Los grandes parques urbanos se desarrollaron para sanear las ciudades con los criterios higienistas del Siglo XIX. Para Sonia Berjman, historiadora urbana y del paisaje, “ahora estamos dando una vuelta de tuerca a 200 años”. En efecto, después de meses de encierro a los que nos obligó la pandemia, experimentamos como nunca antes la necesidad de contar con espacios de esparcimiento y parques en los que respirar aire puro.
“Para conocer el grado de avance de una ciudad basta estudiar sus paseos públicos”, Sonia cita a Benito Carrasco sobre una tarea que la apasiona. Doctora en Historia del Arte, Filosofía y Letras, en 45 años publicó más de 20 libros sobre el tema.
Ahora que las plazas se usan para casi todo, vale reflexionar sobre la calidad de los espacios verdes que tiene Buenos Aires. En principio, su distribución en las comunas es desigual e insuficiente.
Para Berjman, la mayor demanda de espacios parques pone en evidencia la ausencia de planificación y mantenimiento por largo tiempo. “En general, y sin importar el espacio político, los funcionarios no han cuidado los parques en su condición de patrimonio, tampoco han considerando sus beneficios para la salud de los ciudadanos. Hay menos superficies verdes de lo que se estima porque los censos son engañosos, y hay cada vez hay más suelos ‘duros’ que no permiten la absorción”, enuncia. Los datos que aporta el Gobierno de la Ciudad la respaldan.
En Buenos Aires hay alrededor de 6,3m2 de espacios verdes por habitante, lo que resulta insuficiente frente a los 10/15 m2 que recomiendan los estándares internacionales. Además, ese número tiene en cuenta hasta los canteros de calles y avenidas. La situación se agrava si se considera la ubicación desigual de las manchas vegetalizadas en el suelo porteño.
En el caso de Buenos Aires, sus principales espacios verdes, ideados por Carlos Thays y Benito Carrasco al estilo de París, tienen en común una visión integral y una planificación a muy largo plazo que no tuvo continuidad. Para Berjman, la ciudad carece de proyectos comparables a esos, al menos con la misma calidad.
“En el Parque 3 de febrero, los árboles fueron plantados en 1870. Un árbol es como una persona, hay que cuidarlo y alimentarlo. Siempre pongo este ejemplo: puedo demoler el Teatro Colón y con mucho trabajo podría reconstruirlo. Si demuelo los bosques de Palermo, tengo que quedarme sentada con Thays y Carrasco 100 años para que crezcan nuevamente los árboles”, compara.
En el mismo sentido, Berjman lamenta la inexistencia de un plan de reforestación. En su opinión, los nuevos parques que se suman a la Ciudad “son proyectos de efecto decorativo”. “En vez de arboledas, se plantan gramíneas en canteros que producen un gasto de manutención muy alto”, fundamenta.
Radicada actualmente en Uruguay, suele cruzar el río para visitar familia y amigos. En el 2020, su conexión con Argentina (y el mundo) fue virtual. Participó activamente como integrante de @la_tribu_verde, un grupo de paisajistas que, entre otras cosas, hace vivos diarios en Instagram.
Durante ocho meses, cada martes, Berjman fue la anfitriona de Café con Sonia. En ese espacio, entrevistó a colegas latinoamericanos (por el horario no podía hablar con Europa y tenía que ser en español , aclara). El encuentro de cierre fue dedicado a homenajear a Edouard André quien elaboró un anteproyecto para la ciudad de Buenos Aires en 1868, a solicitud de Sarmiento. En la presentación, Berjman resume, en cierto modo, el sentido de sus investigaciones y publicaciones: “Por favor, cuidemos nuestros espacios verdes, sobre todo los históricos. Cada vez tenemos menos naturaleza y, como se ha visto este último año las personas no podemos sobrevivir sin naturaleza”.
FUENTE: Paula Baldo – www.clarin.com