En el nuevo aniversario que celebra la ciudad, desde el Conicet revelaron detalles arquitectónicos y abogaron por su preservación. Advirtieron por el “perjuicio irreversible” que generan las grandes construcciones.
Desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) advirtieron por el “perjuicio irreversible” que generan las grandes construcciones para el paisaje urbanístico que identifica a Mar del Plata y sumaron su voz para que se avance con una normativa que promueva la preservación de aquellos casas que poseen un alto valor patrimonial.
En el marco del nuevo aniversario que celebra este miércoles “La Feliz”, la arquitecta e investigadora Lorena Sánchez reconoció que los chalets de al ciudad “tienen algo especial” que los hace “inconfundibles” con respecto a los que se han montado en otros puntos turísticos, como Bariloche, Córdoba o Mendoza.
“Todos son fáciles de distinguir por ser de una sola planta, tener tejas coloniales, carpinterías de madera hachada, revoques texturados, y los inconfundibles jardines al frente y galerias de entrada pero quien vea un chalet marplatense no se puede confundir y eso pasa por el revestimiento. Cada casa tiene una identidad propia, con sus frentes de la famosa ‘Piedra Mar del Plata’ cortada en listones horizontales, típicos de la arquitectura de Alula Baldassarini”, destacó.
La autora del libro “Viva el patrimonio. Un paseo inaugural por el patrimonio arquitectónico y urbano” (al cual se puede acceder libremente por la web) recordó que este tipo de construcciones surgieron entre 1930 y 1950, cuando la ciudad comenzó a ser un punto turístico para otros estratos sociales, más allá de las familias acaudaladas que poseían sus casas de veraneo aquí.
“Los nuevos veraneantes construyeron estas residencias más pequeñas, acorde a su presupuesto, pero con una impronta muy fuerte de las grandes casonas sobre la costa, que eran referencia de diseño y materiales a utilizar, los chalecitos eran sus ‘descendientes simbólicos’. Así, el uso de la piedra Mar del Plata, extraída en las canteras cercanas a la ciudad, funcionó como un signo de pertenencia, como un símbolo de status, que fue grabando en el imaginario esa postal inconfundible de nuestra ciudad balnearia”, explicó la investigadora adjunta.
Sánchez, quien es doctora en Arquitectura y cuenta con un magister en Intervención del Patrimonio Arquitectónico y Urbano, reconoció que Mar del Plata “se transforma a cada verano” y por eso lamentó que no haya una normativa local respecto a la preservación de pequeñas construcciones, que poseen un valor patrimonial en conjunto.
“Las grandes construcciones en altura perjudican la calidad del paisaje y es irreversible. Esto sumado a que la construcción más pequeña fue abordada generalmente desde la perspectiva histórica y no patrimonial y que la figura de patrimonio no monumental es un hecho bastante reciente, hacen que el aporte de su investigación se vuelva indispensable para comprender y cuidar la identidad de nuestra ciudad”, sostuvo la integrante del Instituto de Estudios de Historia, Patrimonio y Cultura Material.
El trabajo de Lorena Sánchez pone el foco en el paisaje histórico urbano y su inserción de obra contemporánea, generando aportes para salvaguardarlos de manera equilibrada, analizando las prácticas socioculturales y socio-materiales en Mar del Plata. Su trabajo busca el equilibrio entre la preservación del patrimonio y su sustentabilidad, con una característica particular: incluye a los usuarios en ese balance, según valoraron desde el Conicet.
FUENTE: www.0223.com.ar