“Para mí pintar es vivir, porque el pintor pinta con la vida”, decía Juan Grela en los años ’60. La frase da una clave para la caracterización y valoración de su obra, que ha sido definida como pintura social y a la vez intimista, con un particular vuelo poético.
El pintor y grabador nacido en Tucumán en 1914 vivió en Rosario desde los 10 años y en esta ciudad inició y desarrolló su carrera. A pesar de que su formación fue autodidacta, se destaca en su recorrido formativo la incorporación, en 1935, a la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos. Un grupo fuertemente comprometido con la realidad social vigente, fundado y dirigido por Antonio Berni, a quien Grela consideró su maestro.
También tuvieron influencia sobre él los plásticos José Planas Casas y Gustavo Cochet, y, en otra etapa, el constructivista uruguayo Joaquín Torres García. Años después, en los ’50, Grela formó parte del Grupo Litoral, otro conjunto de creadores que logró proyección nacional, entre quienes se destacó además Leónidas Gambartes. Sus integrantes exploraron lenguajes diversos, basándose en sus búsquedas plásticas individuales. Tanto La Mutualidad como el Grupo Litoral fueron movimientos que representaron dos de los momentos más importantes de la historia del arte rosarino.
Grela también desarrolló un trabajo destacado en el campo de la enseñanza en su casa-taller, en donde se formó más de una generación de artistas. Entre los postulados de La Mutualidad (de la que, según decíamos, formó parte Grela en su juventud) figuraba, justamente, la intención de crear “una escuela-taller” en donde no solo los artistas, sino los aficionados o quienes se estuvieran iniciando en ese campo tuvieran la posibilidad de compartir las enseñanzas y de discutir cuestiones sobre el arte contemporáneo. Su obra se redefine constantemente en esa búsqueda que reflexiona sobre el tema, la forma y el color; de esta rica indagación expresiva dan cuenta las distintas obras que se exhiben actualmente en Rosario.
En la ciudad, se puede encontrar a Grela en el Museo Castagnino, que cuenta con más de 40 pinturas. Se reconoce en ellas, además, el compromiso temático y técnico. La visita está disponible a través de la web de la institución: https://castagninomacro.org/.
Desde el año 2007, cuando el Museo Castagnino organizó la muestra “Homenaje a Juan Grela”, que recorrió con un vasto cuerpo de obras las diferentes etapas de producción del artista, diversas muestras y hasta materiales inéditos visitaron otros espacios culturales de la ciudad.
Grela en palabras
Entre las producciones editoriales sobre la obra del artista, en 2014 el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe publicó “Juan Grela. Antología”, a través de Espacio Santafesino Ediciones. El libre incluye reproducciones de sus obras y artículos de Yanina Bossus, Guillermo Fantoni, Nadia Insaurralde, Nancy Rojas y Andrea Giunta, bajo la coordinación de Carina Zanelli y la producción de la ya mencionada Nadia Insaurralde.
La editorial rosarina Iván Rosado tiene publicados dos libros vinculados con el artista. “El primero es ‘Juan Grela G.’ (2013). Se trata de un completo ensayo del crítico de arte y poeta Ernesto Benito Rodríguez, en donde se analizan en detalle las variadas etapas de producción de la obra de Grela. Basado en testimonios provenientes de una rica correspondencia epistolar entre ambos y encuentros personales, es este un documento de época que da cuenta fielmente de la magnitud de Grela en el ámbito artístico local y nacional. Originalmente fue publicado en 1968 por la Editorial Biblioteca”, explican desde la editorial.
La segunda propuesta es un libro del mismo Grela titulado “Dentro de uno está el universo” (2018), en donde el autor escribe: “Tengo el convencimiento de que para ser pintor hay que universalizarse. Pero universalizarse no es internacionalizarse. Yo aprendí que en mi interior soy igual que el caracol, soy igual que el perro, soy igual que las plantas y soy igual que las estrellas. Eso es lo que yo entiendo por universalización. Quiere decir que dentro de uno está el universo. Cuando uno está universalizado se siente dentro de todas las cosas, y ya no hay nada de lo que pueda decir: ‘Esto es malo y esto es bueno’, que es lo que nos enseñan como educación. En todo caso, puedo decir: ‘Esto es diferente’. Entonces, en los colores, por ejemplo, yo no le tengo rabia a ninguno. Me pueden dar el que quieran, que todos me gustan. Me gusta la línea recta y la línea curva; si el cuadro es en valor, me gusta; si es en color, me gusta. ¿Y por qué? Porque he dejado el rechazo antipático de creerme dueño y señor de una verdad y sentirme hombre todopoderoso. Me siento manzana y me siento naranja, y me siento perro y me siento pez y me siento agua”.
FUENTE: Lucía Dozo – www.miradorprovincial.com