Los edificios electrointensivos tienen sus fanáticos y sus detractores, cada uno con sus razones. Pero lo cierto es que en la ciudad se están construyendo cada vez más viviendas y oficinas que prescinden del servicio de gas para calefaccionar espacios, cocinar o contar con agua caliente. Según destacan los constructores, estas edificaciones son más seguras, económicas e incluso permiten una mejor combinación con otro tipo de energías sustentables. Tres razones que, advierten, inclinan la balanza a favor de la electricidad. Aunque el problema pase por cómo se garantiza el servicio.
No hay estadísticas certeras sobre la cantidad de edificios electrointensivos que existen en Rosario, ya que al número de nuevas edificaciones habría que sumar también de la cantidad de viviendas que permanecen con el gas cortado. Pero en los últimos días del año; el gerente general de Empresa Provincial de la Energía, Jorge Tarquini, advirtió sobre el aumento en la cantidad de permisos para proyectos inmobiliarios abastecidos exclusivamente por energía eléctrica.
Fue en medio de una seguidilla de días bochornosos _con temperaturas por encima de 30 grados, consumos récord de electricidad y prolongados cortes de luz_ que volvieron a poner en el centro del debate dos temas: la calidad de la infraestructura eléctrica de la ciudad y el incremento en el consumo, sobre todo hogareño y relacionado con la necesidad de refrescar los ambientes.
De acuerdo a datos de la distribuidora, casi el 90 por ciento de los edificios que comenzaron a levantarse durante el año que recién termina son electrointensivos, lo que obligó a la firma a duplicar el cálculo del promedio del consumo habitual de un departamento de dos ambientes. El año pasado, la EPE otorgó más de cien factibilidades para la construcción de edificios exclusivamente alimentados por electricidad. Durante este año, estiman, habrá otros 120 pedidos más.
Tendencia con historia
En la ciudad, el primer gran salto en la construcción de edificios abastecidos exclusivamente por electricidad para cocinar, calefaccionar o calentar agua, se dio después de 2013, cuando dos torres de departamentos de Salta 2141 quedaron reducidas a escombros por una explosión de gas que terminó con la vida de 22 personas.
“Vimos una tendencia a utilizar más electricidad en edificios a partir de esa tragedia”, asegura Ruben Llenas, Gerente de la Cámara Argentina de la Construcción, y considera que esta inclinación “ha sido impulsada por el tema seguridad”.
Para el dirigente empresarial, es frecuente que se utilicen sistemas mixtos de energía. Es decir, utilizar electricidad para calefaccionar, pero mantener la instalación de gas para la cocina. “El sistema eléctrico es mucho más seguro y más limpio”, destaca y niega que la elección sea porque prescindir del gas resulte más económico para las empresas constructoras.
“Desde el punto de vista de costo de metro cuadrado por parte de las empresas, no es más económico elegir un sistema u otro, tampoco el tiempo de habilitaciones es muy distinto. Ambas empresas prestatarias de servicios demoran bastante las habilitaciones”, considera y advierte que para algunos proyectos “la Epe exige estaciones transformadoras a cargo de la empresa constructora, lo cual demora la obra”.
Una mirada crítica
Pablo Mercado es arquitecto, especialista en patrimonio, y tiene una mirada crítica sobre algunos de los nuevos emprendimientos inmobiliarios que se desarrollan en la ciudad y sobre cómo las nuevas construcciones irrumpen echando sombra a la historia de algunos barrios.
El profesional valora la eficiencia de la electricidad. Sin embargo, considera que el crecimiento de estos proyectos demanda una mejor planificación urbana de las obras de infraestructura necesarias para abastecer esa demanda. Además, asegura que la tendencia a construir edificios eléctricos tiene que ver con la necesidad de economizar en los proyectos.
“Se relaciona con la falta de espacio para darle servicio a cada unidad. No hay suficientes espacios técnicos para subir caños de gas, además de conductos de electricidad y caños de agua, que son imprescindibles. Por otra parte, la empresa de gas cobra un recupero por obras que la constructora debe abonar antes de conectarse al servicio, qué no siempre se aplica a la obra. Además no es necesario prever salidas de gases de combustión para los termotanques o calefones, por ejemplo, o rejillas de ventilación para las unidades. Eso se cobra por unidad y las constructoras venden por metro cuadrado, por lo cual no importa si tiene o no tiene gas”, advierte.
El trámite de habilitación del gas tiene sus etapas. Se instalan los caños y se paga una prueba de hermeticidad, inspecciones antes de taparlos con mampostería. “Si no se conecta el gas, se evitan metros cuadrados en espacios técnicos, caños, pruebas, sellados, trámites, tiempo. También hay que considerar que la normativa de gas no permite más medidores en cada piso, piden gabinetes en la línea municipal y cuando son muchas unidades se complica, también en edificios patrimoniales -un tema no resuelto- donde piden que se hagan gabinetes en lugares que son patrimoniales y que no fueron proyectados para ubicar un gabinete”, enumera.
En este momento en Rosario, dice, se suman administraciones de empresas de servicios y entes de control que no cuidan al contribuyente. “La falta de planificación real del espacio urbano que permita la convivencia de nuevas tecnologías, la actualización de estructuras preexistentes y la generación de ambientes que puedan ser disfrutados. Entonces lo que hacen es poner un anafe eléctrico en vez de uno a gas y listo”.
Faltan inversiones
La tendencia a dejar de lado el gas como medio de energía para uso doméstico no es exclusiva de Rosario, se registra en todo el país y también en el mundo. “Se está utilizando mucho la energía eléctrica y un mix con la energía producida por el sistema de paneles solares y acumuladores de diversos tipos”, advierte Carlos Rovitti, Presidente del Observatorio Inmobiliario Nacional (OIN).
No obstante destaca que “las empresas como la EPE deberían hacer una inversión muy grande en infraestructura para volcar todo lo nuevo que se construye porque todo indica que tarde o temprano vamos por ese camino”.
Aún así, destaca, quienes compran una vivienda, “gente de mediana edad para arriba por una cuestión generacional y de costumbre prefieren todavía el gas”.
Beneficios para pocos
Actualmente hay en la ciudad entre 80 y 120 edificios a los cuales se les cortó el gas por deficiencias en las instalaciones y no volvieron a reconectarlo. El dato lo aporta Ariel D´Oracio, encargado del área de Vivienda de la Oficina Municipal del Consumidor, para quien el crecimiento de los edificios electrointensivos es la otra cara del nuevo boom constructivo que está experimentando la ciudad.
“Hay una proliferación de inmuebles que necesitan ser atendidos con servicios y que generan una saturación que terminamos padeciendo todos, con la falta de agua o los cortes de luz _señala_ mientras que el beneficio económico termina siendo para un porcentaje menor de la población”.
Según destaca, es momento que los distintos actores que hacen la ciudad tengan una discusión en torno a la posibilidad de sumar nuevas viviendas y planificar la construcción desde otra lógica: no desde la del mercado inmobiliario, sino en torno a de qué manera resolvemos la dotación de infraestructura, la aplicación de las redes de gas o de energía eléctrica con el aporte de los privados, que son en definitiva quienes se llevan las ganancias y dejan el problema a todos los que vivimos en la ciudad”.
FUENTE: Carina Bazzoni – www.lacapital.com.ar