En Retiro, sobre la Avenida del Libertador, unos metros antes de la nueva subida de la autopista Illia y ahí nomás del espacio artístico y gastronómico de Carlos Regazzoni, un portón abierto de rejas negras y columnas blancas con faroles antiguos invita a una callecita adoquinada con algunos bancos de plaza. Allí se exhibe, entre otras piezas históricas, una locomotora a vapor Hunslet Engine Co, que prestó servicio en el frente de combate durante la Primera Guerra Mundial y que luego transportó papas por la zona de Balcarce y hasta llegó a formar parte del ex Ferrocarril General Urquiza.
Enfrente se alza un edificio de ladrillo con ventanas de hierro y vidrio repartido. De la fachada cuelgan dos grúas pintadas de rojo y que, según una leyenda en letras de imprenta, llegaron a levantar cargas de hasta 1500 kilos. Se trata del edificio original de 1915 donde funcionó el Galpón número 1 del Ferrocarril Central Argentino, un playón de cargas que se construyó al mismo tiempo que la estación Retiro, como centro de operaciones ferroviario.
El edificio, recién restaurado, alberga en la planta baja el también renovado Museo Nacional Ferroviario Raúl Scalabrini Ortíz, fundado en 1971, y que atesora 2500 piezas inventariadas que narran la historia del ferrocarril en la Argentina desde sus orígenes.
Según cuenta Javier Mayorca, gerente de Relaciones Institucionales de Trenes Argentinos Infraestructura, área de la que depende el museo, en 2014 había empezado una obra para recuperar los pisos superiores del edificio con el objetivo de hacer oficinas. “Cuando se inició la gestión actual, esa obra estaba parada. Lo primero que se hizo fue rescindir ese contrato y relicitarlo para terminarla. La estructura del edificio es la original y se trabajó con patrimonio histórico de la ciudad. Para el museo, encaramos un proyecto específico”, dice.
Puesta en valor
La remodelación integral y puesta en valor del edificio, de 5100 metros cuadrados de superficie total, se hizo en tres etapas y demandó casi cinco años, con una inversión total de 6.450.000 dólares. Con la reinaguración del museo (que estuvo cerrado por las obras durante un año y medio) el 19 de este mes, finalmente se dio por concluida la tercera etapa.
¿En qué constó? Se construyeron dos nuevos entrepisos de estructura metálica y losetas premoldeadas destinados a oficinas administrativas. Se hicieron baños, ascensores modernos y una nueva instalación eléctrica contra incendios. Se restauraron las fachadas de ladrillo a la vista, se ejecutaron carpinterías y parasoles, la iluminación exterior, la escalera metálica de emergencia, y se renovaron halls y la explanada de acceso.
Además, se llevó a cabo la remodelación completa del sector del museo. Ahí se construyó un nuevo entrepiso metálico destinado al Centro de Estudios Históricos Ferroviarios. En la planta baja, donde se exhibe la muestra del Museo, se demolieron los tabiques y entrepisos y se colocaron pisos de hormigón, artefactos con iluminación led y expositores modernos para generar así un espacio fluido y amplio que potenciara la circulación de la muestra.
“Originalmente el edificio constaba de un subsuelo, planta baja, primer piso y segundo, con una altura original de más o menos ocho metros por piso -cuenta Lauro Denezio, guía del museo-. Esa altura se explicaba por una cuestión de aire y porque no había climatización. Entonces se trató de aprovechar ese espacio en altura y se dividió. Así, al subdivir el primer piso se generó el primero y segundo; y al subdivir el segundo, ahora tenés el tercero y cuarto.”
Hoy, en el segundo piso, tras un acuerdo entre la gobernación de Buenos Aires y Trenes Argentinos Infraestructura, tiene oficinas la gobernadora María Eugenia Vidal.
El museo
Más didáctico y visualmente atractivo. Esa fue la idea de la renovación de la muestra del museo, que se podrá visitar este sábado durante La Noche de los Museos, más allá de la instalación de baños y de sumar una rampa y quitar escaleras para hacerlo más accesible. Con esa idea, apunta Mayorca, se generó un recorrido con áreas específicas para cada segmento del ferrocarril, que exhibe la complejidad de toda la infraestructura ferroviaria: un área de talleres y fabricación de piezas, otra sobre encomiendas, una relacionada a los pasajeros, otra sobre energía y una más sobre los vehículos que trasladaban sobre rieles al personal jerárquico o a las cuadrillas.
Así, en ese recorrido, puede verse un asiento reclinable y giratorio usado en los coches de primera clase que remite a un sillón de peluquería por ser los más cómodos que existían en aquel momento. O un auto de vía Drewry, fabricado en Londres a comienzos del siglo XX, que se usaba para transportar personal técnico jerárquico especializado en la inspección de vías y detección de fallas. Y hasta un rectificador de arco de mercurio de la década de 1920 (que por su tamaño y particular estructura hace pensar en una máquina para viajar en el tiempo) destinado a rectificar la corriente alterna en corriente continua para alimentar a los trenes.
Incluso, quien lo visite durante La Noche de los Museos tendrá la posibilidad de caminar el Werkspoor N.V., un coche presidencial hecho en Holanda que había mandado a hacer Juan Domingo Perón, en 1955, durante su segundo gobierno y justo antes del golpe de estado. Durante su visita al país, en 1982, del Papa Juan Pablo II se trasladó en ese coche desde Luján hasta Once.
FUENTE: Fernando Massa – www.lanacion.com.ar