En sintonía con la campaña mundial para reducir la utilización de plásticos descartables o “de un único uso”, la ciudad de Buenos Aires les dice adiós a los sorbetes. Su circulación será prohibida de manera progresiva: en primera instancia, con la publicación en el Boletín Oficial, ya no se podrá ofrecer ni colocar este artículo a la vista de los clientes; luego, en seis meses, quedará completamente vedada su entrega. Según estimaciones oficiales, dos millones de sorbetes son consumidos al mes solo en patios de comidas de shoppings situados en los distintos barrios porteños. El descarte de estas bombillas equivale a 1,7 toneladas de plástico.
La norma, firmada en una resolución por el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavelli, alcanza a hoteles de cuatro y cinco estrellas, shoppings, galerías y centros comerciales a cielo abierto, locales que posean una concurrencia de más de 300 personas por evento y establecimientos pertenecientes cadenas comerciales (más de cinco sedes identificadas bajo una misma marca comercial, sin distinción de su condición individual de sucursal o franquicia).
También quedarán prohibidos los sorbetes en los locales de baile y comercios donde se sirven y/o expenden golosinas, comidas y/o bebidas; comercios que elaboran y/o expenden productos alimenticios de venta inmediata, comercios que expenden y/o fraccionan productos alimenticios, comercios donde se sirven o expenden comidas y locales para la venta de golosinas envasadas. La resolución, en cambio, no abarca aquellos envases de jugos y leches que vienen acompañados por pequeños sorbetes; no fueron incluidos, explicaron fuentes oficiales, porque son productos elaborados para todo el país y la Ciudad no puede interferir en la regulación de ese circuito.
“Este es un paso más hacia la reducción de plásticos de un solo uso, que le hacen un daño enorme al ambiente. Desde la Ciudad nos sumamos para impulsar y garantizar la reducción del consumo de sorbetes, así como lo hicimos con las bolsas”, destacó el funcionario.
En enero de 2017, el ministerio que conduce prohibió la entrega gratuita o la venta en línea de cajas de bolsas plásticas livianas tipo camiseta para hipermercados, supermercados y autoservicios de alimentos y bebidas.
Respecto de los sorbetes, ya existen antecedentes. En la Argentina el partido de Pinamar fue pionero en tomar una medida similar que implementó esta última temporada de verano. Los turistas debieron acostumbrarse a recibir sus bebidas sin sorbete o con una réplica en cartón. Un empresario de Ostende y presidente voluntario de Big Human Wave, la fundación argentina que lucha por el cuidado de las playas, Gastón Caminata, fue uno de los impulsores de la idea desde la plataforma Change.org. Durante una experiencia personal, juntó más de 500 sorbetes en solo 100 metros de playa en Pinamar.
Luego se sumó el municipio de General Pueyrredón. Un mes atrás, el intendente local, Carlos Fernando Arroyo, firmó un decreto en el que prohíbe el uso de los sorbetes y cualquier otro tipo de vajilla o cubierto fabricado con material no reciclable a lo largo de la costa del distrito, incluida la ciudad cabecera, Mar del Plata.
Villa Gesell, Mar Chiquita y Ushuaia también tienen reglamentaciones en el mismo sentido restrictivo.
Actualmente, una adolescente de 15 años es quien, bajo la reflexión “yo elijo prohibir los sorbetes plásticos, y vos ¿qué elegís?”, acopia firmas también desde Change.org para que se apruebe una ley nacional que prohíba el uso y la comercialización de este tipo de bombillas plásticas. Un reclamo similar se lleva adelante en la plataforma Hagamos Eco, creada por la organización Greenpeace para que los interesados generen peticiones sobre cuidado ambiental y ecología.
En el mundo, varias ciudades de los estados de California y Florida (EE.UU.), Nueva York, Río de Janeiro y Vancouver, entre otras, también vedaron el uso de estos elementos.
Sergio Hilbrecht, gerente de la Cámara Argentina de la Industria Plástica (CAIP), a la que están asociadas unas 60 pequeñas y medianas empresas distribuidas en todo el país que fabrican envases de plástico de un solo uso, se mostró disconforme al ser consultado sobre la medida. “En vez de prohibir los sorbetes, la Ciudad debería contar con un buen plan de gestión de residuos sólidos urbanos posconsumo y educar. Estos artículos podrían ser transformados en otros productos de mayor vida útil”, dijo a LA NACION. Hilbrecht indicó que los sorbetes son fabricados con polietileno, que, al igual que las tapas de las gaseosas, por ejemplo, podría ser tratado y reciclado. “Y no contaminan. Están aprobados para estar en contacto con los alimentos”, agregó.
Campañas
Las redes sociales están jugando un papel importante en esta movida mundial. Mediante la campaña #mejorsinsorbete, distintos bares y compañías empezaron a difundir el mensaje para reemplazar los tradicionales artículos por alternativas más amigables. Aunque parecen insignificantes, los sorbetes son un gran problema para el medio ambiente: suelen usarse unos pocos minutos y pueden tardar entre 150 y 400 años en descomponerse.
El objetivo principal es reducir el uso de plástico descartable, que, entre otros efectos, contamina de manera considerable los grandes cauces de agua; alrededor de ocho millones de toneladas de residuos plásticos terminan en el océano cada año. Los sorbetes son el cuarto contaminante más común que afecta las costas y el agua. Al desintegrarse, se generan partículas conocidas como microplásticos, que son ingeridas por la fauna acuática, que bioacumulan y magnifican estos materiales en la cadena alimentaria.
De acuerdo con el último censo de basura costera realizado en 2018 por la Fundación Vida Silvestre y otras organizaciones ambientales, el 82% de los residuos no orgánicos encontrados en las playas argentinas correspondió a residuos plásticos. Los detectados fueron bolsas plásticas, colillas de cigarrillos, restos plásticos, restos de nylon, tapitas y botellas plásticas, entre otros. El relevamiento fue realizado en 813.554 metros cuadrados de playa en 16 localidades de la costa bonaerense, entre las que figuran Bahía Blanca, Claromecó, Mar del Plata, Necochea, Punta Lara, San Clemente, Santa Teresita y Villa Gesell.
Ciudades y países donde el uso está restringido
En el país: Pinamar, Villa Gesell, Mar del Plata, Mar Chiquita y Ushuaia
En el mundo: Estados Unidos: Alameda, San Luis Obispo, Davis, Carmel, Malibú, Berkeley, Oakland, Richmond (California), Fort Myers, Miami (Florida), Oregon, Hawai, Nueva York; Río de Janeiro, Vancouver, Costa Rica, Reino Unido y Galápagos.
Algunas cifras locales
– 2.000.000 de sorbetes: Son consumidos al mes solo en los patios de comida de los shoppings porteños, según estimaciones de la Agencia de Protección Ambiental de la ciudad
– 1,7 toneladas: Significa el descarte de aquellos elementos; puestos en fila, cubrirían 465 kilómetros de distancia
400 años: Los sorbetes suelen usarse unos pocos minutos y pueden tardar entre 150 y 400 años en descomponerse
FUENTE: Valeria Musse – www.lanacion.com.ar