El pasaje peatonal con escaleras que descienden hacia avenida Belgrano desde la calle Urquiza, lindero a la Aduana de Rosario, tiene nombre: “Arquitecta Matilde Anita Luetich”. Se trata de un homenaje a la profesional por su extensa trayectoria y la impronta que dejó en la urbanización de la ciudad. La iniciativa fue aprobada por el Concejo de Rosario.
Luetich le dio nombre al pasaje peatonal, empadronado catastralmente en la Sección 1 –Manzana 82 con un ancho oficial de 12 metros– que conecta el centro con el bajo. Se encuentra ubicado en un sector emblemático del área central de la ciudad de Rosario, con un alto valor patrimonial y paisajístico, ya que se ubica entre dos edificios históricos, la ex Aduana y la ex Dirección General de Arquitectura del gobierno nacional.
Hasta ahora, no tenía un modo de ser llamado, no estaba identificado. De esta forma, se suma el nombre y apellido de una mujer destacada a la nomenclatura de las calles, mayormente “bautizadas” con nombres masculinos. Según indica la ordenanza del Concejo local, “en Rosario sólo un porcentaje inferior al 15% de sus calles han sido designadas con nombres de mujeres”.
La propuesta fue del Centro de Estudio de Igualdad Argentina, apoyado por el Colegio de Arquitectura y Urbanismo de Rosario y la elección del pasaje propuesto se fundamenta en que la zona registra una especial concentración de la mayoría de los edificios denominados Tranvía, siendo éstos parte fundamental de la obra de la arquitecta Matilde Anita Luetich. Dichos edificios se encuentran ubicados entre la Bajada Sargento Cabral, avenida Belgrano y las calles Laprida y Urquiza.
La ordenanza destaca la extensa y prolífica actividad profesional, social y política que la arquitecta Matilde Anita Luetich desarrolló. Nació en María Susana, provinda de Santa Fe, el 26 de julio de 1931, en el seno de una familia de inmigrantes croatas oriundos de la pequeña localidad de Zupa. Su familia recuerda la anécdota dónde siendo ella pequeña se fascinó con una vecina italiana María que fabricaba sus propios ladrillos con los cuales levantó una modesta sala de cine donde se reunían los pobladores y que Matilde mencionaba como un hecho significativo en el despertar de su vocación.
Estudió Arquitectura a pesar de cierta oposición familiar que consideraba que “era suficiente para una mujer un título de magisterio”, por lo cual ingresó con 21 años ya a la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Matemáticas, Físico Químicas y Naturales aplicadas a la Industria de la Universidad Nacional del Litoral con la condición de que trabajara en el comercio familiar. Así fue que trabajó como adicionista en el bar de su padre, una chapería en la zona de Pellegrini y Corrientes, mientras cursaba su carrera, siendo una de las escasas mujeres que realizaban estos estudios en aquellos años, obteniendo su título en 1959.
Continuó su formación en el Instituto de Planeamiento Rural y Urbano de! Litoral – IPRUL- fundado por Jorge Enrique Hardoy, donde conoció a Juan Carlos Viotti. Con él constituyó una sociedad a la cual ella aportó el 75% del capital inicial, gracias a la contribución paterna mediante la adquisición de un terreno en calle Zeballos al 100 donde edificaron su primera obra. Esta sociedad se sostuvo durante 40 años y tuvo un muy prolífíco quehacer en la ciudad de Rosario y otras.
El texto de la ordenanza se refiere a lo publicado por la revista 041 del Colegio de Arquitectos Distrito 2 en el número 6 del 2005, que le dedicó un extenso artículo como reconocimiento a la trayectoria del Estudio Viotti Luetich. En el mismo, Matilde expresaba: “Viotti y yo hemos conformado una sociedad que duró 40 años, que fueron sin nubes y sin asperezas. Si bien hemos proyectado y dirigido obras para terceros, desde ei comienzo, allá por 1963, iniciamos también nuestra actividad como empresarios, compramos nuestros terrenos, organizamos, proyectamos, dirigimos, administramos y vendimos nuestras propias obras. Ser empresarios no nos impidió tener una actitud responsable dentro del hacer profesional, fue una forma de ejercer la profesión. Hemos proyectado más de 120 obras, de todo tipo y escala, y de ellas hemos construido aproximadamente el 60 por ciento. En Rosario construimos viviendas individuales y colectivas -dentro de éstas, la serie Ómnibus y Tranvía-, un barrio de viviendas (ATE) y el shopping Paseo del Siglo (sector Córdoba). En Misiones, secaderos de té, escuda, viviendas y locales comerciales. En Buenos Aires, viviendas y un local de ofícinas”.
Respecto a la profesión agrega en la nota citada: “Todo esto lo supo contar de la siguiente manera: «Para proyectar, el espíritu debe pasar por tres transformaciones. Primero debe convertirse en camello, luego en león y fínalmente en niño. Como camello recogerá datos, conocimientos y programas, y con todo dio sobre los hombros deberá poder cruzar el desierto. Pero para proyectar deberá convertirse en león, ser fuerte, tomar postura, carácter, tenacidad. Pero la acumulación de conocimiento y ia fuerza del carácter no son sufícientes para crear. Para crear ei espíritu debe pasar a ser el de un niño, dejar a un costado todo lo anterior, tomar distancia, retomar ia sencillez, apropiarse de ia inocencia, disponer de un dock de hojas sin apuro y así, con fiebre en el alma, ponerse a proyectar».
En la misma publicación, Jano Viotti señalaba los méritos de su vida: “Vivíamos de nuestros cargos en el instituto y lo que sacábamos de la actividad profesional lo ahorrábamos para financiarnos nuestros propios trabajos, comprando algún terreno y así fuimos haciendo de a poco la trayectoria. (…) Lo primero que hicimos fueron dos casitas en calle Zeballos. En el año 66, con tres créditos del Banco Hipotecario, que sacamos cada uno, logramos largarnos con el Tranvía 1, que es el de Sargento Cabral casi Urquiza, junto al de Sosa y el Farallón. Con los ahorros integramos tres departamentos más que destinamos a ia venta”.
“En la Secretaría (de Planeamiento de ia Municipalidad) yo estaba diez o doce horas por día. Esa vez Matilde me aguantó y me aguantó. En ese tiempo se estaba terminando el Tranvía 4 o comenzando el 5. Pobre. La largué sola. (…) No quiero dejar pasar una cosa muy importante para mí que es el protagonismo de Matilde Luetich, mi compañera en toda esta trayectoria. Ella fue la que nos llevó a todos los del estudio adelante, la que marcaba el paso. Todos nos mandábamos alguna macana siempre y la corrección venía por su lado. En los proyectos tenía un gran protagonismo y en la ejecución, todo. Por esto y por muchas cosas más que ella provocó en la trayectoria de todos los que estuvimos en el estudio, no quería dejar pasar la oportunidad de destacarlo.
Justamente su familia señala que Matilde se dedicaba principalmente a la dirección de obra, fue una arquitecta de las que van a la obra desde sus inicios cuando sus hermanos le señalaron que no era conveniente ir con pollera por lo que empezó a usar pantalones para poder moverse sin difícuitades en un ambiente sumamente masculinizado en esos años.
Matilde entendió a la ciudad como su comunidad, si se piensa en que su nombre aparece involucrado en la gestión para la concreción de importantes obras como:
Hospital Centenario: consiguió ia inversión para ia ampliación sobre calle Urquiza
Teatro El Círculo: renovación total con motivo del Congreso de ia Lengua en ei 2004
Integró la Comisión Directiva de la Asociación Cultural El Círculo en varios períodos.
Dirigió junto a Drazen Juraga, en carácter ad honorem, las obras de restauración y rehabilitación del teatro El Círculo. Sus familiares relatan que no solo dirigió las obras sino que llegaba a su casa y continuaba su trabajo realizando llamados a amigos, familiares, personas conocidas, invitándolas a donar fondos o contribuir con maquinaria o trabajo.
Otra de sus actividades fue su participación en el grupo de mujeres Pro Rosario con el cual trabajó en la edición de! libro “Cúpulas de Rosario”editado por el Concejo Municipal de Rosario.
FUENTE: www.rosario3.com