Los invito a viajar en el tiempo y posicionarnos en los finales del siglo XIX en una ciudad que comenzaba a forjarse y que tenía como horizonte la ilusión de convertirse en una de las principales metrópolis del mundo. Con Nueva York o París como paradigmas, quienes estaban a cargo de las principales instituciones de Rosario, incluso el por entonces intendente Luis Lamas, entendían que a este centro urbanístico aún faltaba un “pulmón verde”. La misma idea que se venía repitiendo en las grandes urbes: un parque con el cual visualizar y demostrar ante todos un futuro próspero, igual que el soñado para el país.
Imaginemos entonces, aquella Rosario con muchos menos habitantes que en la actualidad, donde la clase dominante, en horas de la tarde realizaba sus paseos en carruajes por calle Córdoba, para luego tomar Boulevard Santafesino (actual Oroño), hasta llegar a Boulevard Argentino (actual Pellegrini), intersección donde se encontraban las cuatro plazas que llevaban el nombre de “Independencia”. Ese era el entretenimiento de los pocos que se daban el lujo de no trabajar todos los días en largas y cansadoras jornadas. Luego, cuando este sector de la burguesía comercial rosarina empezó a mejorar, eligió esas calles para levantar sus mansiones. Todavía se pueden ver esas lujosas casonas que forman parte del legado arquitectónico de la ciudad.
Por aquel entonces, eran solo cuatro plazas, según explica a este medio. Ernesto “Negro”Aguirre, jefe del servicio educativo del Museo de la Ciudad. “En la zona frente al Museo Castagnino, donde ahora se ubica el pequeño lago con la mujer desnuda, se encontraba el primer zoológico de la ciudad. Otra institución que ya estaba presente en esa época era el Velox Club, (en el predio que hoy ocupa el Club Gimnasia y Esgrima de Rosario). Además, estaban ya creados los principales galpones de la Sociedad Rural, mientras se fue construyendo poco a poco el Hipódromo de la ciudad que se inauguró en diciembre de 1901. Todo lo demás era de propietarios que tenían sus quintas o lugares de residencia en la zona”.
Pese a su encanto y potencial, Rosario mostraba la necesidad de un espacio recreativo de dimensiones, una especie de Central Park propio. Fue el propio Lamas quien en tiempo récord creó unos de los parques más importantes que tiene hoy la República Argentina. “El Parque de la Independencia, así se llama, se hizo en dos años, o sea que fue una tarea titánica para arbolar y realizar sus senderos sin la maquinaria actual”, cuenta Aguirre, quien, según varios historiadores rosarinos, es una de las personas que más conoce la historia del parque.
En 1900 el gobierno provincial autorizó a la Municipalidad a expropiar las tierras circundantes para la creación de un nuevo parque. En 1901 el municipio compró los terrenos, se trazaron las avenidas y las calles internas y fue tomando forma. Su elaboración se basó en planos del ingeniero Héctor Thedy, uno de los emblemas de esa época en materia de paisajismo. Hay versiones que indican que en el trazado colaboró Carlos Thays, francés radicado en Buenos Aires, creador de muchos de los principales parques del país. Ernesto Aguirre asegura “Thays no hizo nada, hay una confusión en ese aspecto. Seguro que colaboró con libros y escritos sobre paisajismo, pero Héctor Thedy es quien firmó el plano, e impulsó a la creación del parque.”
El Parque de la Independencia fue inaugurado el 1 de enero de 1902. Aguirre detalla que “el primer parque era más reducido, y recién se amplió hacia la década del ‘30, cuando se organiza el Museo Histórico, con la construcción del estadio de Newell’s Old Boys, la inauguración del Palomar y luego se unió a la zona del cementerio El Salvador. Mas tarde llegó el Rosedal.”
El Laguito y La Montañita
“Todos los parques creados en esa época tienen una semejanza; todos tienen algún laguito o ruina romana o griega, que era lo que estaba de moda en el paisajismo de ese momento”, afirma Aguirre, y el Parque de la Independencia no podía ser la excepción. Son muchas las historias que envuelven el origen de esta zona emblemática y la mayoría son ciertas.
El objetivo era excavar el Laguito y con esa tierra crear una especie de colina artificial, que más tarde recibiría el nombre de Montañita. En esa tarea se embarcaron cientos de trabajadores, con una característica particular: “Eran presidiarios de la penitenciaría de Rosario que con sus propias manos hicieron lo que hoy conocemos como el laguito. Según registros fotográficos que hay de la época, se los dividía en grupos de hasta 70 personas por turno y se les pagaba por la labor. Si bien los reos no tenían conocimientos teóricos, manejaban muy bien las herramientas y quedo muy similar al laguito que pensó Thedy”, comenta el hombre.
Además, Aguirre, que se encarga de realizar visitas guiadas en el parque, revela que “la montañita en la actualidad está más baja por obras posteriores que se fueron realizando y además los arboles la fueron tapando; pero cuando se realizó, era la altura máxima de Rosario, tal es así, que en una de las fotos de la inauguración, se ve a rosario en segundo plano, ya que no había edificios, ni casas de tres pisos, y por aquel entonces era el pico de la ciudad”.
FUENTE: Emanuel Rodríguez – rosarionuestro.com