Acumulación de polvillo, de telarañas y guano de murciélagos, golpes, agrietamientos y hasta posibles impactos de bala sufrieron durante décadas los dos murales más grandes realizados por el artista plástico argentino Juan Carlos Castagnino (1908-1972) en la ciudad de Mar del Plata, donde desde el pasado verano un equipo de profesionales trabaja para recuperarlos y protegerlos mientras se construye un edificio de casi veinte pisos arriba de ellos.
Homenaje al Libertador y Despedida de Uspallata son los nombres de estas dos obras alegóricas al Cruce de los Andes que desde 1947 decoraron el interior de las medianeras del viejo Cine Teatro San Martín, ubicado en el macrocentro marplatense, con autoría de Castagnino: destacado pintor marplatense, uno de los impulsores de la técnica del muralismo en el país junto a Antonio Berni y Lino Spilimbergo, que incluso trabajó con el más famoso de los maestros mexicanos, David Alfaro Siqueiros.
A partir de un pedido realizado hace más de 70 años por los diseñadores de ese espacio cultural, el pintor y arquitecto argentino creó estas pinturas con la técnica al fresco (Buon fresco) de casi siete metros por cuatro cada una, pero desde que el cine dejó de funcionar en la década de 1990 el complejo tuvo múltiples usos -sede del Centro de Residentes Universitarios, bailanta, cancha de fútbol 5-, y las obras fueron afectadas.
“Los murales estaban en muy malas condiciones porque el lugar llevaba mucho tiempo cerrado y por los distintos usos que tuvo. Sufrieron un deterioro biológico por la suciedad acumulada, tenían restos de guano de palomas y murciélagos, golpes por la mala preservación y algunas grietas estructurales”, explicó Natalia Minuchin, restauradora que está al frente del equipo encargado de recuperar las obras.
Licenciada de Bellas Artes e Historia del Arte, con estudios y casi una década de trabajo en España, Minuchin se desempeña en el Museo Municipal de Arte Juan Carlos Castagnino en Mar del Plata y fue convocada por la desarrolladora inmobiliaria Grupo Dinal, que construirá en el lugar la torre “Punta de Arenas VI”, un edificio de 17 pisos con oficinas y comercios en los niveles inferiores donde se podrán observar las pinturas.
El deterioro que encontraron desde que se subieron a los andamios montados dentro del viejo cine incluyó algunos faltantes de material en la parte alta, que según la restauradora, los obreros del lugar atribuyeron a un tiroteo ocurrido en el lugar años atrás: “Por la forma y la altura a la que están esas marcas, no me extrañaría que sean de algún balazo”.
“Durante dos meses y medio, se trabajó en la protección y apuntalamiento, para que puedan arrancar con la construcción, y cuando ya no haya más polvo ni obreros, empieza la restauración estética de limpieza y reintegración pictórica”, contó Minuchin, que trabaja junto a María Bruzzone, hija del artista Alberto Bruzzone, y al arquitecto Juan Pablo Corti.
La especialista indicó que las obras deben ser resguardas porque fueron declaradas patrimonio histórico municipal y serán integradas dentro del diseño del edificio, por lo que la primera etapa, que demoró dos meses y medio, incluyó “la limpieza superficial para quitar polvillo, telarañas, reparar zonas de la capa pictórica deteriorada por las altas condiciones de humedad, y una consolidación puntual de esas zonas para proteger los colores”.
Tras inyectar adhesivos especiales en las grietas causadas por movimientos estructurales y por el tráfico de la avenida Independencia, sobre la que está ubicado el complejo, los murales fueron cubiertos “con tres capaz de protección y fueron apuntalados para minimizar el impacto de la construcción”. La segunda etapa, cuyo inicio dependerá del avance de la obra, consistirá en reparar todos los faltantes y grietas, “respetando y preservando al máximo el original y tocando lo menos posible”.
Para encarar la restauración, Minuchin tuvo que investigar sobre la historia de los murales porque la información era escasa e incluso en un registro figuraban como pinturas “transportables”, pese a que fueron realizadas sobre muros portantes de más de diez metros de altura.
Tras contactar a una sobrina de Castagnino, logró acceder a los bocetos originales de los murales, que llevaban además la sigla “TAM”, correspondiente al Taller de Arte Mural, creado en 1944 por Castagnino junto a Antonio Berni, Demetrio Urruchúa y Lino Enea Spilimbergo.
“Más allá de que la constructora tenía la obligación de conservar los murales -aseguró Minuchin-, es muy importante y valiosa la decisión que tomaron de encarar una restauración adecuada y en serio, y que una vez terminado el edificio puedan ser apreciadas, porque hablamos de obras icónicas de Castagnino en la ciudad”.
FUENTE: Alfredo Ves Losada – www.infobae.com