Un proyecto presentado en la Legislatura porteña propone cambiar la denominación de las calles de la Ciudad de Buenos Aires que lleven el nombre de funcionarios que hayan participaron en las dictaduras o gobiernos antidemocráticos. En abril de 2015 se llevaron a cabo algunos pocos reemplazos.
En rigor, el proyecto intenta saldar una deuda normativa de la Ciudad, dado que existe desde 1998 una ley que fija que “no se pueden utilizar como designaciones los nombres de autoridades nacionales, provinciales o municipales que hayan ejercido su función por actos de fuerza contra el orden constitucional y el sistema democrático”.
Además, en 2010, a través de un fallo de la Justicia en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad, se ordenó que la Legislatura porteña realizara el cambio de nomenclatura de todos aquellos sitios públicos en contradicción con lo dispuesto en la ley del 1998.
Por entonces, el Parlamento porteño aprobó una resolución interna mediante la cual creó una Comisión Especial de Nomenclatura Urbana y Democracia con el objetivo de llevar adelante la tarea de reemplazo de las denominaciones.
“Lamentablemente, a la fecha, no se ha podido saldar esa contradicción con la normativa vigente en la materia”, advirtió a Télam el legislador de la UCR-Evolución Ariel Álvarez Palma, autor de la iniciativa.
En ese sentido, mencionó algunos ejemplos en los cuales se avanzó en el reemplazo de las designaciones, entre ellos, la Plaza Aramburu del barrio de Flores que pasó a denominarse “Ángel Gris” en homenaje al escritor Alejandro Dolina; y la Escuela N° 15 “Ramón L. Falcón” que fue rebautizada como “Maestro Jorge Luis Chinetti”, en San Cristóbal.
“Creo que el cambio de nombre en algunas calles de la Ciudad representa una reivindicación en materia de derechos humanos y pone de manifiesto nuestro convencimiento de que los personajes que participaron de regímenes autoritarios o antidemocráticos no deberían figurar en la nomenclatura de nuestra Ciudad”, afirmó el legislador.
Álvarez Palma ya había intentado infructuosamente, en abril de 2018, que la calle Ramón Falcón, la segunda más extensa de la Ciudad que nace en Caballito y concluye en la Avenida General Paz, en Liniers, fuera renombrada como Mario Abel Amaya, militante radical desaparecido por la dictadura de Videla.
Los primeros nombres aparecieron en 1734. La nomenclatura de ese entonces surgió de las iglesias, los santos, nombres que referían a los edificios públicos como el Cabildo o la Catedral, y aquellos accidentes geográficos ubicados cerca de la calle por denominar; por ejemplo, El Jagüel. En un segundo momento, se reprodujeron los nombres vinculados a hombres de la política y el Ejército.
En 1893, cuando se sumaron a la ciudad los barrios de Flores y Belgrano, se incluyó a literatos y hombres de estudio, sabios extranjeros, la nomenclatura geográfica y ciudades importantes, entre otros. Los últimos en ser incluidos fueron los artistas y personajes ilustrados de la Argentina, y más recientemente mujeres, figuras populares y las víctimas de violencia.
En 1893 una ordenanza estableció la necesidad de esperar 10 años tras la muerte de una persona para que se pudiera llevar su nombre dentro de la nomenclatura. Esta decisión fue ratificada por la ley 865 en 2002.
FUENTE: www.nueva-ciudad.com.ar