La decisión política de instrumentar la separación de residuos domiciliarios sirvió para demostrar que la sociedad sólo necesita de gestión y logística que acompañen estas prácticas.
Durante muchos años se insistió en la imposibilidad de poner en marcha este proyecto debido a las dificultades que se suponían en el contexto social.
Sin embargo, la comunidad respondió en un nivel superlativo.
La no presencia de una continuidad en los planes de reciclado y la inexistencia de un plan programático por parte del municipio en el último lustro, ha hecho que los niveles de respuesta cultural no sean los deseados.
La iniciativa encarada por la facultad de Ciencias Económicas y Sociales, a través de la secretaría de Vinculación con el Medio, con el acompañamiento de numerosas empresas y organismos públicos, demostró taxativamente que en sólo tres jornadas se reunieron casi 20 toneladas de desechos tecnológicos.
Ahora se prevén tres fechas más de recuperación que se harán el 11 de agosto, el 13 de octubre y el 1 de diciembre.
Sólo con imaginar que a fin de año se puede llegar a la cifra de 40 toneladas generada por aparatos como celulares, computadoras o electrodomésticos, hace pensar seriamente que la población retiene estos cúmulos de basura porque no existe una solución pública para desprenderse de estos elementos.
La otra gran incógnita es qué se hace en el distrito con las miles de pilas y baterías que ya no se utilizan, lo que pone a prueba al sistema con la simple visualización de semejante carga nociva escurriéndose por las bolsas de residuos diarias que terminan en las cavas del relleno sanitario.
Si ponemos en esta ecuación que los habitantes de General Pueyrredon consumimos agua de napa que extrae OSSE, ya debería estar en ejecución un plan de recolección de estos materiales y una mecánica de desactivación de metales pesados por parte de la municipalidad.
La planificación en cuanto al manejo de los residuos está requiriendo una ampliación del personal que trabaja en la separación de los elementos reciclados que llegan en bolsas verdes al predio, lo que además generaría puestos de trabajo genuinos.
La colocación de contenedores para separar los desechos por cuadra, funciona en muchas ciudades argentinas y debería ser ya una práctica habitual en nuestra comunidad.
Así como una decisión política sirvió para empezar con la separación en origen, ahora urge elaborar y poner en marcha otras etapas sucesivas que nos ubiquen en un marco de sustentabilidad social.
También aprovechar el beneficio económico de la recuperación, serviría para bajar la tasa que se cobra por la recolección y disposición final de residuos.
FUENTE: Daniel Temperoni – infobrisas.com