¿Cómo lo hace? Detenerse frente a un mural de Martín Ron provoca vértigo. No sólo por el impacto que genera el hiperrealismo de las figuras que componen su obra, sino también por la dimensión. El artista, nacido en Caseros y vecino de Almagro, estampó su firma en más de 300 paredes, aquí y en el mundo. Y durante la pandemia rompió un récord: en Banfield pintó “Nena armando la pared”, el mural más alto del país, con 65 metros. Ahora, su trabajo, su recorrido y su genio fueron distinguidos en la Legislatura porteña, en donde fue declarado “Personalidad Destacada en el Ambito de la Cultura”.
En septiembre, la plataforma Street Art Cities -con más de 35 mil murales relevados, en 882 ciudades del mundo- eligió otro de sus trabajos como el mejor del mes: “Reflejos”, en San Nicolás de los Arroyos, una reflexión sobre la bajante histórica del río Paraná.
“Desde lo visual, el arte transforma y mejora la vida de todos. Si además podemos transmitir un mensaje y generar conciencia sobre los temas que nos interesan o que atraviesan a una sociedad, o a un pueblo, mejor aún”, le dijo Ron a Clarín.
La ceremonia de la Legislatura se llevó a cabo en el Salón Dorado. Además de su familia, colaboradores y colegas, estuvieron presentes las legisladoras María Cecilia Ferrero y María Luisa González Estevarena, quien propuso esta declaratoria. Además, el Ministro de Cultura, Enrique Avogadro, entre otros funcionarios.
La escala monumental es un sello que lo identifica. Como también la utilización de técnicas en 3D, que aumentan aún más la experiencia hiperrealista. Pero sobre todo, Ron manifiesta una idea: la de plasmar en las paredes, en las medianeras, un cuadro, como el que otros artistas imprimen en un lienzo. “Pero el mío es gigante, súper escalado”, sintetiza. Para esto, trabaja con pintura, brochas y rodillos; no con aerosoles, lo que también marca una diferencia con otros muralistas. Ni mejor ni peor, diferente.
Ron tiene 40 años y desde la primaria manifestó su interés por el arte. En secundaria pintó en las paredes del jardín de infantes de su escuela y así se pagó el viaje a Bariloche. Fue el inicio de una historia que lo llevó a pintar más de 300 paredes. Su primer gran trabajo fue en el partido de Tres de Febrero. Realizó murales en paredes despintadas cuyos vecinos cedían para mejorar el entorno urbano.
En Capital tiene decenas de trabajos, incluso en el subte porteño. Por los cien años de la línea A, pintó una formación completa con cien personajes de la historia, desde Carlitos Tevez, pasando por Julio Cortázar hasta Luis Alberto Spinetta. Y pintó también una serie de murales de ídolos populares como la Coca Sarli y la Mona Giménez, entre otros.
Está considerado uno de los 10 mejores muralistas del mundo. En abril, la sección Cultura de Clarín le dedicó un Especial: “Viaje a la cabeza de un artista: así se hace una obra de arte”.
Otro de los presentes en la ceremonia fue Elio Kapszuk, gestor y productor cultural. Entre otras cosas, mencionó el arte de Ron como “parte indisoluble de la escenografía de la Ciudad”. Y destacó el valor de aquellos artistas que se “convierten en testigos de su tiempo. Ron opera como un embajador artístico, estético y ético de la porteñidad y de la argentinidad”. Mencionó el mural que el artista pintó en la sede de la AMIA para homenajear a las víctimas del atentado y el tríptico que sobre las paredes del Hospital de Clínicas, también como un homenaje al personal médico que actuó en esa tragedia.
Avogadro, por su parte, destacó el valor de Martín como artista, pero también como gestor: “Tiene una enorme capacidad para gestionar y plasmar su obra. Ha logrado una síntesis, lo que permite también dar trabajo a muchas personas”. A nivel artístico consideró que “la Ciudad no sería la que es sin el trabajo de Martín. No sólo porque sus obras hacen la vida más linda, sino porque nos provocan, estimulan, nos hacen pensar, nos sacuden la modorra de la rutina. Nos muestran la magia con la que convivimos”.
Rodeado de colaboradores y de su familia, el homenajeado intentó nombrar a todos, pero especialmente a su mamá Norma -a quien saluda siempre desde sus murales con la leyenda “Hola mamá”- y a los amigos de la infancia, “que no me vieron como un loco. Este reconocimiento en la Legislatura es una legitimación al arte urbano. Estamos en la calle y esto se está consolidando, es una mención para todos”, dijo Ron.
Una decena de ciudades del mundo también tienen obras del argentino: Londres y Bristol en Inglaterra, Tallín (Estonia), Penang (Malasia), Miami y Nueva York (EE.UU), Bremen y Glauchau (Alemania), Tumby Bay (Australia) y Moscú (Rusia), entre otras.
FUENTE: Silvia Gómez – www.clarin.com