“En un lucido acto inauguróse la Galería Rosario”. Así, con un pretérito perfecto impersonal propio de la prensa de la época, se publicó este titular el 25 de mayo de 1956 en La Capital. La nota daba cuenta de una galería que se abría en San Martín 862 con aires modernos y rompía la tradición de los pasajes comerciales como el Pan (Córdoba 954) y La Previsora (que había unido calles San Martín y Santa Fe rodeando el Banco Provincial). “La Rosario” unía las calles San Martín y Sarmiento y fue construida por la empresa Candia & Cía. No sólo se ofrecía como una nueva propuesta arquitectónica y comercial sino que le hacía lugar a cuatro importantes obras del artista plástico rosarino Julio Vanzo, una de las cuales, en el local 01, está a punto de desaparecer insensiblemente a la vista de todos.
A 64 años de esa inauguración, la galería mantiene una cuidada fisonomía, pero no puede decirse lo mismo de dos de las cuatro obras de Vanzo allí expuestas. Vamos por partes: dos inmensos murales de venecitas de figuras abstractas y geométricas sobreviven prácticamente como en el origen de la galería en los descansos de las escaleras que llevan a la plata alta desde los límites norte y sur. Pero en la escalera central, uno realizado con la misma técnica de mosaicos y nominado “El arado” fue intervenido torpemente hace más de dos años con una cámara de seguridad en medio de la figura del sol, que justamente es el actual ícono de la galería.
Cultura y Preservación del Patrimonio municipal prometió tomar cartas en el asunto en aquel momento. Se dijo que era un “error técnico” y prometieron comunicarse con la administración de la galería para reubicar la cámara. Pero nada pasó hasta ahora. Tampoco se hizo nada con el mural celeste, gris, rojo y negro pintado sobre yeso y nominado “Los músicos”, que se descascara en un local de alquiler con frente a calle San Martín. Una imagen con la firma del artista en el margen superior derecho que fue parte y alusión del tradicional bar Mogambo, un nombre que dialogaba con una famosa película que tres años antes habían protagonizado Clark Gable, Ava Gardner y Grace Kelly.
“Es una pena que se pierda esta obra de Vanzo, que no se preserve, sobre todo cuando ya se perdió otra en un local de la vereda de enfrente”, dijo el arquitecto Carlos Candia nieto de Rafael, dueño de la empresa que hizo la galería, y sobrino-nieto de Domingo, amigo de Vanzo.
El descendiente del constructor se refiere a otra obra que fue tema de una nota de La Capital publicada en 2002, donde se advertía del peligro que corrían los murales del plástico rosarino. Pero de nada sirvió. El mural con figuras de mariposas, donde predominaban los colores rojos y celestes, estaba pintada desde el piso al techo en un rincón a la entrada del local de lo que fue la perfumería Suárez y que hoy aloja una financiera.
“Sí, sabemos que quedó un mural detrás del durlock pero nunca lo vimos”, le dijo un empleado a este diario.
No se cuida lo que no se conoce
En aquella nota de hace 18 años el investigador, historiador y profesor titular de Arte Argentino de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Guillermo Fantoni, ya había dicho: “Hay mucha obra valiosa y olvidada en la ciudad. Falta que el Estado difunda el patrimonio porque no se cuida lo que no se conoce. Es el Estado quien debe valorar el patrimonio para que la gente cuide las obras”. Ahora, consultado nuevamente, reiteró el mensaje.
“Es sumamente relevante la obra de Vanzo por su calidad estética, es un artista moderno que acompañó las primeras vanguardias del siglo XX, cubismo, futurismo. Su obra es típica de la posguerra y los años 50: articulaba y sintetizaba arquitectura y diseño, por eso se la ve en una galería como la Rosario, también moderna en su concepción”, dice Fantoni, quien a la vez valora el hecho de que la obra estuviera al paso y la vista de la comunidad y no reservada a un privado.
Además de los Vanzo de acceso público de la galería hay obra de cerámica en los halls de los edificios de Presidente Roca al 800 y Oroño 538, en el restaurante Mercurio de la Bolsa de Comercio y en el Sanatorio Británico.
Para el director del Museo Castagnino, Raúl D´Amelio, también sería una pena perder un Vanzo más y lamentó que no haya legislación en torno a la preservación de los murales.
“El problema son los dueños del lugar, deberían ponerle pautas de preservación a quien alquile el local con esa obra. Hay legislación para preservar la arquitectura de la ciudad pero no para proteger estos murales”, aseguró. Y agregó: “Es uno de nuestros más importantes artistas, reconocido a nivel internacional, no como Berni, pero su obra con distintos estilos y materialidades tiene un valor artístico indiscutido”.
D´Amelio asegura que la obra se puede rescatar. “Aún se está a tiempo”, dijo. Habrá que ver quién recoge el guante. ¿Quién preserva las obras de alto valor estético de los espacios públicos?
FUENTE: www.lacapital.com.ar