El mar y su acción corrosiva están ahí nomás, a 200 metros, del otro lado de la ruta 11 y barranca abajo. Han dejado sus huellas sobre los hierros ocultos en las cuatro columnas que sostienen el Parador Ariston, en el cercano paraje Playa Serena. Pero no lo suficiente como para complicar el proyecto en marcha para restaurar la obra del célebre Marcel Breuer, el único legado que dejó en América Latina este referente de la arquitectura moderna y uno de los mejores valores que dio la escuela de Bauhaus.
Dos científicas del Conicet acaban de elaborar un informe a partir de un relevamiento sobre la contextura de esas vigas que soportan las dos plantas de hormigón con forma de trébol que constituyen esta simple pero exquisita construcción que lleva más de 70 años en pie, pese a la desidia que sufrió.
La conclusión de las investigadoras es que los materiales están en óptimo estado, por lo que es factible reconstruir esta propiedad, que en sus mejores épocas funcionó como confitería y discoteca, pasó las últimas dos décadas tapiada y expuesta al vandalismo y ahora es parte de una iniciativa para convertirla en un museo o una referencia cultural para la zona.
“Esperamos que pueda ser otro ícono marplatense, disparador para una zona muy tranquila y con otra belleza distinta a la del casco urbano de la ciudad”, explicó a LA NACION Miguel Ángel Donsini, operador inmobiliario y propietario de este inmueble. Admite que, al momento de adquirirlo, no le dio el valor patrimonial que tenía.
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“La decisión es trabajar para acondicionar la propiedad, restaurarla y que sea un aporte al patrimonio cultural de Mar del Plata”, destacó Donsini, que además es presidente del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos local.
El Parador Ariston es la única obra que el arquitecto húngaro dejó en el subcontinente. Fue su aporte durante un breve paso que tuvo por la Argentina para dictar un curso en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA), una combinación de sus trazos y la ejecución a cargo de sus colegas locales Eduardo Catalano y Francisco Coire.
Horacio Goyeneche, arquitecto y docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Mar del Plata, destaca que este diseño de Breuer “tiene juegos de volúmenes, espacios y luz que permiten visuales directas a todo un entorno”. En 1947, cuando se construyó, el paisaje que rodeaba el inmueble era mar, barrancas y campo abierto.
Las dos losas con forma de trébol de cuatro hojas, que parecen flotar y solo están sostenidas por las cuatro delgadas columnas que no se ven desde el exterior, se realizaron con lava volcánica para permitir una estructura más liviana. Los cerramientos originales, de madera y plenos de curvas, se hicieron con amplios ventanales para potenciar esa sensación de “flotación” de la planta alta.
Nació como una confitería de tarde que durante las noches mutaba en discoteca. Algo de esa actividad continuó hasta los años 80, y sobre fines del siglo XX ya era una construcción abandonada. En un local lindero funcionaba una parrilla; fue el último momento de movimiento intenso por el lugar. Hoy es una escala obligada de profesionales de la arquitectura, que vienen a admirar esta joya de la arquitectura moderna que algunos especialistas ponen incluso por encima de La Casa sobre el Arroyo, diseño de Amancio Williams de valoración mundial que aquí pudo ser recuperada tras años de deterioro.
Donsini dijo a LA NACION que su intención personal de restaurar y darle nueva vida al Parador Ariston encontró el interés manifiesto de instituciones internacionales que se ocupan de preservar patrimonios culturales. Sin dar demasiados detalles ni nombres, afirmó que ya recibieron a enviados en dos oportunidades para ajustar un plan de acción. Mientras tanto, mantiene aquí otro asesoramiento y colaboración de autoridades municipales y de las universidades Nacional de Mar del Plata y Atlántida.
“Estamos en vías de buscar buenos carpinteros que puedan trabajar sobre las aberturas existentes e iniciar el proceso de reparación”, detalló sobre este primer paso.
Las doctoras Marcela Vázquez y María Beatriz Valcarce, especialistas en estructuras de hormigón e investigadoras del Conicet, coinciden en que el edificio está muy bien. “Hay que hacer reparaciones importantes en los techos, donde se acumula agua y se producen filtraciones, pero las columnas están en buen estado”, indicó Valcarce a LA NACION. Con la corrosión marina como amenaza permanente, destaca que el edificio demostró resistencia porque “está bien diseñado y construido”.
A la par del esfuerzo particular comprometido por el actual propietario del Parador Ariston, continúan otros intentos de garantizar un buen destino al edificio. Una nueva campaña en el sitio Change.org acaba de sumar más de 20.000 adhesiones para el proyecto de declaración de monumento histórico nacional para la obra de Breuer. La posibilidad está abierta a partir de un proyecto de ley que ya aprobó el Senado y espera por el acompañamiento de Diputados.
FUENTE: Darío Palavecino – www.lanacion.com.ar