En el corazón de La Boca, frente a la ribera de Riachuelo, se alzan las ruinas de ladrillo y madera de Barraca Peña. El edificio, donde funcionó un almacén y un depósito, fue testigo del apogeo del Puerto de Buenos Aires en el que desembarcaban miles de inmigrantes y era el centro neurálgico del comercio agroganadero argentino.
La Barraca tomó su nombre de la familia Peña, cuyos ancestros llegaron a Buenos Aires en 1774. Emilio Bunge Peña, nieto de los primeros inmigrantes, fue su contructor e impulsó el comercio de lana y cuero, productos esenciales para la industria textil europea, especialmente durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, que redujo la exportación de algodón.
Barraca Peña floreció en una Argentina en proceso de modernización bajo la presidencia de Sarmiento y se consolidó durante la Generación del ‘80, en los inicios del modelo agroexportador. A pocos metros de allí funcionó una estación de carga y pasajeros, que terminó adoptando su nombre. Fue inaugurada el 1 de septiembre de 1865 por el Ferrocarril Buenos Aires a Ensenada. En 1898, el ramal fue comprado por el Ferrocarril del Sud y dejó de prestar servicios de pasajeros en 1910, cuando el ramal fue clausurado para concentrar todos los servicios de pasajeros en Constitución.
El doctor en Arqueología, Marcelo Weissel, explica que el primer retrato de Barraca Peña fue realizado por el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini, padre del ex presidente de la Nación, quien representó al sitio en una litografía titulada “Puerto de los Tachos”. El nombre hace referencia a los recipientes utilizados entonces para transportar productos de saladeros y mataderos, como cebo, grasa animal y tasajo.
El pasado portuario desenterrado
Hoy el edificio, ubicado en Avenida Pedro de Mendoza 3003, se ha convertido en un centro arqueológico que conserva objetos hallados en excavaciones realizadas en La Boca, Barracas y Puerto Madero durante obras como el Paseo del Bajo, la Autopista Buenos Aires – La Plata o para el control de inundaciones.
Entre los objetos conservados se destacan cascos de obreros, herraduras, huesos de vaca, antiguas vasijas y pilotes de barcos. Uno de los objetos más valiosos es un barco mercante español del siglo XVIII, cuyos restos fueron descubiertos en el Dique 1 de Puerto Madero en 2008. Actualmente, los restos del barco se encuentran enterrados en el jardín del sitio para preservar su estructura, ya que al exponerse al sol las maderas que estuvieron durante tres siglos en el agua podrían arruinar su valor patrimonial. Los materiales de los barcos dicen mucho sobre cuál era su función y este hallazgo permitió entender más sobre la fundación de Buenos Aires.
Las excavaciones arqueológicas en la zona revelan detalles sobre la vida en el puerto. Weissel señala que las capas de tierra sobre el nivel del suelo esconden objetos del pasado. “El siglo XIX está abajo, y el XVIII, mucho más profundo”, explica. La arqueología permite desenterrar la historia de La Boca como un centro clave del comercio y la vida portuaria en Buenos Aires.
La construcción de Barraca Peña se caracteriza por ser un galpón de grandes ventanales. Jorge Mallo, gerente de Patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires, destaca la arquitectura del edificio que permite una gran entrada de luz, además de conservar un importante trabajo de carpintería y mampostería que ayudaron al almacenaje en la planta superior.
El puente levadizo
Del conjunto histórico que componen la barraca, la más antigua de la Ciudad, y la estación de tren también forma parte un puente levadizo que hoy pertenece al Ferrocarril General Roca. Se construyó en 1913 para que los trenes crucen el Riachuelo. Tiene una longitud de 88,20 metros divididos en dos tramos fijos y uno basculante, de unos 30 metros, que permite que se eleve para que pasen por debajo las embarcaciones.
“Actualmente la estación sigue en pie y es la construcción ferroviaria más antigua de la Ciudad. Es una casilla de madera que se puede visitar y es cuidada por familias de ferroviarios”, relata el experto en arqueología. Está ubicada en Pedro de Mendoza 3121.
Un patrimonio recuperado para el futuro
Barraca Peña es un sitio fascinante donde quedan todavía muchas cosas por explorar y así lo explica Weissel. Por medio de excavaciones se pudo encontrar la cisterna y el aljibe del edificio, fundamentales a la hora de entender como pasaban sus días los trabajadores de los barcos. Y no se descartan que aún en sus suelos se alberguen muchos otros objetos ocultos.
FUENTE: Juan Ignacio Figueroa – elauditor.info