El gobierno porteño removerá la pintura negra que cubre monumentos de próceres y personajes históricos. La estatua ecuestre a Carlos María de Alvear, del francés Antoine Bourdelle, fue la primera en estos días en volver a lucir su tonalidad bronce original, después de las críticas de una delegación parisina. En lista de espera para ser sometidas al mismo proceso están piezas en homenaje a Sarmiento, Urquiza, Bolívar y Rubén Darío.
Según ONG y expertos en patrimonio, el tinte negro otorga una dureza artificial innecesaria a las esculturas distribuidas en el espacio público de la ciudad.
Las figuras exhiben una cobertura de grafito negro y cera desde mediados de 2015, momento en el que vecinos de diferentes barrios denunciaron a LA NACION que los monumentos habían cambiado misteriosamente de color. Según explicó luego el gobierno porteño, la pintura era necesaria para proteger las obras del vandalismo al que son frecuentemente sometidas.
Sin embargo, las objeciones trascendieron nuestras fronteras. A mediados de 2018, expertos restauradores del museo que custodia la obra de Bourdelle, el Bourdelle de París, se presentaron frente al monumento de Alvear para solicitar su pronta limpieza. La obra fue considerada por su propio autor la mejor de su producción artística.
La estatua en honor al militar, que saluda con el brazo extendido sobre la barranca de Avenida del Libertador y Posadas, fue recientemente declarada Monumento Histórico Nacional junto a otras 123 de todo el país.
La restauración demandó siete meses, durante los cuales la obra estuvo rodeada de andamios y cubierta por una lona. Dio inicio luego de un acuerdo entre la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos; la embajada de Francia; el Institut Français d’Argentine, y el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño.
“Quedó muy bien. Ojalá vengan los franceses a verlo. Cinco restauradores trabajamos con el asesoramiento del Museo Bourdelle mediante teleconferencias. Las cuatro figuras que rodean al prócer tenían mal los anclajes debido a la corrosión; los reparamos y los volvimos a colocar”, dijo Jorge Grimaz, del área Monumentos y Obras de Arte (MOA), la dependencia oficial que restaura esculturas vandalizadas, ya sea en su lugar de emplazamiento o tras trasladarlas al predio que ocupa en Palermo.
Germán Carbajal, expresidente de Basta de Demoler, se mostró satisfecho con los resultados: “Trabajaron muy bien. Alvear luce como antes”, dijo el restaurador, uno de los primeros en alertar sobre el súbito cambio de tono de la obra.
Según el experto, resta efectuar una investigación para determinar quién y por qué ordenó bañarlo de negro. “Se pintaron las obras durante la anterior gestión del gobierno de la ciudad. Se hizo para compensar una descompensación de la pátina y proteger las obras de arte”, respondieron desde MOA, sin brindar mayores detalles.
Para el año próximo, está programado continuar con el quite del grafito en otras figuras, “aunque también dependemos de los futuros y potenciales cambios en la administración”, dijeron a LA NACION fuentes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público. Las tareas serán realizadas por personal del MOA y no requieren de una partida presupuestaria especial. El tiempo que demandará cada restauración dependerá del tamaño del monumento y de lo complejo que sea acceder a él a través de andamios.
El tratamiento es lento y delicado. Consiste en aplicar sobre la pieza una pistola de vapor saturado para que, en primer lugar, se ablande la cera. Luego se va retirando el grafito excedente hasta llegar al bronce de la pátina original, por lo general de tono verdoso. Finalmente se le pasa una cera microcristalina, transparente, que trabaja como barrera hidrófuga para evitar la oxidación.
Uno de los próceres que llaman más la atención por lo ennegrecidos es Justo José de Urquiza, en el cruce de la Avenida del Libertador y Sarmiento. Debido a la polución, la obra de Renzo Baldi y Héctor Roca tenía ya de por sí un tono más oscuro que el resto, explicaron los especialistas. La emblemática obra, que contrasta contra el cielo azul en los Bosques de Palermo, sedujo a Mick Jagger y fue elegida por el cantante como fondo en una foto que se sacó en el lugar durante su visita en 2016. El monumento, una figura ecuestre realizada en granito y bronce, fue inaugurado en 1958. En la base se pueden observar en bajorrelieve la Asamblea General Constituyente de 1853 y la Batalla de Caseros, en la que Urquiza, al comando del Ejército Grande, derrotó al entonces gobernador Juan Manuel de Rosas.
Dos obras del argentino José Fioravanti, el Simón Bolívar de Parque Rivadavia y el poeta nicaragüense Rubén Darío en la plaza que lleva su nombre, en la avenida Figueroa Alcorta y Pueyrredón, están incluidas en el listado por intervenir. El Bolívar fue uno de los primeros en ser pintados de negro debido a las frecuentes actos de vandalismo que sufría. El monumento en honor al nicaragüense fue inaugurado en octubre de 1942; tiene cinco metros y medio de altura.
Su autor, Fioravanti, es un artista prolífero y autodidacta que posee seis piezas declaradas monumento histórico nacional en la ciudad. A partir de la reciente firma del decreto 769/2019, antes de cambiar de lugar una escultura o de pintarla se deberá consultar a la Comisión Nacional de Monumentos.
Una obra de otro francés genial, Auguste Rodin, autor de El Pensador instalado frente al Congreso, también lucirá como antes. Se trata de Domingo Faustino Sarmiento, en la Plaza Sicilia, de Avenida del Libertador y Casares. Seis años después de su fallecimiento, en 1888, se encargó su escultura a París. Pero al momento de la inauguración generó una polémica entre los presentes porque la figura era muy diferente del personaje homenajeado. Además, fue emplazada en las puertas del lugar donde estaba la casa de Rosas, acérrimo enemigo de Sarmiento.
FUENTE: Virginia Mejía – www.lanacion.com.ar