Una maraña de andamios envuelve por completo a El Tambito, una casita ubicada en medio de una Area de Protección Histórica, la del Parque 3 de Febrero, que por fin será rescatada, restaurada y puesta en valor. Contra reloj se llevan a cabo trabajos de reparación en esta obra de arquitectura de un estilo muy poco común en la Ciudad -inaugurada en 1877-, que fue un kiosco de expendio de leche, parte del circuito tanguero porteño y que el abandono, el descuido y una serie de incendios pusieron en riesgo.
El personal que trabaja en la restauración y puesta en valor de El Tambito se encuentra, sin dudas, frente a un enorme desafío: el de recuperar cubiertas enteras, escalinatas, cerramientos, pisos y detalles ornamentales que configuraban la fisonomía de esta pequeña y bella obra de arquitectura emplazada en un lugar de privilegio.
Una obra que tiene una curiosidad: lo que todos y todas las vecinas y turistas reconocen de esta casita es su fachada trasera, que da hacia Avenida Adolfo Berro. El frente mira hacia la arboleda de Plaza Sicilia y el Lago Victoria Ocampo. Y, pese a su singularidad, no se le conoce arquitecto firmante. No hay datos sobre quién la construyó. Aunque se dice que pudo haber sido obra del francés Carlos Thays, las fechas del origen de la casita y del momento en que el paisajista se hace cargo de muchas de las obras del parque no coinciden.
Sufrió más de diez años de abandono y estuvo intrusada durante mucho tiempo. En una recorrida por el interior del edificio, Clarín pudo ver los daños que posee, especialmente en los techos. Algunos, los bajos, fueron destruidos por incendios. El techo alto, el principal, en cambio, fue destruido por el agua. Y a su vez, el agua que se filtró a través de los techos rotos afectó el interior de toda la construcción.
Con este panorama se encontraron los y las arquitectas y especialistas en restauración que apuran los trabajos para llegar a mitad de año con la obra concluida.
Si bien no hay documentación original sobre la obra, hay mucha información valiosa que está sirviendo de guía para los trabajos. Además de fotografías antiguas, hay planos y documentación que se elaboró en años anteriores, cuando el edificio estaba en mejor estado y hubo alguna intención para recuperarlo.
“La estructura de los techos es de madera de pinotea. La encontramos comida por bichos, podrida por la exposición a la intemperie, incendiada y practicamente carbonizada, por eso hay partes que tendrán que ser reemplazadas. Sin dudas el mayor deterioro fueron los incendios”, explicó la arquitecta Lucía Parra, del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana, el área que se encuentra llevando a cabo las obras. Se usará también madera de pinotea, pero de demoliciones.
Por fortuna, la caja muraria, es decir las paredes, se conservaron. Incluso cuando comenzaron a trabajar en el decapado de los muros externos descubrieron un listón de ladrillo visto que recorre todo el contorno y que había sido cubierto con material. Ahora está siendo restaurado para que se luzca.
FUENTE: Silvia Gónmez – www.clarin.com