La Justicia le puso un freno al nuevo estadio cubierto que se construye al costado de la cancha de Atlanta: a raíz de un amparo presentado por la ONG Fundación Ciudad, el gobierno porteño deberá informar el impacto ambiental que podría tener la obra terminada. La polémica se generó porque en 2015, cuando se aprobó el proyecto, se lo declaró “sin relevante efecto” ambiental.
La Fundación destacó que el gobierno permitió el inicio de las obras sin exigir la realización de la evaluación de impacto ambiental completa -según establece la ley 123- para los proyectos de esta envergadura, “impidiendo así la participación de los habitantes de la ciudad en general y de la comuna en particular al no convocar una audiencia pública”.
Un informe de estas características no sólo implica elaborar estudios de impacto ambiental, sino también la convocatoria a una audiencia pública obligatoria para que la ciudadanía pueda expresar su valoración sobre la obra.
El juez porteño Aurelio Ammirato, del fuero Contencioso Administrativo hizo lugar al amparo presentado por Andreina Luca de Caraballo, presidenta de la ONG. Abrió un plazo de 15 días para la presentación de personas e instituciones que se pudieran sentir afectadas por el nuevo emprendimiento. Además, intimó a la Agencia de Protección Ambiental porteña (APRA) a que presente los documentos que lo avalan.
El Buenos Aires Arena estará ubicado en Humboldt al 400, entre Padilla y Camargo, a metros de la Avenida Corrientes. Limitará hacia el oeste con el estadio del Club Atlanta y hacia el este con el edificio donde funcionan la sede social y el polideportivo del club.
Fuentes oficiales consultadas por Infobae aseguraron que el problema fue la reforma de la idea original. En 2012, Atlanta firmó un acuerdo para levantar supuestamente un polideportivo con un pequeño estadio en un predio cedido por la Ciudad, que además ostenta un beneficio fiscal envidiable por cualquier otro vecino porteño: estará exento por 40 años años del pago del impuesto inmobiliario y de la tasa de alumbrado, barrido y limpieza, mantenimiento y conservación de sumideros. Sin embargo, en 2015, tras un accidente -se cayó el techo-, la obra se detuvo.
Dos años después el proyecto fue retomado con otras características constructivas, muy distintas a las que estaban previstas en la ley original que había habilitado los primeros trabajos. El pequeño polideportivo se convirtió en un estadio cubierto pensado para grandes recitales.
Los vecinos creen que esa zona de Villa Crespo podría colapsar si avanza el proyecto que incluye casi 100 recitales o eventos de gran convocatoria por año. Hay varios problemas: el principal es la ausencia de plazas de estacionamiento para los espectadores que se esperan, algo esencial en cualquier desarrollo de estas características.
Hay datos que grafican la magnitud de los cambios entre el proyecto original y el estadio que se pretende construir ahora. La superficie total pasó de 11.000 m2 a 28.000 m2 y la capacidad del estadio, de 8.000 a 16 mil espectadores – casi el triple que el mítico Luna Park-.
Además, hay una cuenta que alarma a los vecinos: con que sólo un 10% de los espectadores se movilice en auto a la zona (1600 vehículos), las calles de un barrio tradicionalmente tranquilo se verán totalmente sobrepasadas. La fisionomía de la zona se vería totalmente alterada y las personas que viven allí tendrán dificultades para llegar a sus domicilios al menos tres veces por semana, la frecuencia en la que se prevé que habrá grandes eventos en el lugar.
“La construcción y el funcionamiento del Buenos Aires Arena tendrá alto impacto en la vida urbana del barrio. En los días de shows, habrá impactos relevantes en el tránsito y transporte durante todo el día, en los espacios para estacionamiento, en la limpieza de la vía pública y la producción de residuos. También generará altos impactos en la infraestructura de servicios públicos (agua, cloaca, luz). Habrá impactos sociales en relación al incremento y concentración de personas en los días de shows, en la implementación de los controles y medidas de seguridad, en la ocupación de la vía pública, en los ruidos de la aglomeración de personas en el espacio público en horarios nocturnos en una zona que es netamente residencial”, argumentó la Fundación Ciudad en la presentación del amparo.
En otras grandes ciudades del mundo, emprendimientos de esta envergadura nunca se proyectan en zonas céntricas porque para su funcionamiento es necesario establecer formas de acceso y circulación especiales.
La excepción a esta regla es el Madison Square Garden, de Nueva York, señalado en la ley que sancionó la Legislatura porteña como ejemplo. Sin embargo, hay un dato que pasaron por alto los diputados que votaron a favor del proyecto: el estadio americano que se encuentra en medio de una zona de oficinas y estaciones de trenes será demolido en el 2023.
Preocupados por el tema, los vecinos se autoconvocaron y organizaron diferentes protestas. Una forma de visibilizar el enojo fue a través de la plataforma change.org, donde se recolectan firmas para frenar el proyecto. Entre quienes se manifestaron en contra del estadio cubierto, se encuentran grandes referentes de la cultura popular como Sergio Langer, Martín Kohan, Adriana Lestido, Constanza Brunet, Alejandra Katz, Miguel Prenz, Tomás Abraham y Ricardo Coler, entre otros.
En la APRA, informaron que se prepara el reporte con lo que solicitó el juez: información sobre qué documentos administrativos se emitieron en su momento, la disposición original que estableció la categorización del proyecto (que es de 2015); la disposición modificatoria del emprendimiento (que es 2018); cómo se desarrolló el procedimiento; cómo funcionaba la normativa y cómo se cumplió el proceso.
El ministro de Desarrollo Urbano, Franco Moccia, fue consultado por Infobae. “Cuando se dijo que el proyecto no tenía relevante efecto fue porque tenía al lado un estadio de fútbol donde se disputan partidos”, contestó. Y agregó: “Todo lo que había que hacer, se hizo”.
FUENTE: www.infobae.com