitales de inmigrantes que estuvieron a punto de ser intervenidos que logró hacerle frente a la crisis, gracias a una gran inversión”. En este momento el edificio está en buen estado y la antigua casona es utilizada solo para tareas administrativas. “Allí no alojamos pacientes”, aseguró.
Por otro lado, la ciudad conserva un conjunto centros de salud de comunidades que, contrariamente a los antes mencionados, lograron hacer frente a vicisitudes, y además crecieron con el correr de los años. Entre ellos, el Italiano, el Alemán y el Británico. Según Héctor Garin, “mantuvieron sus edificaciones patrimoniales y funcionan bien, en parte por el aporte de empresas y también porque se han abierto a las prepagas”.
FUENTE: lanacion.com.ar