La Ópera ha estada allí desde que nacimos. Nos ha visto ir y venir. Salir del teatro, del cine, bajar y subir de la estación del subte, pasar de día y de noche por su puerta. Fundada en 1928, la clásica confitería de la esquina de Corrientes y Callao inaugura hoy una nueva etapa. Restaurada por completo y reformulada su propuesta, acaba de reabrir tras 5 meses cerrada, y lo hace con el espíritu intacto.
La Ópera es un clásico, de eso no hay dudas, aun cuando no integre la lista de bares notables de la ciudad de Buenos Aires. Pero en esta nueva etapa, sus dueños -los mismos de La Giralda- buscan aggiornarla pero sin perder lo esencial. Así es que se ha recuperado su estética basada en el roble, pero con un mobiliario completamente nuevo y una disposición del salón que genera distintos espacios.
El bar atravesó en los últimos 5 meses una restauración con especial atención al detalle, a cargo del Estudio Cerroti. Tanto la nueva barra, como los boxes y todo el mobiliario de salón se diseñaron (y fabricaron) en un Roble similar a su antiguo moldurado perimetral. El fondo de bar con estantes iluminados y espejos rememora a los originales en sus primeras épocas.
“Una mención especial merecen las hermosas molduras originales, que luego de una compleja restauración y colgadas sobre la medianera, nos recuerdan, que en el brillo de esos bronces, está la secreta esperanza, del resurgir definitivo de nuestra amada calle Corrientes”, dijo el arquitecto Gustavo Cerrotti.
Para esta nueva etapa, Nicolás Marques y Gabriel García, sus actuales dueños, han confiado la cocina a la chef Susana Verá, que ha estado con anterioridad en los fuegos del hotel Sofitel Arroyo. La nueva propuesta gastronómica mantiene sus clásicos, como las medialunas calentitas o las pizzas a la piedra, pero sumar una pequeña carta de platos para un almuerzo o una cena un poco más ambiciosa.
Las propuestas de desayuno y merienda también son más amplias, e incluso la oferta de pizzas se sale de los clásicos. Hay una extensa carta de cocktails clásicos (desde un gin tonic hasta una mimosa, por ejemplo), la de vino es corta y nutrida de etiquetas reconocibles, de grandes bodegas, todo a tono con un establecimiento que abre de 7 de la mañana y funciona de corrido hasta la una de la mañana, pero que los fines de semana funciona las 24 horas.
Pronto, en aproximadamente un mes, abrirá en un costado del local, sobre Callao, una ventana en la que funcionará un take away de La Giralda, desde el que se expenderán los clásicos churros con chocolate, entre otras opciones para llevar o comer al paso.
FUENTE: Sebastián A. Ríos – www.onthefoodieside.com.ar