En la Ciudad hay alrededor de un centenar de bares notables, pero cerca de una decena cerró. Algunos de los que se perdieron fueron la Confitería Richmond, en plena peatonal Florida, o el Bar El Chino, una institución de Pompeya. Es que estos locales tienen valor patrimonial, histórico y hasta sentimental, pero cuesta mantenerlos. Y para salvaguardarlos, a partir de este año tendrán un beneficio que es un reclamo histórico del sector: pagarán una alícuota menor de Ingresos Brutos. Es que este mes entró en vigencia la ley Tarifaria porteña, que reduce el porcentaje que se percibe por ese impuesto del 3% al 1,5% para los cafés, bares, billares y confiterías declarados como notables en la Ciudad.
El beneficio llega después de años de gestiones ante el Gobierno porteño de la Cámara de Cafés y Bares de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) . Desde allí indican que la nueva alícuota es aplicable a la presentación correspondiente al mes de enero de 2020.
En la AHRCC aclaran que hasta los $ 120 mil sobre la base imponible de cada anticipo mensual, la tasa del impuesto es 0%. Y explican que el excedente a ese monto de facturación es el que está alcanzado por la alícuota de Ingresos Brutos que prevé la Ley Tarifaria.
“Teníamos una ley que ya nos beneficiaba, pero con un monto que era exiguo. Por eso la reducción del 3% al 1,5% en Ingresos Brutos nos viene muy bien a los bares notables. Hay que tener en cuenta que se trata de edificios antiguos, históricos y que el mantenimiento siempre corre a cuenta del propietario. Y además, no escapan a la situación de la gastronomía. Por eso es reconfortante que nos tengan en cuenta”, señala Felipe Evangelista, presidente de la subcomisión de Bares Notables de la Cámara de Cafés y Bares de la AHRCC. Y, también, dueño de El Viejo Buzón, un ícono de Caballito.
En los últimos años, muchos de estos locales entrañables se fueron perdiendo. Como la Richmond, que cerró en 2011. Antes, también bajaron las persianas el American Bar, el Aragón, el Argos, el Izmir, Queen Bess y el Chino de Pompeya, entre otros.
Algunos cierran porque sus dueños originales ya están cansados, pero reabren de la mano de empresarios gastronómicos jóvenes. Como el Roma, de Balvanera, cuyos fundadores asturianos dijeron basta en noviembre después de 67 años de trabajo. Pero el bar volverá a abrir sus puertas en febrero, de la mano de cuatro emprendedores gastronómicos, entre los que está Julián Díaz, que ya recuperó Los Galgos.
Los bares notables son puntos de encuentro y, también, referencias culturales. “Hay una tarea importante en defensa de la identidad de la Ciudad y el apoyo a la cultura -sostiene Evangelista-. Porque somos emprendimientos privados, pero colaboramos con la política cultural de la Ciudad. Para recibir la declaración de notables, hay una evaluación sobre la incidencia en su zona, no sólo por ser históricos, sino por ser emblemáticos en sus barrios”.
Como ejemplo, Evangelista pone a su propio bar, El Viejo Buzón, un clásico enclavado en la esquina de Neuquén y Espinosa. “Un vecino pasó un día en que organizábamos un concurso de manchas, preguntó por el dueño, y me dijo que el lugar merecía ser notable por toda la actividad cultural que hacía. Y es verdad, siempre armamos concursos de pintura o hay un poeta recitando. Hay un buzón en la puerta y los chicos del nivel inicial vienen a ver qué es esa cosa colorada y nosotros les explicamos cómo era la comunicación antes. Y cuando la Comisión de Bares Notables, de la que ahora formo parte, vino a evaluar el lugar se encontró que estaba muy identificado con el vecindario”.
FUENTE: www.clarin.com