Débora Jaroslavschi de Di Véroli, la arquitecta y urbanista considerada la máxima exponente de la arquitectura racionalista de Argentina, murió a sus 97 años y dejó un inmenso legado de obras, como el emblemático Edificio Mirador Cabo Corrientes de Mar del Plata.
“Mi abuela, Débora Di Véroli, falleció en Argentina. Era una persona fascinante”, confirmó una de sus nietas en redes sociales y desató un sinfín de homenajes.
Nació en Galati, República de Rumania, en 1926, pero se mudó con su familia a Argentina cuando era una niña, motivados por las tensiones en Europa previas a la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente se instalaron en Paraná, donde su padre montó una fábrica que comenzó a crecer al mismo tiempo que decidió separarse. A partir de esta ruptura, la futura arquitecta se radicó con su madre en Buenos Aires e inició sus estudios en el colegio técnico Otto Krause, donde forjó su amor por el dibujo técnico.
Fue una de las primeras mujeres graduadas de la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en 1953, donde obtuvo el título de Planificadora Urbana y Regional. “En el curso de ella había solo dos mujeres”, recuerdan desde su entorno. Desde un principio intercaló sus estudios con su vida familiar; se casó con Ángelo Di Véroli, a los 19 años, con quien tuvo dos hijos.
Sus primeros trabajos consistieron en viviendas unifamiliares, la mayoría durante la década del 50, para luego asociarse con Osvaldo Fernícola y el constructor Domingo Fiorentini en una alianza que dejaría edificios imponentes en localidades costeras, como Miramar y Mar del Plata.
En la creación del edificio Fernicola, en Miramar, donde la artista Raquel Forner dejó inmortalizado un inmenso mural, Di Véroli generó una revolución con sus métodos “para ahorrar materiales” y para “aprovechar al máximo los terrenos”, recuerdan algunos de sus colegas, lo cual se tradujo en desafíos mayúsculos.
Junto a Fiorentini proyectaron los edificios Eiffel III y IV (1959), Eiffel V (1961), Eiffel VIII y IX (1960-65), Edificio Alsancor (1958), el edificio Alsina (1961) y el Edificio Mirador Cabo Corrientes (1972), entre otros. En todos ellos se buscó profundizar en las tipologías de departamentos vacacionales pequeños con el fin de comercializarlos entre los sectores de recursos medios y medios bajos.
En los últimos años emprendió una serie de publicaciones dedicadas al estudio sobre hábitat gerontológico y accesibilidad, presentándose en numerosos congresos nacionales e internacionales y generando espacios de discusión y trabajo como el Centro de Investigación y Asesoramiento para el Hábitat Gerontológico (CIAHG) en la SCA y la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG). En esta línea publicó Alzheimer y arquitectura (2014) y Arquitectura y envejecimiento, hacia un hábitat inclusivo (2008) en colaboración con el arquitecto Eduardo Schminis.
El origen del Edificio Mirador Cabo Corrientes
“Cuando la arquitecta vino a Miramar a construir su primer edificio, Fiorentini comprobó que era cierto lo que decían, que tenía una forma de trabajar donde se ahorraba muchísimo material. Viste cuando vos llamás al colocador de cerámicos y te dice ‘esto no lo puedo hacer con una pieza completa, le voy a tener que hacer unos cortecitos’, bueno, con ella no pasaba”, recuerda Pablo Luis Márquez, encargado del Departamento de Comunicación Interna del Edificio Mirador Cabo Corrientes, en diálogo con MDZ.
Según el hombre que entrevistó a Di Véroli en reiteradas ocasiones, en uno de sus encuentros con Fiorentini en su oficina de la galería Sacoa -también de su creación- la mujer divisó en su escritorio un boceto enrollado que le llamó la atención y le preguntó que era: “Ella lo vio y le dijo ‘Don Domingo, usted me está escondiendo algo'”, describió.
Y ahí le contó que había comprado un predio en Cabo Corrientes donde no había nada, porque “no se podía construir un chalet en la piedra” y le advirtieron que podía ser un mal negocio.
“Entonces, Fiorentini le dijo ‘me pescó’, se lo mostré a otro arquitecto y pensamos hacer en Cabo Corrientes tres torres en esta disposición (dijo, abriendo los dedos), un proyecto muy parecido al que hizo César Pelli con sus Maral. Pero ella empezó a visualizarlo y le señaló, ‘desde los departamentos de acá no van a poder mirar para el mar, van a ver hacia Los Troncos’. Con la confianza que habían generado y la sensación de cuando aparece una gran idea, le propuso llevar al papel las ideas que se le estaban ocurriendo”, relató Márquez.
La arquitecta le propuso encontrar la manera de que todos los departamentos miren al mar y que iba a lograr duplicar las unidades. Para eso volvió a unos de los edificios Eiffel, en Güemes y Colón, donde residía gran parte del año, y se sentó horas y horas a dibujar lo que sería su obra que le valió la fama mundial.
“Pudo lograr en una serie de cáculos magistrales realizar las cuatro torres que, por más que no lo parezca a simple vista, no tienen la misma dimensión porque la torre 1 es más larga ya que los vientos más fuertes vienen del lado sur, del puerto, por eso dispuso que se vayan achicando”, contó, apasionado, el trabajador de Cabo Corrientes.
Cómo funciona hoy el edificio donde viven miles de personas
Heriberto A. Giandinoto, administrador del edificio, contó a este medio que anualmente reciben a un centenar de estudiantes de arquitectura de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Unmdp), entre otras casas de altos estudios, interesados en la estructura de Cabo Corrientes.
“En el segundo subsuelo vos ves la zapata (un ancho prisma de hormigón -concreto- situado bajo los pilares de la estructura) que se tuvo que clavar en la piedra. Eso no se ve en ningún otro edificio porque está bajo tierra. Acá tierra no hay”, remarcó el líder del consorcio de propietarios.
En las cuatro torres se movilizan anualmente más de 10 mil personas, en un edificio que adquirió en los últimos años tecnología de punta relacionada a la conexión a internet, la seguridad de los departamentos, y que cuenta con un gimnasio y una piscina climatizada.
Se trata de cuatro volúmenes de 16 pisos unidos por un sector semicircular, que permite en emergencias poder lograr una evacuación rápida y efectiva.
“Una de las inversiones que queremos hacer este año es lograr una navegación en 3D por cada torre, para que si un bombero tienen que entrar en una emergencia no tenga que esperar a nadie para que el explique cómo se tiene que mover”, anticipó, sobre las iniciativas del edificio que cumplió en noviembre pasado medio siglo de existencia.
FUENTE: Federico Bruno – www.mdzol.com