La compañía G70 de Rosario aprovecha su ubicación privilegiada, con vínculo directo con los productores de campo, para desarrollar formas de inversión novedosas, como es el canje de cosechas a cambio de metros cuadrados.
Con una economía golpeada por la pandemia y la devaluación, los desarrolladores trazan nuevas modalidades con las que sostenerse en el negocio.
Si bien Ari Milsztejn, presidente de la firma, aclara que no es cierto que el mercado inmobiliario de la zona núcleo dependa exclusivamente de la actividad agropecuaria, lo cierto es que significa una alternativa más que permite acercar inversores a los bienes raíces.
“Normalmente, desde afuera se cree que todo desarrollo que se hace en Santa Fe viene del campo pero la verdad es que el 70 u 80% de las unidades que comercializo en Rosario no vienen tanto del agro, si bien este siempre vuelca algo. Fundamentalmente las inversiones vienen de pequeñas y medianas empresas, de profesionales independientes y textiles”, detalla.
–¿Cuál es la particularidad del mercado de Rosario?
–No es muy distinto al general. Nosotros venimos trabajando a un ritmo interesante y lo que se nota es que el posicionamiento de los compradores es más especulativo. La gente sabe que el precio en dólares de la construcción bajó. En Rosario la baja estimada era de un 30% sobre el precio de lista anterior a la devaluación y a la pandemia, así que el que está con dinero en mano y en dólares lo quiere hacer valer. Por eso, las ofertas muchas veces están por debajo de ese 30 o 35%. Su aceptación depende de la desarrolladora, que tenga espalda para sostener el proyecto. Por fortuna, nosotros tenemos flujo constante de ventas, pero estoy viendo a desarrolladoras que venden por debajo del valor de reposición, directamente.
–¿Cambió algo con la pandemia?
–Sí, pero no tanto por la pandemia, sino por el mercado en sí. En cuanto a los productos, ya no se busca tanto monoambiente, sino más bien de un dormitorio o más. Y lo que se siente en general es un espíritu de colaboración fuerte entre proveedores y las desarrolladoras, que tratamos se acompañar a nuestros clientes. De hecho, en Rosario desde que llegó el Covid-19 no hay una obra que haya parado. Obviamente, por ahí sí se han alargado los plazos o se reguló distinto el tiempo, pero no se frenaron.
–¿El financiamiento es igual al de la prepandemia?
–Tenemos varios sistemas de venta. Hace unas semanas cerramos un acuerdo con una empresa que se llama Agrocanje, que nos permite recibir cosecha en parte de pago. Ellos se ocupan de la cotización y de todos los trámites. Obviamente, hacemos el financiamiento tradicional en pesos con ajuste de la Cámara de la Construcción Argentina (CAMARCO) y además hace varios años sacamos un plan que se llama “cuota light” que es por el doble del tiempo de obra. Lo bueno es que con la propiedad en tu poder ya la podés alquilar y así se genera una renta que sirve para amortizar parte de la cuota. Nos dio muy buen resultado. Siempre le buscamos la vuelta para que la gente pueda estar dentro de un proyecto.
FUENTE: Inés Álvarez – www.clarin.com