La casa que alguna vez habitó el artista plástico Juan Carlos Castagnino, en el barrio de San Telmo, es un spot fotográfico obligado para vecinos y turistas. Todo en su frente llama la atención: el color que la caracteriza ya desde hace muchos años, entre un rosa apagado y viejo; los ladrillos antiguos que asoman detrás de un revoque gastado; la puerta de madera, antigua, con forjas de hierro; y la fachada en falsa escuadra que le otorga un aspecto bellamente desvencijado.
Esa casa está hoy a la venta y cuesta U$S 820.000. Tiene una decena de habitaciones, un patio central y un terreno que ocupa más de 50 metros hacia el interior de la manzana. Pertenece a los herederos del artista y posee una protección estructural que garantizará que su fachada, y buena parte de su interior, quede inalterada.
“Era un hombre con una postura ideológica: el arte tenía que servir al pueblo”, dijo alguna vez Santiago Castagnino, nieto de Juan Carlos Castagnino, uno de los artistas plásticos más relevantes del país. Junto a Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Enrique Lázaro y el mexicano David Alfaro Siqueiros pintó el mural Ejercicio Plástico para Natalio Botana y que hoy se exhibe en el Museo del Bicentenario. Creó ilustraciones icónicas del Martín Fierro de José Hernández y dejó un legado de, al menos, 40 murales en todo el país.
Nació en Mar del Plata, vivió y trabajó muchos años en Mataderos y a fines de los 60 se mudó a San Telmo, en donde adquirió esta casa: se estima que fue construida a fines del 1700. Funcionó como correo a mediados del 1800 y se cree que también formó parte de un complejo de edificios que asistía al funcionamiento del puerto cuyas aguas, en aquellas épocas, llegaban hasta lo que hoy es el eje de las avenidas Alem – Paseo Colón. Años después, cuando sobreviene la epidemia de fiebre amarilla en el barrio, se genera una enorme migración hacia el norte de la Ciudad y la casa se transforma en un inquilinato.
En diálogo con Clarín Santiago -hijo de Alvaro Castagnino, quien fue un reconocido galerista y que falleció en 2014- contó que “hay cierta preocupación vecinal respecto al destino de la casa. Somos conscientes de la protección que posee y el futuro dueño no podrá derribarla o construir un edificio de 10 pisos”. Cuenta Santiago que la casa está cerrada al público desde fines de los 90. “Fue un artista muy prolífico. Yo viajo permanentemente a certificar su obra por todos lados, incluso murales en el interior del país. Hay un gran acervo, un gran trabajo que me gustaría que mucha más gente pudiera ver”, contó. Santiago sueña con que quizá la Ciudad compre la casa y la transforme en un museo.
El equipo de Interpretación Urbanística del Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte porteño, que tiene a cargo la tarea de relevar los inmuebles construidos antes de 1941, identifica esta edificación con una doble protección: por un lado, está ubicada dentro del Área de Protección Histórica (APH) San Telmo, y por otro con una protección estructural, debido a su carácter singular y tipológico.
La protección estructural se otorga a “edificios que por su valor histórico, arquitectónico, urbanístico o simbólico caracterizan su entorno o califican un espacio urbano”, explicó Verónica Copola, directora del equipo de Interpretación Urbanística. “Protege el exterior del edificio, su tipología, los elementos básicos que definen su forma de articulación y ocupación del espacio. Se pueden hacer modificaciones, siempre que no alteren su volumen”, detalló Copola. “Quien la compre no podrá ampliarla ni modificar su fachada o estructura, pero sí realizar alguna reforma de subdivisión interna, previa aprobación de la Dirección de Interpretación Urbanística”, aclaró a este diario.
“Me siento privilegiado de tener a cargo la venta de esta casa. Es maravillosa y tiene un encanto que la hace única. Entrar es como transportarse a otra época, a otra dimensión. Además de la historia que posee, tiene algunas características muy particulares, como las paredes de 50 centímetros de ancho o la estructura de los techos”, detalló Gustavo Frank, broker y titular de la empresa homónima. “Cuando me ofrecieron venderla no fue sencillo establecer un valor, porque existe uno que es intangible: lo que representa culturalmente, y aquello que le dejaron quienes la habitaron, en este caso uno de los artistas contemporáneos más importantes del país”, contó Frank. Por su experiencia, entiende que es una propiedad ideal para transformar en museo o en un espacio de usos culturales mixtos.
Definitivamente un proyecto cultural podría sumar más opciones al barrio y renovar el interés por la obra, la vida y el legado de Castagnino.
FUENTE: clarin.com